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Balcones al Mediterráneo de absoluta belleza…
Allá donde comienza la Costa Brava abarcando hasta el límite de la frontera francesa, en Portbou, se encuentra un breve tramo costero de algo más de un par de decenas de kilómetros perteneciente a la comarca de La Selva. Allí, en su parte más meridional, comenzando por el municipio de Blanes, un sector litoral accidentado acoge tres oasis vegetales de extrema belleza que se asoman al mar Mediterráneo ofreciéndonos unas vistas espectaculares.
El buen gusto llevado a su máxima expresión
Estamos acostumbrados al turismo de sol y playa y una buena parte de la costa mediterránea no se escapa a esta categoría. Pero existen muchos otros rincones de la misma que nos atraen de otras formas diferentes y que representan esa otra cara del litoral.
Tal es el caso de ciertos espacios situados en el comienzo de la Costa Brava, en los límites comarcales de La Selva. Un territorio donde las tres quintas partes de su superficie están ocupadas por bosque pero que, al acercarse al litoral, esa proporción disminuye considerablemente por la presencia de populosas poblaciones costeras como Blanes o Lloret del Mar.
Precisamente entre estas dos conocidas localidades gerundenses es donde encontramos, en un tramo de muy pocos kilómetros, tres oasis de vegetación en forma de algunos de los jardines y jardines botánicos más impresionantes y bellos de todo el Mediterráneo.
Tres ejemplos de cómo combinar de manera sublime la expresión de la naturaleza con el paisaje, donde el mar acude a la cita como telón de fondo insuperable, en un entorno dominado por los acantilados y la vegetación mediterránea tal y como tenemos presente en el imaginario de la Costa Brava.
Mar i Murtra, Pinya de Rosa y Santa Clotilde
Los tres espacios se encuentran separados entre sí por distancias tan insignificantes que podemos incluso presentir la presencia de los otros al asomarnos a sus respectivos miradores. Se trata de dos jardines botánicos – uno de ellos jardín histórico - y otro jardín histórico diseñados en las terrazas que se tienden hacia el mar desde las elevaciones rocosas donde se emplazan.
Mar i Murtra, el jardín botánico más conocido de Cataluña junto con el de Cap Roig, en Palafrugell – más al norte de la provincia de Girona y fuera de los límites de la comarca de La Selva -, se encuentra enclavado en el municipio de Blanes, junto al puerto de la localidad.
Ambos considerados jardines históricos y reconocidos como Bienes Culturales de Interés Nacional, en Mar i Murtra podemos encontrar un conjunto de espacios de varias hectáreas en total, en los que unas 4000 especies vegetales de todos los continentes se dan cita creando un tapiz excepcional.
Nacido de la voluntad del alemán Karl Faust, un hombre de negocios y naturalista que se estableció en Cataluña a finales del siglo XIX, este hermoso jardín botánico fundado en 1924 se ha convertido con el tiempo en uno de los ejemplos más impresionantes de toda la costa mediterránea. Su escalinata y el famoso mirador del Templete de Linneo con vistas a la cala de Sa Forcanera es ya una de las estampas más hermosas de la Costa Brava.
Seguimos en el límite municipal de Blanes y recorremos unos cuantos cientos de metros siguiendo la costa hacia el norte para toparnos con otro impresionante jardín botánico, el de Pinya de Rosa.
Un jardín producto de Fernando Riviere de Caralt, quien a partir de una finca adquirida a mediados del siglo XX comienza a crear un jardín tropical de aclimatación que es toda una obra de arte en la actualidad. Un espacio donde se conjugan a la perfección las especies autóctonas con las más de 7000 especies foráneas que forman algunas de las colecciones más importantes del mundo en su género, como la formada por los cactus.
Saltamos desde Blanes hasta ingresar en los dominios del municipio de Lloret del Mar para conocer otro de los jardines más espectaculares del Mediterráneo.
Los Jardines de Santa Clotilde cuentan con la etiqueta de «históricos». Su pasado se remonta al primer cuarto del siglo XX, cuando el posteriormente marqués de Roviralta encargó a Nicolau Maria Rubió i Tudurí la creación de unos jardines para su finca en los terrenos que antes ocupaban varias villas.
Instalado en Lloret del Mar gracias a Clotilde, su primera esposa, fue poco a poco adhiriendo terrenos y configurando junto con Nicolau y otros personajes como Domènec Carles y su esposa Maria Llimona, un jardín de corte clasicista con especies mediterráneas dispuestas siguiendo un patrón de simetría y conformadas según el arte de la topiaria.
Su disposición en terraplenes organizados en torno a la escalinata de las Sirenas - con sus peldaños tapizados de hiedra -, así como sus miradores al mar, hacen de este espacio, declarado igualmente Bien Cultural de Interés Nacional, un delicado capricho paisajístico.
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