Hasta la década de los 70, cuando lo hippie y lo bohemio estaba en todo su furor, los científicos notaron un fenómeno conocido como Efecto Flynn, en nombre a al investigador neozelandés, James Flynn. En ese entonces, los coeficientes intelectuales (CI) de las poblaciones aumentaban a un ritmo de aproximadamente tres puntos por década, es decir, que humanidad experimentaba un progreso intelectual sostenido.
Las explicaciones no se hicieron esperar, unos sugería que se debía posiblemente a las mejoras en la educación, la nutrición y el entorno cultural y otros, que simplemente era un fenómeno vinculado a la evolución humana. Sin embargo, en las últimas décadas, esta tendencia parece haberse revertido, lo que ha generado preocupación en la comunidad científica.
El coeficiente intelectual promedio esta en descenso
Un estudio clave realizado en Noruega por el Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, encontró que los noruegos nacidos después de 1975 mostraban un CI promedio más bajo que generaciones anteriores. Esta investigación, basada en datos de casi 750.000 hombres evaluados entre 1962 y 1991, evidenció que el Efecto Flynn persistió hasta mediados de los años 70.
Desde entonces comenzó una caída de aproximadamente siete puntos por generación. Este descenso no solo se ha observado en Noruega, sino también en Dinamarca, Reino Unido, Francia, Holanda y Finlandia, lo que indica una tendencia global. Lo interesante es que el estudio descartó que esta baja se deba a factores genéticos o a un aumento en el número de nacimientos entre personas con menor capacidad intelectual.
De hecho, incluso al considerar la inteligencia familiar, se observó una disminución, lo que lleva a concluir que los factores ambientales juegan un papel más relevante en esta transformación.
Una tendencia mundial
En Estados Unidos, un estudio publicado en la revista Intelligence reforzó estos hallazgos al demostrar que las capacidades cognitivas también han disminuido. Utilizando datos de más de 400.000 personas, se detectó un retroceso en áreas como el razonamiento lógico, el vocabulario, la resolución de problemas visuales, las analogías y las habilidades matemáticas.
Las hipótesis sobre las causas del fenómeno son múltiples y todavía objeto de debate. Una de las más discutidas apunta a los cambios en los sistemas educativos. La calidad de la enseñanza, las nuevas metodologías de evaluación y la disminución del pensamiento crítico en favor de la memorización mecánica podrían estar reduciendo la estimulación intelectual que desarrollan las pruebas de CI.
La tecnología podría tener culpa
El entorno mediático moderno es un posible responsable. El uso intensivo de dispositivos electrónicos, la menor dedicación a la lectura profunda y el consumo acelerado de contenidos fragmentados podrían estar moldeando un tipo de pensamiento más superficial, menos analítico y menos compatible con las exigencias de los test de inteligencia tradicionales.
Sin embargo, no todos los expertos están convencidos de que estemos ante una verdadera caída de la inteligencia. La neuropsicóloga Katherine Possin, de la Universidad de California en San Francisco, sostiene que lo que está cambiando es la forma en que las personas aprenden y piensan en la era digital. Según ella, los test de CI actuales están desactualizados, ya que siguen midiendo habilidades como la memorización y el razonamiento lógico tradicional, mientras que las nuevas generaciones desarrollan otro tipo de capacidades cognitivas.
Possin propone una visión más amplia e inclusiva de la inteligencia, que contemple la adaptación al entorno digital y las nuevas formas de resolver problemas. Desde esta perspectiva, la inteligencia no estaría disminuyendo, sino transformándose.

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