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Ya sea porque vamos a hacernos una prueba rutinaria o porque estamos de visita y queremos salir a comer algo, estos restaurantes nos darán un respiro gastronómico

Antes de entrar en materia y de hablar de dónde comer alrededor de los principales hospitales de Barcelona, permitidme que empecemos con una cuña. La sanidad pública que tenemos es estratosférica. Nada es perfecto, pero mires el gráfico que mires, nuestra sanidad está entre las mejores del mundo. Especialmente teniendo en cuenta lo que nos cuesta, que es poco en relación con lo que recibimos.
Afortunadamente, la profesión sigue teniendo un prestigio enorme, así que sigue habiendo mucho personal con talento que decide darlo todo por la pública, a pesar de estar entre los profesionales sanitarios peor pagados de Europa. La sanidad, con la educación y la defensa, forma el trío de servicios que jamás, en ningún sitio, en ninguna circunstancia, ha funcionado en manos privadas. Es muy sencillo, el incentivo es perverso. Para ganar más dinero, necesitas más enfermos, así que, a largo plazo, nunca funciona.
Dicho esto, vamos a lo nuestro. ¿Se come bien en nuestros hospitales públicos? Hombre, si te pones en plan gourmet, ya te digo que no. Pero la cosa ha mejorado mucho. En el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, por ejemplo, si tu salud lo permite, tienes una pantalla en la habitación en la que puedes elegir el menú. Increíble, ¿verdad?

En todo caso, como decíamos al inicio, el artículo no va sobre lo que se come en los hospitales, sino sobre lo que podemos comer alrededor. Ya sea porque podemos hacer una escapada, porque tenemos algún familiar o amigo que nos puede traer algún vicio, porque es una visita para una prueba rutinaria o, lo más probable, porque estamos de visita y queremos salir a darnos un respiro y comer algo.
Dónde comer alrededor de los hospitales de Barcelona

Vamos a dar una vuelta por los alrededores de los grandes hospitales de la capital catalana: Hospital Universitari Vall d’Hebron, Hospital Clínic de Barcelona, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y Hospital del Mar, para recomendaros algunos restaurantes que nunca fallan y que podrán solucionaros cualquier apuro gastronómico.
Hospital Universitari Vall d’Hebron

Probablemente, el mejor restaurante de la zona sea Ginesta Restaurant (c/de l'Harmonia, 2). Platos mediterráneos, con algún guiño de alta cocina, para disfrutar de un buen desayuno o un clásico menú de mediodía, ya que abren de seis y media de la mañana a seis de la tarde. Recomendaría empezar con una gilda, seguir con unos buñuelos de bacalao o unos mejillones al vapor, para acabar con una fideuà o un arroz. Lo remataría con un milhojas de crema. Nota al pie: los callos con capipota también son muy tentadores.
Si nos apetece viajar gastronómicamente, podemos acercarnos a Casa Ovidio (c/Juan de Mena, 1) para disfrutar de su cocina gallega. Se puede ir en plan homenaje e ir directamente a la mariscada o buscar placeres más mundanos y pedirse unos pimientos de Padrón, un pulpo, unos chocos o unas cañaillas. Curiosamente, se puede hacer lo mismo a escasos metros en el Restaurante Els Mistos (c/Juan de Mena, 3). Antiguamente, eran del mismo propietario, así que son muy parecidos.
Si lo que nos apetece es un bar, de esos que abren todo el día, podemos acercarnos al Smith (c/dels Cortada, 32), sentarnos en la terraza y pedir un plato de morro, unas bravas, una tostada con jamón o unos boquerones fritos.
Hospital Clínic de Barcelona

Aquí lo tenemos mucho más fácil. El Clínic está en el centro y hay un buen puñado de locales para disfrutar a lo grande en la mesa y ahogar las penas que nos da la salud, la propia y la ajena. Ojo, también puede que estemos de celebración, ya sea por un nacimiento o una alta largamente esperada.
Empecemos por los viajes gastronómicos. Nos podemos acercar al País Vasco de la mano de la Taberna Maitea (c/Casanova, 155), donde llevan desde 1998 entre pintxos, tortillas de bacalao y, como no, chuletones a la parrilla con patatas fritas de verdad.
Si preferimos cocina gallega, tenemos O Retorno (c/Comte d'Urgell, 168) y A’Palloza (c/Rosselló, 136) para ir a por una mariscada o disfrutar de algún plato típico. Si queremos algo auténtico, hay pocas experiencias como la visita a Cal Ninot by Rosy (c/Casanova, 138), que adaptó su nombre chino para facilitarnos las cosas, y te alegra la vida con su sorprendente cocina de mercado, ya sea con buñuelos de bacalao, ensaladilla rusa o tortilla de patatas.
También podemos despejarnos dando un paseo por el Mercat del Ninot y hacer parada en el Bar El David (c/Mallorca, 135) para dejarnos seducir por su vitrina. En el Bar Velódromo (c/Muntaner, 213), a un par de manzanas, tenemos cocina abierta todo el día y nos podemos alegrar la vida con su bomba de la Barceloneta, sus bravas o su ensaladilla, entre muchas otras cosas.

