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Paisajes fascinantes, cortados de infarto, botánica, fauna e historia se concentran en el Caminito del Rey, una impresionante pasarela en el corazón de Málaga. El sendero, considerado como uno de los más peligrosos del mundo, ofrece un emocionante recorrido a más de 100 metros de altura por el Paraje Natural Desfiladero de los Gaitanes.
El Caminito del Rey resulta excitante mucho antes de comenzarlo. La revirada carretera de acceso llega hasta el bello pantano azul turquesa Conde de Guadalhorce, presidido por la casa del ingeniero Rafael Benjumea y la imponente montaña de roca. Entre los municipios de Ardales, Antequera y Álora se muestra uno de los más descomunales fenómenos geológicos del sur de la Península, el Paraje Natural del Desfiladero de los Gaitanes. Este espacio natural, de más de dos mil hectáreas, esconde un tesoro geológico cuajado de flora y fauna de incalculable valor ecológico. Y es que hace millones de años estas magníficas cumbres fueron un fondo marino que emergió hasta alcanzar su altura actual y formar el Sistema Bético. Así, la fuerza de la Naturaleza ha convertido los acantilados marinos en los sensacionales cañones fluviales que recorre el Caminito del Rey.
Una vez en el pantano Conde de Guadalhorce, la referencia para comenzar la ruta es el restaurante El Kiosko, donde a su izquierda se abre un túnel excavado en la roca, punto de partida del paseo que lleva hasta la entrada del actual Caminito del Rey. Este sendero de acceso discurre entre fresnos, sauces, pinos y la visionaria y adelantada para su tiempo obra civil que produjo la primera electricidad de Andalucía.
Por este apacible paseo se llega al control de entrada, donde entregan el casco de seguridad que habrá que llevar puesto en todo momento. El recorrido se inicia junto al edificio que contiene los transformadores eléctricos, y un poco más adelante está la antigua Presa y Central de Gaitanejo, construida por el citado ingeniero Benjumea y admirada por Alfonso XIII. A partir de aquí, las montañas empiezan a cerrarse a nuestro alrededor hasta convertirse en una hendidura donde arranca la magia del excitante Caminito del Rey.
Este prodigio hoy rehabilitado, que inicialmente se construyó para que los obreros pudieran acceder a las compuertas del canal, es el tercer trazado. La pasarela original se levantó en el año 1901 con unos simples tablones de madera adosados a la roca para acceder de manera rápida al interior de los cañones y empezar a construir el canal que atravesaría todo el Desfiladero.
Pero una inundación alcanzó la leve estructura, así que tuvieron que construir un segundo camino, paralelo al primero, pero situado a mayor altura, que popularmente llamaron Los Balconcillos. Lo erigieron marineros expertos en trabajar sobre los mástiles de los barcos de vela, que demostraron sus habilidades para ir empotrando raíles de ferrocarril en la roca para el sostén de una bovedilla de ladrillo y cemento. Y este segundo camino fue el que Alfonso XIII recorrió en 1921 durante su viaje oficial para colocar la última piedra de las obras hidráulicas de El Chorro.
De ahí que desde entonces empezaran a llamarlo El Caminito del Rey, y pasó a formar parte de la vida cotidiana de la localidad de El Chorro y alrededores. Lo transitaban desde los niños para ir al colegio hasta familias enteras para atajar, por este paso entre montañas, en sus desplazamientos entre los pueblos de los alrededores.
Arqueología industrial singular
La ambiciosa y espectacular recuperación de este sendero centenario ofrece hoy un lugar privilegiado para disfrutar de un espectáculo insuperable y de una arqueología industrial singular. El titánico trabajo de recuperación ha sido galardonado en los Premios Unión Europea de Patrimonio Cultural Europa Nostra por la magnífica obra de ingeniería para solucionar el deterioro gradual desde su construcción, y por el innovador sistema constructivo que ha dejado intacto parte del camino original dentro de un paisaje realmente impresionante.
Con el sonido del río Guadalhorce empieza el espectáculo de cañones, barrancos, precipicios y paredes de roca vertical donde sobrevuelan águilas reales y buitres leonados. Por delante, tres kilómetros de recorrido por uno de los senderos más peligrosos del mundo. El primer cañón del recorrido es el más estrecho de todos, ya que en algunos puntos menos de cinco metros separan las paredes de la montaña.
En Los Gaitanejos, la parte inferior de las gargantas, estrechas y serpenteantes, son todo un espectáculo para el oído, la vista y el equilibrio. Aquí se encuentran las llamadas escaleras de chocolate, y descendiendo por ellas se puede ver de cerca el lago, y una pequeña cavidad donde se ha encontrado una espina de salmón usada como aguja por cazadores del Neolítico.
