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El Golfo de México y el Misisipi español formaron parte de la máxima extensión del Imperio después de la guerra anglo española en el Seno Mexicano que tuvo lugar entre 1779 y 1783. Todo el Golfo de México desde La Florida hasta Yucatán pasando por la Luisiana, Texas, Nueva España y la isla de Cuba, se vieron envueltos en esta contienda junto con la gran cuenca del Misisipi, desde los grandes lagos en Canadá hasta su desembocadura en el Golfo. Como principal protagonista el Gobernador español de Luisiana, Bernardo de Gálvez, reinando Carlos III en la Monarquía hispánica.
España aún se dolía de la entrega de la Florida a los ingleses en 1763, aunque había sido a cambio de recibir la Louisiana francesa y de la recuperación de las plazas de La Habana y Manila.
La rebelión de las colonias inglesas en Norteamérica había comenzado en 1773 y la situación en 1779 era todavía indecisa, aunque con alguna ventaja para los que ya se reconocían como los Estados Unidos.
España vio en ese momento la oportunidad de recuperar el territorio de Florida arrebatado en la anterior guerra por los ingleses (guerra de los siete años 1754-1763) y las plazas tomadas en Campeche y Honduras. Su más activo artífice fue el que era entonces Gobernador de la Luisiana desde 1776, Bernardo de Gálvez y Madrid.
Con solo 31 años, empezó a gobernar el territorio cedido por los franceses, actuando siempre con gran inteligencia y determinación, tomando entre otras medidas la prohibición de esclavizar indios según la ley española, lo que hizo que con el tiempo desapareciesen los esclavos de este origen en la enorme excolonia francesa, favoreciendo las simpatías de las tribus hacia las autoridades españolas.
España era entonces dueña de todo el territorio al oeste del gran Misisipi, y estuvo apoyando discretamente a las colonias norteamericanas contra su habitual enemigo Inglaterra, a la que finalmente le declaró la guerra el 21 de junio de 1779. Se encontraba respaldada por Francia y Estados Unidos que acababa de proclamar su independencia (4 de julio de 1776). Su objetivo: expulsar a los ingleses del Seno Mexicano (Golfo de México).
Inglaterra, que controlaba a su vez las tierras al Este del río Misisipi, lo veía venir y había ofrecido a España devolverle Menorca y Gibraltar a cambio de su neutralidad. No lo aceptó Carlos III.
(Once guerras se han librado entre españoles e ingleses durante mas de doscientos años y esta era la novena: (1585-1604), (1625-1630), (1655-1660), (1702-1714), (1718-1720), (1727-1729), (1739-1748), (1761-1763), (1779-1783), (1796-1802), 1804-1809).
Declarada la guerra, Bernardo de Gálvez tomó la iniciativa. Sospechando un ataque británico a la Luisiana, había preparado una ofensiva preventiva por sorpresa a las posiciones británicas del bajo Misisipi; pero el 18 de agosto un tremendo huracán azotó Nueva Orleans, destruyó gran número de casas y hundió los barcos que se encontraban en el río, armados y habilitados para la campaña. A pesar del gran contratiempo Gálvez consiguió mantener el espíritu de la tropa y logró recuperar algunos barcos y artillería del fondo del río.
Entonces su primer objetivo fue tomar Fort Bute en la localidad de Manchac. Al mismo tiempo, preparó su retaguardia controlando los lagos Maurepas, Pontchartrain y Borgne, situados entre Baton Rouge y Nueva Orleans, desde donde los ingleses podrían contraatacar, pues la desembocadura del Misisipi estaba bien asegurada por los españoles. En los primeros días de septiembre llevó a cabo cinco golpes de mano navales que le convirtieron en dueño de los mismos. Cayeron los puestos británicos del río Amita, Fuerte Green y Thomson Creek, y fueron tomados el bergantín West Florida (luego renombrado como Galvestown) y otras embarcaciones menores con tropas británicas de refuerzo.
Gálvez había partido en persona desde la capital de la Luisiana Nueva Orleans, el 27 de agosto de 1779 con una fuerza de 667 hombres blancos, negros y mulatos. Dejó la ciudad defendida con las milicias y tras una difícil y lenta marcha por terreno pantanoso y palúdico, alcanzó Manchac por sorpresa el día 6 de septiembre. Al día siguiente, después de colarse por una tronera del Fuerte Bute, los españoles lograron rendir su guarnición. Se trataba de una posición avanzada británica, que se encontraba al este del Misisipí y de Baton Rouge. De camino, Gálvez había reclutado otros seiscientos sesenta y siete efectivos y ciento sesenta indios.
