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Si estás buscando un destino top para recargar pilas, comer de lujo, dormir hasta que el cuerpo duela y disfrutar de paisajes de ensueño, toma nota porque esta propuesta contiene todos estos ingredientes.
Menorca es única por su luz, por sus calas, por el color de sus aguas. Enclaves como Mahón o Ciudadela son imprescindibles para el viajero que pisa por primera vez esta isla. y te proponemos un plan para que vivas el estilo de vida menorquín de una manera auténtica. Vamos a viajar hasta Binibeca, ¿nos acompañas?
Menorca es una isla pequeña, de punta a punta, tiene en torno a 45 kilómetros. Y nosotros nos trasladamos hasta el sur, hasta el pequeño pueblito de pescadores de Binibeca, situado a unos 8 kilómetros de Mahón, en el término municipal de San Luis.
Entrar en este pueblo es convertirse en un extra de la película de 'El Show de Truman'. Todo es tan absolutamente bello, ordenado y limpio que no parece real. Las casas, de dos alturas, son de un blanco que hace daño a la vista. Es imposible encontrar un desconchón en las paredes, un papel en el suelo o alguien que levante la voz. Paz. Este pueblo es paz y naturaleza.
Las calles estrechas y laberínticas son la mejor medicina para combatir el estrés. También son el 'place to be' para todas aquellas personas que buscan los lugares más instagrameables de la isla. Y es que en cada esquina se puede ver a alguien buscando el mejor enclave. Por cierto, vamos a hacerte un pequeño spoiler: no hay encuadre malo.
Qué ver en Binibeca, pueblo de pescadores
Un par de restaurantes pequeñitos, algunas tiendas con artesanía o moda menorquina y un pequeño centro de ocio (con varias propuestas gastro) situado en torno a un bonito y floreado patio completan esta postal. Es imprescindible subir a la primera planta y sentarnos a contemplar el atardecer desde el BB Cocktail Bar Menorca, un lugar muy inspirador en el que la amabilidad y la calidad de los cócteles te harán sentir en el paraíso. Por supuesto, no deberías salir de aquí sin probar la pomada. Y no estamos hablando de una crema milagrosa de uso tópico, sino de la típica bebida elaborada con ginebra de la marca Gin Xoriguer con limonada casera o refresco de limón.
Pasar unas horas en este escenario de cuento es más que suficiente para olvidarnos del estrés y el ritmo de vida tan acelerado que llevamos. Eso sí, antes de despedirnos, debemos pasear por la rampa que da acceso al mar. Si el día es soleado, el color del agua parece creado por la IA, mientras que si no luce el sol, la perspectiva, las sensaciones que percibe el explorador, cambian completamente.
Visitar Binibeca Vell nos lleva poco tiempo y aún tenemos un fin de semana en el que necesitamos comer bien, descansar como reyes y reinas y disfrutar de alguna que otra experiencia.
Barceló Nura: un hotel para disfrutar del slow life
A 10 minutos en coche de este pueblito de pescadores llegamos al hotel Barceló Nura. Un oasis situado en Biniancollet, a kilómetro y medio de la famosa playa de Punta Prima. Este 5 estrellas es el campo base perfecto para recargar pilas en un ambiente lujoso pero distendido.
Cuenta la leyenda que los fenicios bautizaron a Menorca con la palabra Nura por los altos fuegos que veían al pasar con sus barcos. De ahí el nombre de este hotel, que cuenta con 128 amplias habitaciones de diseño vanguardista. Algunas de ellas, además, tienen piscinas semiprivadas o jardín compartido y salón integrado en la habitación.
Resulta interesante la calma que se siente paseando por este alojamiento. El viajero se sentirá especial, mimado, atendido y, sobre todo, olvidará que comparte espacio con otros huéspedes. Conseguir una experiencia completa de bienestar es posible gracias a las piscinas exteriores, la zona wellness de última generación con spa y gimnasio o su carta de actividades que despertará tu conexión con la naturaleza.
Experiencias: wellness y artesanía
Las experiencias que puedes vivir en este hotel o remanso de paz son intensas. Practicar yoga en un rincón secreto y ver amanecer con el ruido del agua de fondo alimenta el espíritu...
Y seguimos también con el mar como protagonista. Bueno, más bien con los microplásticos que llenan nuestras costas. Un grave problema del que la diseñadora de joyas Blanca Alcañiz (con su firma Cuchara Tenedor), pretende concienciar gracias a una colección que se puede adquirir en el hotel. Además, están trabajando para poder ofrecer talleres en los que el cliente elabore su propia joya.
Blanca nos habla de esta colección realizada con microplásticos recogidos por ella misma en las costas menorquinas y su inspiración: "La colección se presentó en el Día Internacional del Reciclaje por un motivo obvio, mi principal intención al crear esta colección es la de concienciar de la importancia del reciclaje, una acción de compromiso y responsabilidad colectiva necesaria para cambiar la situación del planeta".
Gastronomía menorquina de alto nivel
Hemos alimentado casi todos nuestros sentidos. La vista, con unos paisajes y un hotel parecidos al edén; el tacto, trabajando esas joyas creadas con microplásticos; el olfato, con esos aceites relajantes que hacen de la visita al spa un momento mágico; el oído, con el sonido de las olas y el canto de los pájaros… y sí, nos falta el gusto, que no por último resulta menos importante. ¡Justo lo contrario!
Aquí la materia prima lo es todo, los productos de proximidad son de máxima calidad y esto hace que la experiencia gastronómica sea de primer nivel. El Restaurante Sa Tanca, con cocina vista, debe su nombre a las antiguas 'tanques', pequeñas parcelas de tierra en las que se dividía una explotación agraria, con el fin de favorecer la rotación de cultivos y evitar agotar lo más valioso, la tierra.
Proveedores como Sa Cooperativa del Camp de Menorca, con una selección de quesos Mahón- Menorca con Denominación de origen Protegida, ensaimadas y dulces artesanales servidos por la pastelería artesana Can Pons, carne Wagyu de la isla o sobrasada que sirven desde J.J. Carreras Alimentación son solo algunas de las delicatessen que harán que la parte gastronómica de este fin de semana de ensueño también esté a la altura. Tampoco podemos olvidarnos del vino, con propuestas interesantes de Torralbenc o las ginebras Innat, con un sabor y una historia de lo más potentes.
Tan solo 48 horas son suficientes para escaparnos a Menorca y poder desconectar del mundo y reconectar con nosotros mismos. Un pueblo mágico y un campamento base de lujo conseguirán que volvamos a la rutina y a nuestro ritmo diario con una energía que nos permitirá ponernos el mundo por montera.
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