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Este pueblo es el destino ideal para quienes adoran la tranquilidad, las playas de ensueño y el practicar buceo y snorkel.

En la Costa Brava, donde el Mediterráneo acaricia acantilados y pinos, se esconde un rincón que, aunque no figura en las listas más populares, tiene una luz que enamora a todo aquel que se permita mirar más allá. Hablamos de Tamariu, un pequeño pueblo pesquero, parte del municipio de Palafrugell en el Baix Empordà, es un tesoro que ha sabido conservar esa esencia marinera que tanto nos gusta en REVISTA VIAJAR, mientras se adapta a los tiempos modernos.
El nombre de Tamariu proviene de los tamarindos (tamarius en catalán) que adornan sus calles y simbolizan su arraigo histórico. Aunque el primer documento que menciona Tamariu data del año 1039, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando las primeras familias de pescadores se establecieron en la zona, dando lugar al inicio del pueblo que hoy conocemos.

Calas que son un secreto a voces
La joya de Tamariu es su playa principal, la Platja Gran, una cala de media luna con aguas cristalinas, que en su día fue un refugio para los barcos pesqueros y hoy es un destino ideal para los bañistas y veraneantes. Pero si buscas rincones más íntimos, Tamariu guarda pequeños tesoros en forma de calas recónditas. Una de las más bellas es Aigua Xelida, a la que se accede tras un breve paseo por un sendero rodeado de bosque mediterráneo. También destacan otras calas como Aigua Dolça o Cala Pedrosa, rincones silenciosos donde el Mediterráneo muestra su versión más íntima.

Senderos con vistas al infinito
Para los amantes del senderismo, el Camí de Ronda ofrece rutas que serpentean entre acantilados y calas recónditas. Uno de los tramos más recomendables es el que conecta Tamariu con Cala Pedrosa, un sendero salvaje que se cubre en unos 20 minutos y que permite disfrutar de paisajes llenos de senderos costeros y playas de arena dorada y aguas cristalinas.

¿Eres de los que disfrutan de deportes bajo el agua? Pues Tamariu es para ti, ya que gracias a su orientación y al tipo de fondo marino, las aguas de Tamariu son de las más claras de toda la región. Esto lo convierte en un paraíso para los amantes del snorkel y el buceo. De hecho, muy cerca está la cueva de En Gispert, solo accesible en kayak o barco, y considerada una de las más bonitas de toda la costa.
Un equilibrio perfecto
Tamariu ha sabido preservar su esencia marinera mientras se adapta a los tiempos modernos. Aunque en los años 60 existía un local nocturno, La Raqueta, en el que actuaron artistas como Carmen Amaya y Joan Manuel Serrat, hoy en día el pueblo mantiene una atmósfera genuina, donde el mar y la naturaleza se entrelazan en perfecta armonía. Las principales actividades de ocio que ofrece el pueblo son el submarinismo, el club de vela y el alquiler de kayaks. Cada año, el Club Náutico de Tamariu organiza regatas de patín a vela catalán, y en verano se celebran torneos de voleibol playa y cantadas de habaneras en el embarcadero.

Gastronomía con sabor a mar
La oferta gastronómica de Tamariu es tan auténtica como su paisaje. En el Restaurante Es Dofí, por ejemplo, puedes comenzar el día con unas tostadas con tomate y jamón ibérico mientras contemplas el despertar del día frente al mar. Además, el plato tradicional Es Niu, que lleva el nombre del plato más antiguo de Palafrugell, es una delicia que no puedes dejar de probar. La receta original se hacía con tripa de bacalao, huevo duro, pejepalo (bacalao seco) y patata, y con el tiempo, los pescadores añadieron sepia y los corcheros, salchichas y aves.

Un refugio para el alma
Tamariu no es solo un destino físico, sino también emocional. Este equilibrio convierte a Tamariu en un destino idóneo para quienes buscan desconectar. Es un rincón de la Costa Brava que, aunque no tiene la fama de otros destinos, ofrece una experiencia auténtica y enriquecedora. Sus calas de ensueño, su historia marinera y su ambiente tranquilo lo convierten en un lugar perfecto para quienes buscan conectar con la naturaleza y disfrutar de la belleza del Mediterráneo.
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