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Vibrante, monumental y lleno de exotismo, el Triángulo Dorado muestra la esencia y las tradiciones milenarias del país asiático.
En un país tan extenso como India; Delhi, Jaipur y Agra son algunas de las ciudades que mejor cuentan su historia a través de emblemáticos monumentos como el Taj Mahal. Ciudades que conforman el Triángulo Dorado, un circuito triangular de unos 720 kilómetros llamado así por la ubicación que estos tres enclaves, repletos de atractivos, dibujan en el mapa. El recorrido es una buena forma de llevarse una amplia impresión del país y de su exótica cultura.
Delhi, como ciudad de entrada a India, es el punto de partida perfecto para sumergirnos poco a poco en su intensidad. Subidos a un rickshaw recorremos Old Delhi, presidido por el transitado mercado de Chandni Chowk a un lado y el Fuerte Rojo al otro.
El moderno templo hindú Akshardham, el minarete Qatub Minar -declarado Patrimonio de la Humanidad-, la enorme mezquita Jama Masjid o la Tumba de Humayun, posible predecesora del Taj Mahal, son los monumentos que nos llevarán hasta la Nueva Delhi para que continuemos ensimismándonos con los contrastes religiosos, culturales y arquitectónicos de la capital del país.
Esquivando vacas y elefantes que pasean sosegados por caminos e incluso por carreteras, llegaremos hasta Jaipur, la capital de Rajastán. Esta localidad es conocida como "la ciudad rosa", el color elegido para pintarla ante la visita del príncipe Alberto de Gales. Una de las fachadas asalmonadas más fotogénicas es la del Palacio de los Vientos, con sus numerosas ventanitas blancas. Levantado en 1799 como harén del Palacio de la Ciudad, simula la cola de un pavo real. Junto a él, el antiquísimo observatorio astronómico de Jantar Mantar exhibe el segundo reloj solar más grande del mundo. Muy cerca se encuentran también los bazares de la ciudad vieja, reunidos por gremios y donde no podremos olvidar regatear.
A las afueras de Jaipur, la monumentalidad se sucede en lugares como el templo Shiromani, el fuerte Jaigarch o el palacio Jal Mahal, construido sobre el lago de Man Sagar. Subir hasta el fuerte Amber y pasear por sus pabellones y jardines es otro de los imprescindibles de la región. Por el camino nos detendremos en el pozo escalonado Panna Meena para tomar unas fotos de sus escaleras geométricas.
De camino a Agra haremos una parada en Fatehpur Sikri, una ciudad rojiza fundada por el emperador Akbar entre 1571 y 1585 como capital del antiguo imperio mogol. Del mismo imperio es el Fuerte de Agra o Fuerte Rojo, localizado a orillas del río Yamuna, a escasos kilómetros del Taj Mahal. Es precisamente frente a la imagen más representativa de la India donde la emoción de todo lo vivido estalla.
Ni la pantalla ni el papel hacen justicia a la magnética muestra de cariño que el emperador Sha Jahan mandó edificar para su amada. Hicieron falta 22 años y 20.000 obreros para completar la obra. Con los naranjas del atardecer impregnando esa excepcional lágrima de mármol, nos despedimos del país de los mil colores y alguno más.
Un pequeño rincón del planeta que la revista VIAJAR te lleva a conocer gracias a Club VIAJAR. Un viaje único para descubrir Agra, Jaipur, Delhi y todas las maravillas que han llevado a la India a ser un destino perfecto.
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