Arrancamos con un submarino alemán. Este caso clásico se refiere al U-66, un submarino submarino Clase 24 diseñado para operar en los puertos belgas ocupados durante la Primera Guerra Mundial.
Su tripulación completa constaba de 3 oficiales y 31 subalternos. La quilla del submarino en construcción estaba en el astillero de Wilhelmshaven en junio de 1916, y su racha de mala suerte estaba a punto de comenzar.
Su primera víctima murió al principio de su construcción, cuando una pesada viga de metal, que estaba siendo bajada al casco, escapó de la grúa y aterrizó en el esqueleto del barco, matando instantáneamente a uno de los trabajadores alemanes. Un segundo trabajador murió días después en el hospital a consecuencia de sus heridas. Tres hombres murieron en la sala de máquinas a causa de los vapores venenosos. Un total de cinco hombres ya habían muerto antes de que el barco se hiciera a la mar.
En las pruebas en el mar, ocurrió otro desastre, cuando un marinero, enviado a inspeccionar las escotillas, fue tragado por el mar y desapareció. Las pruebas continuaron sin más incidentes, hasta que el capitán dio la orden de realizar la primera inmersión del submarino. En lugar de nivelarse a 30 pies como había ordenado el capitán, el barco se hundió por completo, provocando una grieta en uno de los tanques de lastre delanteros. La inundación alcanzó las baterías gigantes y cuando finalmente emergió el U-65, después de 12 horas, toda la tripulación sufría los efectos del humo tóxico creado por la inundación de las baterías. Dos hombres murieron en el hospital poco después de llegar a tierra. En total ocho hombres murieron antes de sus operaciones.
Finalmente, a principios de febrero de 1917, el U-65 fue comisionado en la Armada Imperial Alemana y asignado a su mando al Oberleutnant Karl Honig. No pasó mucho tiempo antes de que experimentara la desgracia que acompañó al barco. Mientras se cargaban los torpedos antes de que el U-65 partiera en su primera patrulla, explotó una ojiva, matando al segundo oficial y ocho marineros. Otros nueve resultaron gravemente heridos. Mientras el submarino estaba siendo remolcado al muelle para su reparación, un miembro de la tripulación, en completa histeria, juró que había visto el fantasma del segundo oficial parado en la proa, con los brazos cruzados. Otro marinero, llamado Petersen, afirmó haber visto la misma aparición fantasmal que el oficial. El día antes de la primera patrulla, Petersen desertó.
Finalmente, tras un total de 17 muertos, el submarino fue enviado a su primera misión. Durante el transcurso de la patrulla, varios hombres informaron haber visto nuevamente el fantasma del oficial y en una ocasión se encontró a un oficial llorando histéricamente en el puente después de ver la misma aparición en la proa. Tres marineros, que se habían unido al submarino en Zeebrugge, vieron la figura incluso antes de que nadie dijera que el barco estaba embrujado.
En febrero de 1918, después de una patrulla en el estrecho de Dover, y después de varias otras apariciones del oficial fantasma, incluida una ocasión en la que habló con uno de los marineros desde el frente de la sala de torpedos, el U-65 ancló en Brujas. La tripulación se sintió aliviada de estar de nuevo en tierra, aunque sabían que los muelles estaban siendo atacados por aviones ingleses. El Oberleutnant Honig, cuando abandonaba el barco para ir al Club de Oficiales, fue decapitado por metralla mientras descendía por la pasarela. Su cuerpo sin cabeza fue llevado de regreso al U-65. Esa noche, nueve hombres, incluido un oficial, vieron el fantasma del segundo oficial junto al cuerpo del capitán. Un hombre solicitó el traslado a un submarino de reserva en Brujas. Un sacerdote fue llamado para realizar un exorcismo.
En junio de 1918, las pérdidas del U-65 se estaban convirtiendo en un problema para el Comando Naval Alemán y se ordenó al submarino que hiciera tareas de patrulla. El 30 de junio fue enviado a la que sería su última patrulla. En la mañana del 10 de julio, el submarino estadounidense L-2 patrullaba nueve millas a lo largo de Cape Clear, Irlanda, a profundidad de periscopio. El capitán estadounidense estaba estudiando el sitio cuando vio emerger el submarino.
El capitán estadounidense estaba a punto de dar la orden de disparar dos torpedos, cuando fue sorprendido por una devastadora explosión que partió al U-65 de popa a proa.
Este dijo más tarde que, inmediatamente antes de la explosión, se sorprendió al ver la figura solitaria de un oficial alemán de pie en la proa.
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