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Moldavia, Azerbaiyán o Armenia son países que probablemente no te habías planteado, y son una caja de sorpresas
No están en los circuitos clásicos del turismo masivo, pese a contar con gran riqueza natural y cultural. Por eso, tal vez para planes futuros, es hora de tenerlos en cuenta. Si lo tuyo es el descubrimiento de tesoros, puede que estos sean tus destinos:
Uzbekistán, oriente puro
La ausencia casi total de huellas del mundo occidental es lo que más llama la atención en este diamante turístico apenas sin pulir. Uzbekistán es el auténtico Oriente y viajar a sus maravillas por volar a la legendaria Samarkanda y dejarse llevar por la intuición. Arquitectura islámica de un valor excepcional, ciudades milenarias que son Patrimonio de la Humanidad y la mítica Ruta de la Seda jalonan este territorio árido de montañas y campos de algodones en uno de los más bellos países de Asia central.
Bulgaria, un viaje económico
Ajeno a las hordas del turismo, este país balcánico está catalogado como uno de los destinos más baratos del panorama actual. Encrucijada de caminos entre la Europa del Este, Oriente Medio y el Mediterráneo, Bulgaria sigue siendo un rincón enigmático pese a contar con atractivos como su extensa costa sobre el Mar Negro, sus pintorescos pueblos en el corazón de las montañas y su fascinante patrimonio cultural repleto de vestigios arqueológicos y monasterios legendarios. En sus vibrantes ciudades, incluida Sofía, la capital, el precio del transporte, los museos y el alojamiento en casas privadas (una práctica muy común) resulta de lo más asequible.
Armenia y sus joyas religiosas
Completamente fuera de los circuitos tradicionales, en esta ex república soviética marcada por los horrores de la guerra hay mucho por descubrir. Es difícil encontrar otro lugar donde la profundidad de la fe sea tan evidente, dada su condición de primer país en el planeta en adoptar el cristianismo. Por eso, visitar Armenia es sumergirse en sus monumentos religiosos, algunos asentados entre montañas grandiosas. Pero hay más: lagos como el Seván, bosques tupidos, cañones, cordilleras nevadas y una sensación de aislamiento, e incluso irrealidad, que muy pocos enclaves proporcionan.
Moldavia, el encanto de lo rural
Sólo los amantes de lo más ancestral, del campo y la tradición, de las costumbres arraigadas desde tiempo inmemorial, podrán entender este país, el más pobre y rural de Europa. Un destino que hace de la autenticidad su más preciado valor y que tiene sus grandes bazas en la capital, Chisinau, en los monasterios y el sitio histórico de Orheiul Vechi y en las cada vez más populares rutas del vino en torno a las bodegas de Cricova o Milestii mici. Gran potencial también tienen los albergues agrícolas, en los que el viajero puede alojarse para compartir la vida cotidiana de los locales y asistir con ellos a fiestas de artesanía y folclore.
Azerbaiyán, puerta al exotismo
Con la garantía de una desbordante riqueza paisajística y cultural, Azerbaiyán lleva tiempo allanando el camino para convertirse en un destino de primera. En ciudades como Bakú, la capital, o Ganja, la modernidad se abre paso de manera sorprendente. Las montañas del Cáucaso, las playas en el mar Caspio, la hospitalidad de sus gentes y una sabrosa gastronomía secular son algunos de los alicientes para descubrir el exotismo de este país, que asiste a una creciente apertura de hoteles ultramodernos y a una mejora de sus comunicaciones.
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