CanalRViajar
En el corazón de Estambul, un edificio monumental ha visto pasar imperios, credos y siglos. Su cúpula suspendida sigue sorprendiendo a quienes la visitan. Así es Santa Sofía, la mezquita de Estambul que fue la catedral más grande del mundo.

De la misma forma que hoy cientos de miles de personas peregrinan a la Catedral de San Pedro del Vaticano, considerada la sede de la Iglesia Católica, hubo un tiempo –mil años, nada menos– en que el templo de referencia cristiano en Europa estaba en Turquía.
En este inmenso solar las religiones se han sucedido sin borrar (o sin eliminar por completo) la huella de las anteriores. Fue concebida para ser un templo incomparable, un lugar que demostrara el poder de un imperio y la grandeza de su fe. Y lo consiguió: cuando en el año 537 el emperador Justiniano la inauguró con su famosa frase "Salomón, te he vencido" no solo se estaba abriendo la puerta al que sería el mayor templo cristiano durante un milenio, sino que también se estaba cambiando la historia de la arquitectura. Su nombre era Santa Sofía.
La historia de Santa Sofía
Aunque muchos creen que la catedral está dedicada a una santa, "Sophia" es, en realidad, la transcripción fonética al latín de la palabra "sabiduría" en griego. El templo se dedicó a la Santa Sabiduría de Dios.
La basílica fue diseñada por los arquitectos Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles. Su cúpula monumental, sostenida sobre cuatro pechinas, parece flotar enganchada a una cadena en el cielo, creando la ilusión de una bóveda suspendida en el aire.

Durante casi mil años fue la catedral más grande del mundo, símbolo del esplendor de Constantinopla y sede del Patriarca ortodoxo. Suele establecerse como fecha en que fue superada 1520, con la inauguración de la catedral de Santa María de la Sede, en Sevilla; aunque la Mezquita-Catedral de Córdoba ya había sobrepasado sus dimensiones dos siglos antes.
En 1453, tras la caída de Constantinopla, los otomanos la transformaron en mezquita, retirando su famoso iconostasio de plata de 15 metros, enluciendo los mosaicos y añadiendo elementos arquitectónicos que han transformado en gran medida su aspecto exterior, entre los que destacan cuatro minaretes. A partir de los planos de Santa Sofía se inspiraron obras posteriores como la Mezquita Azul.

En los años 1930, Atatürk la secularizó y abrió como museo, permitiendo que convivieran los mosaicos bizantinos y las inscripciones coránicas. Pero en 2020, fue devuelta de nuevo al culto musulmán.

Por suerte, en esta ocasión no se han perdido las maravillas iconográficas que contiene la antigua catedral de Estambul. Además de sus montones de reliquias, el edificio tiene expuestos sus mosaicos originales, entre ellos uno de la Virgen María y el Niño que data del siglo IX y que se tapa con cortinajes durante las horas de oración, aunque se desvela para la visita de los turistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario