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La capital búlgara alberga una catedral que marca su relación histórica con Rusia.
Hace ya 141 años desde que se colocó la primera piedra de la Catedral de San Alejandro Nevski, en marzo de 1882. Junto a esa primera piedra también se colocó una caja de metal con los nombres de los miembros del gobierno de entonces. Es la segunda más grande de los balcanes (la primera es San Sava en Belgrado) y es el principal símbolo de Sofía, la capital de Bulgaria. Aunque adopte el nombre de un santo de la iglesia ortodoxa, su origen no es tan religioso como político. En la Asamblea Constituyente en Tarnovo se decidió construir un monumento donde "la sangre de los libertadores se fusione con la sangre de los liberados", refiriéndose al movimiento de Liberación tras la guerra ruso-turca (1877-1878).
Aunque al principio iba a erigirse en Tarnovo, Sofía acababa de postularse como nueva capital, por lo que la ubicación cambió en el último momento. El príncipe Alejandro fue el precursor de este monumento-catedral, cuyo diseño pertenece a Aleksandr Pomerántsev, pero el proyecto inicial es de Iván Bogomólov. El diseño no se dio por concluido hasta 1898, con ayuda de un gran número de arquitectos, trabajadores y artistas. Como curiosidad, los mármoles y las lámparas se crearon en Múnich, los elementos metálicos en Berlín y las puertas y los mosaicos en Viena.
Símbolo de unidad y resistencia
Es un símbolo de la unidad entre Rusia y Bulgaria. Pese a que esta unión es histórica y viene de siglos atrás, hubo una época en la que los países estuvieron enfrentados, durante la Primera Guerra Mundial. Por tanto, entre 1916 y 1920, la edificación cambió su nombre a Catedral de San Cirilo y San Metodio. Fue así debido a que el nombre original proviene de un santo ruso que, además, fue príncipe en el siglo XIII. Alejandro Nevski, Gran príncipe de Novgorod y Vladimir, destacó por sus proezas militares, como la victoria sobre los suecos en Neva (de ahí adoptó el nombre) o sobre los caballeros germánicos de la Orden Teutónica de Livionia en la batalla del Lago Peipus.
Él no nació con el título de príncipe, sustituyó a su hermano, el príncipe Andrés, al que habían acusado de conspiración contra el kan mongol al que estaba sometido. Cuando murió en 1263, la Iglesia ortodoxa rusa lo canonizó como símbolo de resistencia frente a los germánicos. La Catedral búlgara es tan solo una prueba más de la prevalencia de su memoria: Pedro I de Rusia fundó un convento en su honor donde se guardaron sus reliquias, Stalin creó una orden militar con su nombre y Sergei Eisenstein le dedicó una de sus películas. Las reliquias completas se cedieron en mayo de 2023 al Hermitage de San Petesburgo. Aun así, en la capital búlgara guardan una costilla a la que se refieren también como "reliquias".
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