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Un municipio de la provincia de Tarragona enamora a sus visitantes por su arquitectura y su variedad gastronómica
El entrecomillado de este titular no es en vano. Fue Josep Maria Espinàs, un gran conocedor y caminador de toda Cataluña quien bautizó a Vilella Baixa como “la Nueva York del Priorat”. ¿Por qué?
Sólo hace falta tener una visión panorámica de este municipio de poco más de 200 habitantes para poder tener una idea de las razones de este apelativo. No, no hay rascacielos, pero es que sus construcciones históricas tienen de seis a más pisos.
Ubicación
La explicación también salta a la vista. Las construcciones se adaptaron a esta orografía que es más que peculiar. Cuando uno pasea por sus calles, no ve que sean tan altos. Desde la entrada de los edificios sólo hay dos plantas superiores, el resto, hasta cinco pisos más, se construyen hacia abajo, sobre el barranco de Scala Dei.
Todas estas plantas, hasta siete tienen algunos edificios, se ven desde lejos. Desde allí también se puede contemplar la ubicación única de Vilella Baixa. Este curioso municipio está situado en la ladera de un cerro que muere en el cruce del Montsant y el riachuelo Escaladei.
Edificios históricos
Encima de esta confluencia se erige el puente románico de dos arcos de piedra. Y sí, hay un tercero que se añadió para dar paso al riachuelo. Pero ninguno de estos dos elementos arquitectónicos tan característicos puede hacer frente a otra peculiaridad del pueblo: la Calle que no pasa.
Esta vía es la más antigua del municipio. Está justo en el núcleo del casco histórico y su nombre es muy claro. La Calle no pasa o, si se prefiere, no va a ningún sitio, no da a ningún lado. Es, sencillamente, una calle sin salida. Lo que sí hay es un porche con arcos apuntados del siglo XIII.
Gastronomía
Más allá de estos elementos que le dan su fama. Vilella Baixa oculta muchos otros rincones interesantes. Su estilo medieval, sus edificios color tierra y sus calles tortuosas, empinadas y angostas, ocultan joyas como la iglesia renacentista de Sant Joan Baptista y del siglo XVIII o el molino de estilo neoárabe de la época de Al-Andalus.
Los que sean de buen paladar, pueden también visitar las bodegas que allí se ocultan. Los amantes del vino saben que el Priorat es una denominación de origen muy preciada por los entendidos. Claro que sus aceites no son de menor calidad.
Cómo llegar
Tanto si se viene de Barcelona o Tarragona uno debe ir en busca de la AP-7 y tomar la T-11 en dirección al aeropuerto de Reus y seguir hasta Falset por la N-420. Una vez allí, uno se desvía por la T-710 (pasando por Gratallops) y llegar a destino.
¡Ah! Y dos apuntes extras. A los que les guste la montaña, hay hasta cinco rutas de senderismo y BTT. Los que son más del dulce, las cocas de azúcar con matalahúva y cilantro que venden en esta Nueva York del Priorat serán su perdición.
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