Sin bajas en ninguno de los dos bandos, la victoria de Gálvez sirvió para que sus fuerzas ganasen en experiencia y en ánimo. Logró el objetivo de obtener una victoria fácil para sus bisoñas tropas, y luego se dispuso para avanzar hacia Baton Rouge para evitar la concentración de fuerzas británicas que estaba preparándose para invadir la Luisiana.
En Baton Rouge, que se encontraba a 25 km, las fuerzas estaban equilibradas; el fuerte Nuevo Richmond estaba defendido por 400 veteranos británicos con 18 cañones de grueso calibre y 100 indios armados. Sus altas murallas estaban defendidas por un gran foso, ancho y profundo. Gálvez inició la marcha el 13 de septiembre y llegó a Baton Rouge el 18. Preparó su artillería y comenzó a batir el fuerte el día 21, que fué desarbolado. Los ingleses tardaron muy poco en rendirse. Después de enterrar a sus muertos salieron del fuerte el día 22 con honores militares. Entregaron sus armas, sus banderas y quedaron prisioneros.
Enterados de estos sucesos, a 150 km aguas arriba del Misisipi al norte de Baton Rouge, la guarnición británica del fuerte Panmure (fort Rosalie) de Natchez, se rindió el 5 de octubre a los españoles sin combatir. Este puesto controlaba una amplia región de la orilla izquierda del río.
Gálvez, con esta guerra relampago, además de apoderarse de esta región, había desecho a las fuerzas británicas que habían intentado reagruparse para haberse dirigido contra Luisiana; con ello de paso, mejoró la situación de los estadounidenses en Georgia y Carolina del Sur y les abrió el gran río Misisipi a la navegación.
Tras regresar triunfalmente a Nueva Orleans, Gálvez con 33 años fue ascendido a Mariscal de Campo, y enseguida comenzó a preparar la campaña contra los principales objetivos de la región: la Mobila y Panzacola.
El 14 de enero de 1780 emprendió la conquista de Mobila, como primer objetivo para expulsar a los británicos de la Florida Occidental. En Nueva Orleans se hizo a la vela con doce barcos y cerca de ochocientos hombres de tropa veterana y milicias.
Calmas y borrascas dificultaron la travesía; hasta el 10 de febrero no les fue posible embocar la bahía de Mobila, donde nuevas calamidades se abatieron sobre la flota: varias embarcaciones encallaron y otras seis naufragaron en medio de una tempestad que impidió su auxilio. En total se perdieron 400 hombres.
Gálvez reorganizó las tropas que pudieron desembarcar y, valiéndose de ocho cañones salvados de la fragata El Volante, ordenó que se estableciera una batería en la punta de Mobila, con objeto de dominar la entrada de la bahía. Luego movilizó sus tropas hacia el fuerte Charlotte, que defendía la plaza, y el 25 de febrero tomó posiciones a menos de dos kilómetros del enemigo para iniciar los preparativos del ataque.
Se apresuraron los trabajos, se abrieron las trincheras y se establecieron las baterías. A pesar del continuo fuego enemigo, Gálvez, con los escasos medios de que disponía y con la ayuda de cuatro barcos llegados de La Habana con quinientos hombres, logró abrir brecha en el fuerte británico, estrechando el cerco de tal modo que el 14 de marzo de 1780 se rindió la plaza a las armas del rey Carlos III, justo dos días antes de la llegada del general inglés Campbell que con 1.100 hombres acudía en socorro de los defensores, por lo que tuvieron que darse la vuelta. Concluida esta conquista, Gálvez dejó al coronel José de Ezpeleta y Galdeano al cargo de Mobila y regresó a Nueva Orleans, dispuesto a acometer sin tardanza la conquista de Panzacola.
Entre tanto en otro escenario del Golfo de México, se había procedido a expulsar a los ingleses de sus bases en Campeche en los meses de septiembre y octubre de 1779, en concreto de Cayo Cozina junto al río Hondo, y en el río Chevun.
Después de la fulminante caída de las plazas de Manchac, Baton Rouge, Natchez y Mobila, se entraba ahora en la fase decisiva de la guerra anglo española en el Golfo de México, con un triple intento español de tomar Pensacola y varios contraataques británicos.