En la parte final de este primer cañón, bajo sus pasarelas se pueden observar los restos de la primera estructura metálica usada para las obras del canal, y la línea férrea que desde agosto de 1865 permitió a Málaga salir de su cerco montañoso. Más adelante se mantiene el impresionante puentecillo que originalmente unió el ferrocarril y la pasarela, y que servía como descargadero de material. Aquí fue donde Alfonso XIII concluyó su visita real al Caminito del Rey, que no llegó a recorrer en su totalidad.
Al salir del primer cañón aparece un circo de montañas que acoge un valle que parece encantado, el Valle del Hoyo. Este majestuoso espacio central del Desfiladero discurre paralelo a las antiguas canalizaciones. Y, sin duda, es el lugar ideal para descansar y tomar un tentempié. Siguiendo el camino se encuentran las ruinas de la Casa del Hoyo, habitada mucho antes que se iniciaran las obras del Caminito del Rey y donde se encontraron cerámicas medievales, al parecer del siglo XIII, que indican que allí hubo una construcción anterior.
Si hace 114 años fueron marinos malagueños y gaditanos colgados del desfiladero los que montaron un sendero de madera primitivo, hoy la I+D ha estado presente con el uso de drones y láser de punto para poder medir con absoluta precisión las distancias. Para la construcción del nuevo Caminito del Rey se han empleado tres años de diseño y uno de construcción, en el que se han utilizado 15.000 tablas de madera y 1.500 metros de malla metálica de acero inoxidable trenzado. Han colaborado en su construcción doce alpinistas, cerca de veinte operarios, técnicos de I+D y un helicóptero.
El balcón de cristal y el puente colgante
El último gran tramo del Caminito del Rey resulta mágico, extraordinario, impactante y sobrecogedor. A más de cien metros sobre el nivel del río, el recorrido serpentea pegado a las paredes del desfiladero y ofrece un paisaje asombroso. Uno de los puntos fuertes es el balcón de cristal que sobresale de la pasarela, no apto para cardiacos porque su base de cristal transporta al vacío. Más adelante se puede observar un fósil de ammonites que demuestra la procedencia marina de estas montañas, que hace millones de años fueron auténticas playas jurásicas.
Siguiendo la pasarela se llega al emblemático y vertiginoso testimonio de lo que fue la estrecha y profunda antigua pasarela. Aquí se entremezclan dos túneles muy próximos, con gigantescos estratos puestos en pie por la fuerza de la naturaleza y el gran cañón, todo un impacto visual. Pasada una placa en recuerdo a unos deportistas que perdieron la vida en este lugar, asoma el otro plato fuerte de El Caminito del Rey: el antiguo puente acueducto. Volado a más de 100 metros sobre el río, desde 1904 sirvió para cruzar el agua de una vertiente a otra.
Y en paralelo reluce el nuevo puente colgante de acero, que con más de 34 metros de fondo llena el estómago de mariposas con solo pensar que hay que cruzarlo. Entre vértigo y movimiento, la rejilla del puente colgante es un escaparate del abismo que hay bajo nuestros pies, un momento lleno de magia entre el sonido del agua al caer, el planeo de los buitres, el leve balanceo vertical del puente, el vacío y la grandeza del hombre por acometer esta sensacional construcción que vuela sobre la nada.
El puente lo ensamblaron alpinistas con las piezas que un helicóptero les suministraba desde el aire. Superada la adrenalina y emoción de cruzar el puente colgante de acero, se llega al último tramo de pasarelas desde donde se aprecian las montañas de las Mesas de Villaverde, que conservan restos arqueológicos de Bobastro, la ciudad de los cristianos rebeldes enfrentados a los emires de Córdoba.
El Caminito del Rey termina por encima de la línea férrea, que se rebasa por encima por unas empinadas escaleras, y tras su dura subida se alcanza tierra firme. Un suave y agradable paseo lleva hasta el control de salida en Álora, frente a las aguas calmas del embalse de El Chorro. Atrás queda la mágica sensación de haber caminado por el cielo.
Datos prácticos de la ruta
La ruta del Caminito del Rey discurre por el Paraje Natural Desfiladero de los Gaitanes y traza un recorrido de casi 8 kilómetros –5 km de accesos y de 3 km de pasarelas–, en un recorrido lineal que se realiza en unas cinco horas, contando lo que se tarda en llegar desde los accesos principales a su inicio y final. La visita puede ser guiada (18 euros) o por cuenta propia (10 euros, a los que hay que sumar 1,55 euros del autobús para volver al origen).
El máximo de personas que pueden acceder al Caminito son 1.100 al día, así que con una lista de espera de varios meses es conveniente planificar con tiempo la visita. Las reservas se deben realizar en www.caminitodelrey.info. No pueden recorrerlo los niños menores de 8 años y se desaconseja su recorrido a las personas que no cuenten con una adecuada preparación física o que padezcan vértigo. Imprescindible la Guía de Pedro Cantalejo, historiador especializado en Prehistoria.
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