Cuando se viaja por Groenlandia lo normal es saltar entre ciudades en avión, no hay carreteras que las conecten y aunque el viaje en el Sarfaq Ittuk, el transbordador de pasajeros que recorre semanalmente la costa occidental, nos permite bajar mucho el ritmo y conectar estrechamente con los locales, no es tan efectivo cuando se dispone de pocos días. Así que lo lógico será que el primer contacto con el Icefjord (Kangia en groenlandés) sea desde el aire, cuando pocos minutos antes de aterrizar en Ilulissat aparezca esa enorme lengua de agua y hielo, sobre todo hielo a la deriva.
Visitar el fiordo helado de Ilulissat, declaradoPatrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2004, era uno de mis principales objetivos cuando pedí a Aldu Experience que me preparara un itinerario por la cara de Groenlandia que mira hacia Canadá. La gestión del viaje, con traslados complicados, frecuentes cancelaciones de vuelos —Air Greenland no solo tiene el monopolio, sino que lo ejerce— y la diversidad de actividades que hay que adaptar a cada momento hace que contratar a una agencia local sea lo más recomendable.
Además de la llegada en avión, Icefjord se puede observar el Icefjord desde el aire en un vuelo panorámico en helicóptero. Esta vez prefiero decantarme por los dos métodos que permiten estar más en contacto con los icebergs, sentirlos mucho más cerca, la navegación y el senderismo, incluyendo la visita al Kangiata Illorsua, el centro de visitantes del Icefjord. Empiezo por este último.
El centro de visitantes fue diseñado por la arquitecta danesa Dorte Mandrup y construido con acero, cristal y madera, principalmente roble europeo, resistente a los rigores del clima ártico. El edificio está muy bien aislado y se calienta de forma neutra en cuanto a emisiones de CO2 con energía verde procedente de la central hidroeléctrica de Ilulissat. En su interior podemos visitar la exposición La historia del hielo, que nos acerca la historia no solo natural, sino cultural de una zona donde los arqueólogos han confirmado asentamientos humanos desde hace más de 4.400 años. La exposición se articula en torno a tres temas: el ciclo de vida del hielo, la rica vida animal y natural junto al fiordo y el cambio climático.
Hay que entender el Icefjord como «un todo» formado por el propio fiordo, una parte del indlandsis —el gran manto de hielo que cubre más del 80% del país—, en concreto la correspondiente al glaciar Sermeq Kujalleq, y el Isfjeldsbanken, el banco de hielo que se forma en la desembocadura del fiordo. Los icebergs que se desprenden del frente del Sermeq Kujalleq se desplazan lentamente hacia el cuello de botella del fiordo, un proceso que dura entre doce y quince meses de media.
La menor profundidad del agua en ese lugar, unos doscientos metros en lugar de los mil que llega a alcanzar el fiordo en sus zonas más profundas, hace que encallen los icebergs más grandes y que bloqueen la salida hasta que se derriten lo suficiente como para volver a flotar o la presión de los que se van acumulando detrás los rompe en pedazos más pequeños.
Una vez desaguan en la Bahía de Disko, y de ahí a mar abierto, emprenden un extraordinario viaje. La mayoría de los icebergs se desplaza hacia el norte rodeando la isla de Disko y entrando en el estrecho de Davis, entre Groenlandia y Canadá, punto donde se encuentran con la corriente de Groenlandia Occidental que los transporta hacia el norte a lo largo de la costa groenlandesa. Más al norte, los icebergs son arrastrados por las corrientes oceánicas hacia el oeste, rumbo a Canadá, donde las corrientes de Baffin y Labrador los desplazan hacia el sur, llegando incluso a alcanzar la latitud 40° N antes de fundirse.
Estas grandes masas de hielo siempre han representado un peligro para la navegación en las rutas del Atlántico Norte, y algunas sólidas teorías apuntan al glaciar Sermeq Kujalleq como el punto de origen del iceberg con el que topó el Titanic en 1912, entre ellas las del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), una institución de investigación y asesoramiento dependiente del Ministerio de Clima y Energía de Dinamarca.
Actualmente, el Icefjord alcanza los 55 kilómetros de largo, pero es una medida que cambia cada año por el retroceso del glaciar debido al cambio climático. El Sermeq Kujalleq produce hasta el 10 % de los icebergs de Groenlandia y todos navegan por el fiordo formando un desfile de tonalidades azules, con el permanente sonido del desmembramiento de gigantes que llegan a superar los cien metros de altura y a pesar más de 1,5 gigatoneladas, y que tienen todo tipo de formas, desde las redondeadas hasta las que muestran cimas dentadas. Esta factoría de icebergs es una de las corrientes de hielo más investigadas del mundo, desde 1850 numerosos científicos, actualmente con la ayuda de satélites, monitorizan cada movimiento que se produce.
En los últimos años los datos no invitan al optimismo. La masa de hielo se mantuvo prácticamente estable entre 1950 y 2002, período durante el cual el glaciar retrocedió cada verano y avanzó durante el invierno. Aunque hubo algunas excepciones: entre marzo y octubre de 1982 se produjeron tres desprendimientos importantes, el mayor de ellos de catorce icebergs tabulares —extensos, planos y alargados— de dos kilómetros en su lado largo. En 1985, otro desprendimiento de tabulares hizo que la parte flotante del glaciar se desintegrara en menos de una hora. Todo se aceleró entre los años 2002 y 2003, cuando esa parte flotante se rompió y el frente del glaciar retrocedió doce kilómetros en un solo año.
Otra curiosa experiencia del centro de visitantes del Icefjord es la que ofrece la sala Explorer, una instalación de arte contemporáneo que nos trae sonidos transmitidos directamente desde el hielo procedentes de todas las estaciones de investigación de Groenlandia. Esta particular «música» acaba formando una sinfonía tan extraña como hermosa y sugerente, acercándonos el mundo del hielo de una forma muy original.
Desde el mismo centro parten varios senderos que nos permiten asomarnos al fiordo en diferentes puntos. Pero ninguna experiencia en el Icefjord estará completa sin navegar por sus aguas y acercarse a esos «rascacielos» hasta casi tocarlos, sintiendo sobre nuestra piel la fría brisa que los acaricia.
Además, el fiordo helado es rico en nutrientes, por lo que ofrece abundante alimento a la fauna marina. Así que será normal tener la compañía de algunas ballenas que nadan curiosas junto a las embarcaciones. Si la navegación tiene lugar durante los meses del sol de medianoche, con las tonalidades rosáceas y anaranjadas de la luz en las horas más bajas del sol, la experiencia será sublime.
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