El primer intento de tomar la importante plaza se inició en marzo de 1780, cuando el Teniente General de la Armada Juan Bautista Bonet (Comandante de marina de La Habana) con una flota de 13 buques de guerra y 26 de transporte y un total de 5.900 hombres se dirigió a Pensacola. Aunque su misión era ponerse a las órdenes de Bernardo de Gálvez que se encontraba en Mobila, inexplicablemente fueron directos a Pensacola, donde entraron en su puerto sin dificultad pero no se hizo acto de guerra, retirándose a los tres días, y poniendo rumbo a la Habana. Esta grave descoordinación no sería la única.
Dos meses más tarde, Misisipi arriba, el 26 de mayo de 1780 el fuerte español de San Carlos en San Luis (Illinois) al mando del teniente coronel Fernando de Leyva fue atacado por una columna británica de 1.200 hombres (300 soldados y 900 indios). El fuerte defendido por 29 soldados y 281 voluntarios civiles armados, la mayoría franceses, consiguió rechazar el ataque.
Como respuesta a el ataque inglés a San Luis, en enero de 1781 el gobernador español Francisco Cruzat envió a 65 integrantes de la Milicia de San Luis y algunos indígenas aliados al mando del español de origen francés Eugenio Purré, que tras remontar el Misisipi y el Illinois conquistó el 12 de febrero de 1781 el fuerte inglés de Saint Joseph (actualmente Niles) en Míchigan. Desde entonces la ciudad de Niles no olvida que la bandera española ondeó en ella, por ello se la llama la ciudad de las cuatro banderas: española, francesa, americana y británica.
El segundo intento de tomar Pensacola, en este caso a cargo de Bernardo de Gálvez, fue desbaratado por los huracanes de la región entre los días 16 y 18 de octubre de 1780. La potente flota compuesta por doce buques de guerra, 53 de transporte y 4.000 hombres, fue dispersada por todo el Golfo de México poco después de salir de La Habana, y aunque con mínimas pérdidas, el plan fue abortado.
Aprovechando los contratiempos españoles, los británicos iban a intentar recuperar Mobila, atacando a la guarnición española en la noche del 7 de enero de 1781 con una columna de 700 hombres procedente de Pensacola. Sitiaron la ciudad, pero los españoles al mando del coronel Ezpeleta y del comandante Ramón Castro, rechazaron completamente el asalto de los británicos, muriendo en el intento el coronel inglés que los mandaba. La columna británica viéndose derrotada y perdida decidió retirarse sin poder recuperar la plaza.
El tercer y definitivo asalto a Pensacola lo protagonizó brillantemente Bernardo de Gálvez, que partiendo de La Habana el 28 de febrero de 1781, con una flota de 32 buques puso rumbo a las costas del Golfo de México. En esta ocasión la Armada era menor: un navío de línea, el buque insignia «San Ramón» de 64 cañones, tres fragatas, un paquebote y varios pequeños transportes más, así como el contingente humano de 3.179 hombres, de los cuales 1.467 eran soldados de tierra. Esperaban aumentar estos efectivo s reuniéndose con dos columnas españolas, una por mar procedente de Nueva Orleans, y otra por tierra desde Mobile.
Al décimo día, 9 de marzo, la flota divisó Santa Rosa, pequeña isla muy próxima a Pensacola. Durante la noche, Bernardo de Gálvez desembarcó en Puerto Sigüenza, atacó a la guarnición inglesa y tomó siete prisioneros. En esta operación, dos fragatas inglesas fondeadas en la bahía fueron alertadas por los disparos y cañonearon a los españoles. A las órdenes de Gálvez, se produjo el contraataque y las dos fragatas inglesas huyeron en dirección al fondo de la bahía de Pensacola.
El domingo 18 de marzo se mantuvo un grave desacuerdo que había surgido hacía días entre Gálvez y el capitán de navío José Calvo de Irazábal, comandante de la flota de guerra y del navío San Ramón, que se negaba a entrar en la bahía por el riesgo de embarrancar en la entrada y quedar expuesto a los cañones del baluarte inglés de Barrancas Coloradas (Red Cliffs). Bernardo de Gálvez decidió entonces entrar solo en su bergantín, acompañado por dos lanchas cañoneras y una balandra de su competencia.
A pesar del cañoneo del fuerte de Barrancas Coloradas, la pequeña flotilla con Gálvez al mando consiguió penetrar en la bahía y entrar en la dársena de Pensacola, solo con desperfectos en su arboladura.
