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Más allá de su costa, tierra adentro, Asturias esconde su esencia más verde y rural. Los pueblos y aldeas que alfombran sus valles, sierras y ríos poseen un inenarrable encanto.
Muchos son poco conocidos y están apartados de las grandes rutas turísticas. Pero llegar a ellos será el premio.
Bulnes
A Bulnes no hay carretera que llegue. Para llegar hasta aquí existen dos posibilidades: Andar casi dos horas por un sendero con un desnivel de cuatrocientos metros o hacerlo en funicular a través del llamado Canal del Tejo. Bulnes es uno de los pueblos más representativas de la España de montaña. Solo tiene veintidós vecinos censados, casas de piedra y se halla en el macizo central de los Picos de Europa, a la sombra del famoso Picu Urriellu, más conocido como el Naranjo de Bulnes.
Villar de Vildas
Es una de las aldeítas más encantadoras de Asturias. Forma parte del concejo de Somiedo, está rodeada de picachos nevados en días de invierno y praderas siempre verdes el resto del año. Villar de Vildas tiene apenas un centenar de vecinos que viven en casas de piedra oscura y que conservan milagrosamente las tradicionales paneras y las brañas de La Pornacal, las cabañas típicas asturianas, cuyos tejados de zancas y yugos son conocidos también con el nombre autóctono de teitos.
Espinaréu
El concejo es Piloña y entre sus parroquias destaca Espinaréu, famosa por acoger algunos de los hórreos y paneras (hórreos de mayor tamaño) más valiosos y mejor conservados de Asturias. Algunos de ellos datan de los siglo XVI y XVII, están diseminados por el pueblo y casi la totalidad de los mismos siguen guardando el grano y la siembra. Piloña es tierra de asturcones, origen del prerrománico, próximo a Cangas de Onís y puerta de entrada a Covadonga.
Salas
Es la puerta del Occidente de Asturias. Está en el centro de la región y toda la localidad es conjunto histórico artístico. Salas es uno de los pueblecitos más encantadores de la comunidad. Posee una colegiata y una iglesia. La primera está consagrada a Santa María la Mayor y es el templo más importante. La segunda es San Martín, fue construida en el siglo X y su valor radica en los elementos prerrománicos que posee. En Salas abre además sus puertas el palacio de Valdés Salas, donde nació Fernando Valdés Salas, inquisidor y fundador de la universidad de Oviedo. Hoy es oficina de turismo y casa de cultura.
Tanes
El Parque Natural de Redes está declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y pueblos como Tanes, situado a orillas del embalse del mismo nombre, dan sentido y contenido a esa nominación. Tanes está a tan solo siete kilómetros de Campo de Caso, capital del concejo. Las casas blancas de Tanes contrastan con el verdor de las praderas que orillan las aguas dulces del pantano y la paleta de grises de las paredes rocosas de las cumbres del parque. En el interior del pueblo toma asiento la iglesia de Santa María la Real, el templo principal de la villa.
Taramundi
Taramundi tiene un nombre de cuento, unas calles de cuento, un paisaje de cuento y unas aguas de cuento. Las aguas del río Cabreira, de hecho, alimentan alguno los molinos de Mazonovo. Taramundi, donde aseguran que comenzó el turismo rural en Asturias, está al oeste de la región, pegando con Lugo, posee una bella iglesia parroquial, una casa rectoral convertida en hotelito con encanto y un puñado de comercios donde venden objetos de cuchillería, uno de los símbolos económicos y culturales de la villa.
Bandujo
A Bandujo la conocen como la aldea que duerme. No es sencillo llegar hasta aquí a pesar de que esta población de origen medieval se halle en el centro de la región. Bandujo está rodeada de pronunciados valles y altas montañas. En mitad de todo ello germina un bosque animado. La aldea está repartida en grupos de casitas entre cuestas que roban el aliento al caminante. Está la torre de Tuñón o la iglesia de Santa María donde los estudiosos aseguran que se hallan los orígenes más arcaicos de los primeros pobladores astures.
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