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La leyenda de esta fortaleza medieval merece una visita. Se encuentra a solo 15 minutos de Barcelona
El área metropolitana de Barcelona esconde más tesoros de los que uno puede imaginar. No hablamos sólo de la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló, la obra de Gaudí situada en el Baix Llobregat, sino de un municipio que elevado sobre un cerro de 160 metros guarda la historia de todo un pueblo y un fantasma.
El Papiol es una localidad que muy pocos catalanes conocen sus escasos 9 kilómetros cuadrados y sus poco más de 4.000 habitantes viven alejados del turismo más masificado y de las grandes atracciones turísticas. Eso, en cambio, les permite disfrutar tranquilos de un castillo medieval de escándalo que cuenta hasta con un fantasma.
Un fantasma entre nosotros
No es el de Ramón Berenguer III, el conde de Barcelona y Girona que menciona por primera vez esta construcción en un pergamino del siglo XII. Cuenta la leyenda que se trata de un antiguo trovador matado por su señor.
El barón propietario del castillo abandonó sus dependencias, dejando al pobre hombre sólo y sin nada que hacer. Fue entonces cuando el trovador, enamorado de la doncella, trató de seducirla. Y allí se produjo un terrible malentendido.
Un trágico final
El barón, al llegar, pensó que todos sus mensajes iban dirigidos para su estaba, a la que el trovador trataba de cortejar. Incluso llegó a pensar que la mujer le era infiel. Fue entonces, cuando, enfermo de celos, mató a su trabajador con una espada.
Desde entonces, el alma del trovador vaga en pena por las dependencias del castillo. Ya no hay señor que lo esclavice, pero tampoco doncella a la que cortejar. Él, en cambio, sigue encerrado en estas dependencias.
Origen incierto
Si alguien quiere acercarse al castillo y ver si realmente escucha a este pobre hombre, puede hacerlo. Desde hace unos años, las dependencias están abiertas, previa reserva y pago. La historia que oculta bien merece una visita.
A pesar de que no hay datos que den fe de ello, todo apunta a que la construcción data del siglo X, aunque, como dijimos, los primeros datos oficiales son del XII. Con los papeles del traspaso del castillo y el pueblo de manos de Ramón Berenguer a los tres hermanos (Arnau, Bernard y Raimond de Pere) que, desde el 1115 guardaron la Baronía del Papiol.
Un castillo que pasa de mano en mano
Desde entonces, este castillo ha pasado por diferentes manos y vicisitudes. ¿También la del fantasma? No se sabe. Sólo se conoce que en 1395 el rey Juan I vendió a Berenguer de Cortilles el dominio directo y alodial tanto de la fortaleza como de todo el pueblo. Claro que éste, ese mismo año, cedió todo a Ramon Despapiol.
Mala suerte tuvieron sus nuevos propietarios, porque en 1448 cedió prácticamente buena parte del castillo debido a un terremoto, que lo hizo venirse abajo, aunque se reconstruyó hasta dotarlo de la imagen actual.
Qué ver
Ya en el siglo XVI, la baronía del Papiol pasó a los Marimon y después a los Guimerà, que la vendieron al mercader Francesc Argemir. Y de allí, una vez más, entre ventas, cesiones y otras circunstancias hasta caer en las manos de sus actuales propietarios, los Almirante. Ellos son los que han decidido abrir las puertas de estas dependencias.
El visitante de El Papiol puede ver esta construcción de planta rectangular, formada por varios cuerpos de distintas épocas. Uno de sus principales atractivos es la planta baja, que es la parte más antigua. Por último, se puede visitar el sepulcro de Galzeran Despapiol, un señor del castillo que luchó en muchas batallas a las órdenes de Jaime II el Justo.
Cómo llegar
El castillo está ahí con su increíble historia para todo aquel que quiera conocerla y acercarse. Allí descubrirán un lugar único, fuera de cualquier ruta turística y, además, con fantasma incluido. Todo bajo demanda, ya que al estar en manos privadas se ha de enviar un mail a sus dueños vía web.
Llegar hasta allí son apenas 15 minutos en vehículo privado desde Barcelona vía la A-2 y la B-23 siguiendo las indicaciones que llevan a El Papiol. Otra opción es apostar por el tren. La línea R4 de Rodalies llega hasta allí.
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