viernes, 25 de abril de 2025

Ni París, ni Nueva York: el café más bonito del mundo está escondido en una capital imperial europea

CanalViajar 


A pesar de tener más de cien años, su interior todavía guarda el esplendor de la Belle Époque, entre estucos dorados, lámparas de araña y frescos increíbles en el techo.

El interior del café más bonito del mundo es una joya de la arquitectura y todo un elogio al esplender de la Belle Époque

Hay que retroceder hasta principios del siglo XX para entender el porqué de este lugar, tan majestuoso, opulento y cargado de detalles. Tan sofisticado que más que una cafetería parece un palacio imperial. Y es que en parte, lo es: un impresionante edificio construido bajo un estilo renacentista italiano, una joya de la arquitectura cuya atmósfera te traslada de lleno hasta la Belle Époque (la época de máximo esplendor de Europa). En su interior acoge al que muchos han catalogado a lo largo de su historia como el café más bonito del mundo. Y motivos no le faltan. 

El interior del café más bonito del mundo es como un viaje al pasado glorioso de la Belle Époque

El Café Nueva York de Budapest abrió a finales del siglo XIX, en 1894, en el distrito Erzsébetváros, conocido por su ambiente ecléctico, una zona de moda que en el pasado fue un gueto judío y hoy es frecuentada por los viajeros que buscan los populares ‘ruin bars’. Pues ahí, en los bajos de un edificio que fue de una compañía de seguros americana, New York Life Insurance Company (de ahí su nombre) se encuentra este café.

En sus más de 130 años de historia ha vivido momentos de gloria (fue el lugar frecuentado por artistas y escritores más reputados tras la Primera Guerra Mundial) y del abandono más absoluto (estuvo cerrado durante el periodo soviético), pero los cristales de sus lámparas de araña, la pintura de los frescos del techo y la decoración neo renacentista de su interior brillan como el primer día. 

Budapest llegó a ser conocida como la ciudad del café: se sabe que la primera cafetería abrió a finales del siglo XVIII, y a comienzos del siglo XX ya se contaban más de 500 en la ciudad, según datos de Visit Hungary, la Oficina de Turismo de Hungría.

Pero ninguno era tan fastuoso como el Nueva York: su interior ocupa cuatro plantas del edificio en el que se encuentra (hoy Anantara New York Palace Budapest Hotel) y son un repaso a la historia del arte, del lujo y el glamour centroeuropeo. Columnas salomónicas, estucos dorados, paredes forradas de mármol, pinturas que son puro romanticismo artístico y detalles Art Nouveau coronan un salón al que es prácticamente imposible entrar. Y eso, también había que decirlo. 

Desde las 8 de la mañana ya suele haber cola para entrar a tomar un café (y no uno cualquiera: en la carta tienen hasta un capuchino con oro de 24 quilates). Sucede lo mismo a la hora del brunch, el almuerzo o la cena. Y es que su popularidad es tan grande, que es prácticamente imposible entrar, a menos que estés alojado en el hotel. Entonces sí, pasar al salón se convierte en algo mucho más fácil (más caro, también).

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