Las tropas españolas que presenciaron el hecho desde la isla de Santa Rosa lo celebraron con gran algarabía y al día siguiente el resto de la expedición y los navíos de guerra excepto el San Ramón, entraron en la bahía y dársena de Pensacola sin apenas daños.
Después de entrar en la bahía la expedición de Gálvez, el ataque definitivo dependería de las fuerzas terrestres comandadas por José de Ezpeleta, que estaba en camino desde Mobila y que tenía órdenes de tomar los tres fuertes que defendían Pensacola, y así se actuó en consecuencia. El de la Media Luna (Queen´s Redoubdt), el del Sombrero (Prince of Wales) y el del Rey Jorge (George), caerían como piezas de dominó.
A partir de aquí comenzó un cerco que durará 2 meses. En los días siguientes fueron llegando las tropas desde Nueva Orleans, Mobila y La Habana, alcanzando el 19 de abril un total de 7.677 hombres. Pensacola estaba defendida por 1.800 británicos.
El abastecimiento de las fuerzas españolas se garantizó con el ganado de Texas, el suministro de La Habana y los productos del Misisipi.
El 1 de mayo, todos los barcos británicos de guerra y mercantes que estaban en la bahía ya habían sido capturados o destruidos, algunos por sus propias tripulaciones. Al menos diez de ellos fueron recuperados por los españoles. Se acercaba el final.
El 8 de mayo la artillería española intensificó su acción sobre el fuerte que estaba en una posición mas elevada, que era el de la Media Luna, y como consecuencia de ello acabó saltando por los aires, muriendo 105 hombres de la guarnición británica. Tomada esta posición se atacó desde allí con artillería los fuertes George y Prince of Wales, y el mismo día los ingleses izaron bandera blanca.
El 10 de mayo de 1781 los británicos con honores de guerra, entregaron los fuertes, las armas y las banderas, y fue izada la bandera española en Pensacola. Los ingleses serán totalmente expulsados del Seno Mexicano dos años más tarde, cuando tendrán que devolver el resto de Florida (Oriental), a cambio de conservar las Bahamas que habían sido también tomadas por los españoles.
En relación con el grave incidente ocurrido con el capitán de navío Calvo Irrazábal, Bernardo de Gálvez escribió después de la victoria:
«Los navíos españoles saben acercarse a los mayores escollos sin perderse, cuando a la cabeza de las escuadras hay hombres con firmeza, con valor…»
El 3 de noviembre de 1783, Gálvez recibió la Gobernación y Capitanía General de la ciudad de San Agustín y de las Provincias Occidental y Oriental de Florida y en 1784 se le añadiría el Gobierno y la Capitanía General de Cuba.
Bernardo de Gálvez, ya como virrey de Nueva España, moriría el 8 de noviembre de 1786 en Tacubaya (Ciudad de México), contando solamente 40 años de edad.
Finalizada la guerra anglo española de 1779-1783, Gálvez le había dicho en una de sus cartas a Diego de Gardoqui, comerciante intermediario con los estadounidenses y primer embajador español ante el Gobierno de los Estados Unidos desde 1784, que recordase al Gobierno norteamericano los servicios prestados por España en su lucha por la independencia “como los únicos derechos que tienen en el Mississippi, pero derechos de gratitud hacia nosotros y no de usurpación”.
Pocos años después, el sueño democrático de Jefferson, de una sociedad de campesinos igualitarios, autosuficientes, alejados de las ambiciones imperialistas, de la polución y la pobreza de las ciudades, no se concretó nunca.
Los estadounidenses acabaron haciéndose con el control de los que fueron dominios españoles, pero lo que sucedió fue más bien que las tierras del valle del Misisipi fueron concentradas en pocas manos y dedicadas en gran parte a cultivar algodón por medio del trabajo de los esclavos negros (entre 1820 y 1860, el tráfico de esclavos produjo la compraventa de algo más de un millón de africanos y sus descendientes, tan sólo en la cuenca baja del río).
A partir de los años treinta del siglo XIX, las mejores inversiones económicas en esa región eran la tierra, los esclavos y los barcos de vapor. La utilización preferente de una sola variedad de algodón, la llamada Petit Gulf, que se eligió porque era más resistente, provocó una transformación ecológica, ya que el monocultivo perjudicó la fertilidad de la tierra e hizo que una de las más ricas regiones agrícolas del planeta dependiera del comercio para su alimentación.
Pero España había ya abandonado el Misisipi en 1803 y el Golfo de México en 1821.
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