Si nos apetece algo de cuchara, en Haddock (c/Valencia, 181) nos podemos marcar una escudella, unos callos o unos garbanzos con tripa de bacalao de escándalo. Si el cuerpo nos pide alta cocina, ahí está La Taverna del Clínic (c/Rosselló, 155) para dejarnos llevar por sus menús gastronómicos. Y si preferimos una pizza al estilo napolitano, Parking Pizza (c/Londres, 98) es de las primeras en esto de las fermentaciones largas y los ingredientes de calidad.
Voy a acabar con lo que debería haber empezado, el café. Nada como uno de especialidad para compensar eso que sirven en el hospital y que difícilmente podemos llamar café. Tenemos Bonsai, Graspa, Roast Club y un par de Syra Coffee a tiro de piedra.
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau

Está menos céntrico que el Clínic, así que se nos complica un poco la existencia. Además, su cercanía a la Sagrada Familia genera una alteración en la fuerza importante, pero no hay que desesperar. Para unos churros, unas porras o resolver una comida rápida con un frankfurt de Casa Vallés, tenemos la Xurreria Val Douro (c/Sant Quintí, 106).
En Maxime Petit Pâtisserie (c/Sant Antoni Maria Claret, 244) nos podemos dejar sorprender por la pastelería francesa y relamernos con una tarta amandine o un brownie con frambuesa. Si lo preferimos, tenemos cocina de mercado modernizada, algo minimalista, en El Meu Capritx (c/Sant Antoni Maria Claret, 199).

En la siguiente manzana, encontramos el Restaurante Basilea (c/Sant Antoni Maria Claret, 211), donde podemos hacer un viaje gastronómico que nos lleve a Suiza para disfrutar de sus fondues y sus raclettes. Para un menú de mediodía por menos de quince euros podemos acercarnos a El Trencadís (c/Sant Antoni Maria Claret, 157) y pedir algo a la brasa.
Si el cuerpo nos pide un bocadillo original podemos ir al Bar Guinardó (c/Teodor Lorente, 46) y pedir uno de rosbif, cebolla caramelizada, rúcula y mayonesa de mostaza o uno de pollo, queso de oveja, lechuga y chutney de mango. En el Petit Ribera (c/Torre Vélez, 42) también podemos resolverlo con un pincho de tortilla, un lacón o unos callos picantes.
Hospital del Mar

Estamos en primera línea de mar, así que hay que asumirlo, vamos a pagar el lujo que supone comer con vistas al Mediterráneo. Lo más cercano decente que tenemos para desayunar es el Bar Magatzem 03 (c/Doctor Aiguader, 58), abierto de ocho de la mañana a nueve de la noche, donde encontramos la típica vitrina con raciones listas con un golpe de microondas, habitualmente coronada con una tortilla de patatas enorme.
A pie de playa, en el passeig Marítim, tenemos Arenal, Ca la Nuri y, algo más alejado, el Sal Mar, para marcarse un arroz seco o, si hace fresco, uno caldoso. Si queremos más, debemos asumir el paseo que nos lleva hasta la Barceloneta y ahí se nos abre todo un universo de posibilidades. No sé si tendremos el cuerpo para rumba, pero ahí están los clásicos con sus raciones de cocina catalana como la Cova Fumada (c/Baluard, 56), el Jai-ca (c/Ginebra, 13), el Bar Leo (c/Sant Carles, 34) o el Bar Pinyol (c/Andrea Dòria, 28).

Para desayunar, lo mejor es coger algo de bollería acompañado de un buen café en Baluard Barceloneta (c/Baluard, 38). Y no puede faltar la oferta de alta cocina, que la encontramos en El Forat (c/Salamanca, 23), del que ya os hablamos en este artículo.
Voy a acabar con otra cuñita. Es importante. Sabemos que el ascensor social tiene muchas averías, pero la sanidad pública funciona y es uno de los pilares de eso que llamamos “igualdad de oportunidades”. Por eso hay que defenderla a capa y espada. Os dirán que no nos la podemos permitir, que lo importante es garantizar el servicio y que la gestión puede ser privada o que el copago es necesario. Todo patrañas de los que tienen intereses económicos.
Dicho esto, también quiero hacer una apelación a la responsabilidad individual. Los homenajes están bien, son hasta sanos, si uno piensa también en la salud mental. Pero deben ser esporádicos. Tenemos que cuidarnos, dándonos caprichos de vez en cuando, pero teniendo en cuenta que la salud es importante. Hay que beber poco, fumar menos y comer de forma equilibrada en la mayoría de ocasiones. Somos los primeros beneficiados de estar sanos.
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