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La Selva de Irati es el mayor hayedo de Europa y está al norte del valle de Aezkoa, en el Pirineo Navarro.
El valle de Aezkoa, en el Pirineo Navarro, se extiende a lo largo de miles de hectáreas, y dentro de esta enorme zona se encuentra la selva de Irati, uno de los mayores hayedos de Europa. Sus infinitos bosques, hórreos, ruinas de construcciones antiguas, poblados rurales y hasta cuevas, forma parte fundamental de este paisaje que hoy descubrimos.
A este monumental hayedo se le conoce como la Selva de Irati y se extiende a lo largo de 17.000 hectáreas. En todo su bosque se refugian una gran cantidad de aves como reyezuelos, pinzones o petirrojos, además de especies terrestres como zorros, jabalíes o ciervos. Y gracias a esta amplia biodiversidad, existen tres zonas protegidas: las reservas naturales de Mendilatz y Tristuibartea y la reserva de Lizardoia. Esta última alberga áreas de bosque virgen.
Este mastodóntico bosque invita a perderse por sus numerosos senderos. En función de cuál elijamos, subiremos a la estación megalítica de Azpegi, a la torre romana de Urkulu o rodearemos el embalse de Irabia. Esta última zona se encuentra escondido en el centro del bosque y toda su extensión está rodeada por árboles. Si dedicamos un día entero a pasear entre sus miles de árboles y nos cansemos o llevamos algo de comida para hacer un picnic en mitad de la naturaleza, podremos hacer una parada en algunas de sus áreas de descanso o merenderos, repartidas por todo el territorio.
Valle de Aezkoa
Aunque su principal atracción es la Selva de Irati, esconde otros atractivos que pueden hacer las delicias de los amantes del turismo rural. Sus pueblos de casas bajas, tejas rojas y calles empedradas rodeados de montañas son dignos de postal. Hay un total de nueve localidades a lo largo de este valle y cada una de ellas ofrece unas vistas únicas del Pirineo navarro.
Si estás por la zona, también es recomendable visitar las ruinas de la antigua fábrica de armas de Orbaizeta. Fue construida en el Siglo XVIII para abastecer de artillería a los soldados de Carlos III. Su peculiar ubicación es fruto de su proximidad a yacimientos de hierro, plata y plomo, además de la abundancia de agua y madera que hay a su alrededor, fundamentales en la fabricación de armas y herramientas. Tras varios incendios y saqueos, cerró definitivamente sus puertas en 1873. Sus arcos de piedra sobre el cauce del río siguen en pie y permiten una imagen espectacular.
En esta zona también abundan los hórreos, declarados Bien de Interés Cultural. De los 22 que se conservan en Navarra, 15 están en este valle. Se caracterizan por tener tejados a dos aguas, una forma rectangular, paredes de piedra y estar levantados a unos centímetros sobre el suelo. Estas peculiares construcciones servían para almacenar el grano y hoy en día se conservan por su valor histórico.
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