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Descubrimos la ruta milenaria que unió Tokio y Kioto durante el periodo Edo.
Los 532 kilómetros que discurren entre Kioto y Tokio fueron durante el periodo Edo (entre 1603 y 1868) una de las cinco rutas principales que unían estas ciudades, convirtiéndose en un camino crucial por razones estratégicas y comerciales. Esta bella ruta, que de forma literal se traduce como ‘’camino entre montañas’, atravesaba todo el valle de Kiso conectando estas dos ciudades niponas.
Al igual que los peregrinos que recorren el Camino de Santiago, durante el periodo Edo fueron comerciantes, samuráis, monjes, vendedores e, incluso, miembros de la familia real, los que atravesaron las montañas durante varios días para llegar a su destino. Como la mayoría de la gente viajaba a pie, se establecieron a lo largo del recorrido diferentes casas de postas (en torno a 70) para ofrecer comida y descanso.
Nakasendo, o este ‘camino entre montañas’, también ha sido conocido a lo largo de los siglos como ‘himekaido’ o ‘carretera de la princesa’, ya que a menudo era escogido por damas de la corte e hijas de familias de alta cuna para llegar hasta la capital imperial.
Con una duración estimada de trayecto de unas dos semanas, los viajeros descansaban en las pequeñas aldeas ‘de tránsito’, ya que albergaban posadas, diferentes tiendas, casas de té, así como abrevaderos para caballos o lugares en los que rezar. Cada una de estas postas adquirió el sufijo ‘shuku’ o ‘juku’ a lo largo de la ruta Nakasendo y fueron ganando popularidad y creciendo en número de habitantes.
Una de las 5 rutas que unía Kioto y Tokio
Nakasendo fue, como hemos mencionado al inicio, una de las 5 rutas que unía Edo (lo que ahora conocemos como Tokio) con Kioto, capital imperial hasta 1869. Es, sin duda, la más bella y, a la vez, la más compleja, puesto que las otras son más accesibles debido a que en su mayor parte bordean la costa. Tokaido, por ejemplo, discurre a lo largo de la costa este, mientras que Koshu kaido recorre el oeste desde Edo y también ofrece senderos entre las montañas.
Con la Restauración Meiji y la llegada de otros medios de transporte, como los coches y las diferentes líneas de ferrocarril, el camino Nakasendo dejó de ser imprescindible y empezó a mostrar signos de abandono hasta que durante el periodo de Showa (que abarca desde 1926 hasta 1989), el gobierno decidió invertir en la conservación de los pueblos situados a lo largo de la ruta para mantener su esencia histórica y sus costumbres milenarias.
La ruta Nakasendo actual
Hoy en día son pocos los viajeros que se animan a hacer la ruta en su totalidad, pero todavía hay algunos tramos que son un ejemplo perfecto de la belleza y espiritualidad que rodean este particular camino de Santiago nipón.
El tramo más frecuentado es el que une Magome con Tsumago en un recorrido de unos 8 kilómetros de largo que es fácilmente accesible incluso con niños pequeños. La duración depende un poco del paso del viajero, pero dos o tres horas serán más que suficientes para llegar a destino.
Una de las partes más interesantes de este recorrido la encontramos en el pueblo de Magome, que discurre por caminos de piedra rodeados de naturaleza, yendo paralelos al río en gran parte del camino y descubriendo algunas pequeñas cascadas y saltos de agua en las que resulta casi obligatorio detenerse para tomar unas cuantas fotos. Si necesitas algunos consejos de experto para que tus instantáneas tengan un acabado más profesional, puedes leer unos cuantos trucos aquí).
La ruta que une Magome con Tsumago se realiza en plena naturaleza y tan solo descubriremos algunas casas a la salida de estas aldeas. Por ello, es recomendable llevar el equipamiento adecuado (ropa y calzado cómodos son muy necesarios) así como algo de agua y comida por si se nos complicara un poco el recorrido.
Esta parte de la ruta Nakasendo es bastante popular y, al igual que en el camino de Santiago, es posible contratar un servicio de transporte de equipaje para no tener que ir cargado durante el recorrido. Eso sí, solo está disponible desde marzo hasta noviembre.
A modo de recomendación y si el viajero tiene pensado realizar este tramo del camino Nakasendo, es interesante dedicar un tiempo a conocer Magome y aprender sobre la vida de sus habitantes, pasear por las típicas casitas de este bello pueblo y disfrutar tanto de su gastronomía como de ritos ancestrales, como la ceremonia del té.
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