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Y lo más curioso es que está escondido en un destino medieval totalmente inesperado, conocido por sus fachadas y sus callejuelas de cuento.

Hay un lugar perdido en el norte de Europa que huele a modernidad y diseño. Lo curioso es que está escondido en una de esas ciudades conocidas por su aspecto medieval y su fotogénico centro histórico, con tantos edificios singulares y tan bien conservados que quien lo visita por primera vez cree estar en un lugar de cuento de hadas. De cuento gótico, para ser exactos.
El contraste es total: edificios de arquitectura de vanguardia levantados muy cerca de la antigua muralla medieval que están dando forma a uno de los destinos más interesantes del norte de Europa. Y no, no es nada impostado, sino reciclado; algo así como una manera de recuperar una zona marginal y abandonada a su suerte hasta convertirla en lugar de moda. Y funciona.

El nuevo barrio de moda del norte de Europa
Lo hemos descubierto en la perla del Báltico, en Tallin, capital de Estonia. Esa ciudad que muchos sitúan en el mapa gracias a su pasado como anfitriona de Eurovisión. Otros se acuerdan de ella por su vínculo con la antigua Unión Soviética, de la que se independizó tras la caída del muro de Berlín (aunque su independencia no fue reconocida oficialmente hasta 1991).
Desde entonces, mucho está cambiando en la ciudad, sin perder un ápice del encanto y la autenticidad de su centro histórico (ese en el que cada Navidad se celebra, por cierto, uno de los mercadillos navideños más bonitos y especiales del norte de Europa).
De antiguas naves industriales a estudios de diseño
A poco más de un kilómetro y medio (unos 20 minutos a pie) de la puerta de Viru, el gran símbolo arquitectónico de la ciudad amurallada (dos puertas vikingas, cilíndricas y con tejado cónico en característico color rojo), nace el barrio más top del momento en Tallin. Tanto que se le conoce con el sobrenombre de ‘Ciudad Creativa’.

Levantado sobre antiguas naves industriales abandonadas, grandes moles de piedra caliza y chimeneas que durante el siglo XIX, plena época zarista, fueron el motor de la revolución industrial de la ciudad. Quién iba a pensar entonces que hoy serían el germen de la revolución cultural y de diseño. Y tiene nombre propio: Telliskivi, en Kalamaja.

Así es Telliskivi, lo más top de Tallin
Las grandes naves de ladrillo visto, piedra caliza y vigas de hierro que sirvieron de fábricas para la Armada Imperial Rusa hoy acogen estudios de diseño, agencias creativas y marcas alternativas. El ambiente es cien por cien artístico, con cierto aire bohemio pero muy de diseño.
Y mucho (muchísimo) arte urbano, omnipresente a este lado de la ciudad. Igual que los cafés de especialidad, las tiendas de diseño handmade y las galerías de arte. Y las cervecerías craft, heladerías artesanas, tiendas de decoración, restaurantes con Estrella Michelin, coctelerías premium… Perderse por la Ciudad Creativa de Telliskivi es sencillamente imprescindible cuando se viaja a Tallin.

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