Thomas Asbridge, un erudito en el medievo, ofrece la visión más completa de las cruzadas en su nuevo libro
El currículum del doctor en historia Thomas Asbridge es casi insultante. A pesar de que apenas suma medio siglo de vida ya puede presumir de haberse convertido en un erudito de la Edad Media . En 2004, sin embargo, decidió centrarse en un punto muy concreto, y a la vez extensísimo, del pasado: las cruzadas . Los combates que, a lo largo de tres siglos (desde el año 1095 hasta 1291), enfrentaron a cristianos y musulmanes por la conquista de Tierra Santa. Tres obras, una serie de televisión y haber sido asesor en la famosa película «El reino de los cielos» le avalan.
Por ello, y según explica en declaraciones a ABC, escribir su último libro ( «Las cruzadas» -Ático de los libros, 2019- , que presenta estos días en Madrid) le planteó un gran reto: aportar algo nuevo sobre un tema del que ya ha escrito miles de páginas. Lo ha logrado. A golpe de fuentes primarias y apartadas ha hilado un texto en el que, de forma magna, explica el devenir de cristianos y musulmanes. Desde el comienzo de las hostilidades, hasta el momento en que los mamelucos (con su tecnología militar puntera y sus avances en estrategia) terminaron con los caballeros más letales de su época.
Es una pregunta complicada. Quiero pensar que he sido muy objetivo a la hora de presentar los acontecimientos. Al menos, lo máximo que he podido. Pero no puedo engañarme… he crecido en la cultura europea y sé que, aunque lo haya intentado, no habré sido cien por cien objetivo. Lo primordial es que no he buscado dar lecciones morales (evito definir las cruzadas como un ataque de unos y defensa de otros, por ejemplo) porque muchos temas están abiertos todavía a debate y es difícil llegar a una verdad absoluta.
Tampoco he querido mostrar a un bando como vencedor total y al otro como un perpetrador de barbaridades, sino que he buscado mostrar una pluralidad de perspectivas. Todo el mundo sabe que, como mínimo, hay dos: la de los cristianos y la de los musulmanes. Pero existían muchas más; la de los griegos, la de los armenios, los judíos… Además, las cruzadas abarcaron tres siglos (mucho tiempo) y aquellos que participaron en ellas evolucionaron durante el conflicto.
2-El libro cuenta con una estructura curiosa…
Sí. La obra cuenta con dos partes. La primera está escrita desde la perspectiva cristiana. Con la segunda -elaborada desde el punto de vista musulmán- quería descolocar al lector. Para ser sincero, quería incomodarle, que no supiera dónde estaba y cómo había llegado allí. Ambas están entrelazadas, no obstante, con las historias de Saladino y Ricardo Corazón de León, que se narran desde los ojos de ambos bandos.
3-¿Fue la fe un arma enarbolada por ambos bandos?
Ambos bandos actuaron de la misma forma y se valieron de la fe cuando más les convenía. El ejemplo claro es el de Saladino, que usó la religión para motivar a sus hombres cuando marchó sobre Jerusalén. Después de la caída de esta ciudad, en 1187, todo cambió; la mayoría de lugares sagrados y santos estaban derruidos, no quedaba nada de ellos… Eso hizo que la explotación de la fe en su propio beneficio decayera. En todo caso, durante esos tres siglos fue un arma que se esgrimió (o se obvió) dependiendo de los intereses de uno u otro bando en un momento concreto.
El ser humano, al menos en sociedades como la inglesa y la española, suele diferenciar mucho entre el “nosotros” y el “vosotros”. Es lo que pasó en las cruzadas. Había dos sociedades que veían a la otra como su antagonista y entendían que, si eran atacados, debían responder. Usaban esas diferencias para movilizar a la población y, entre ellas, se encontraba la fe.
4-En su obra afirma que las cruzadas trajeron graves repercusiones para cristianos y musulmanes. ¿Cuáles fueron?
En un sentido material, desde el punto de vista histórico, tuvieron unas repercusiones evidentes. Las cruzadas cambiaron el curso de la historia. Un ejemplo es que, en los dos siglos siguientes, se crearon en Levante Mediterráneo multitud de poblaciones de cristianos cruzados que tuvieron un impacto directo en el comercio. En un sentido más negativo, en Occidente han forjado la idea de que tenemos una identidad propia, una identidad singular que se contrapone a la musulmana. Esa idea casi despectiva del “otro”, en definitiva. Y en el bando musulmán ha ocurrido lo mismo.
«En la Península, la Iglesia promocionó la guerra santa a través de la fe y de las recompensas espirituales»
5-El mito nos muestra a los cruzados como retrógrados que destruyeron la avanzada sociedad musulmana. ¿Es real esta visión?
Si pensamos, por ejemplo, en el año 1095, cuando empieza la primera cruzada, puede que fuera de alguna forma así. Si retrocedemos un siglo y medio, el conocimiento del pueblo musulmán estaba floreciendo en ciudades como Bagdag y en regiones como Al Ándalus. Pero después, en los siglos XI, XII y XIII, Europa empezó a evolucionar también gracias al redescubrimiento de obras que habían estado ocultas y glosas que no se habían traducido. Este conocimiento produjo un gran avance en España o Sicilia, al norte de Italia. Por ello creo que no es justo decir que los musulmanes siempre estuvieron más avanzados. Lo más adecuado sería incidir en que centraron en unas ramas del conocimiento diferentes a las de los europeos. Durante los 300 años que se desarrollaron las cruzadas ambos bandos florecieron, cambiaron… Y eso es algo muy difícil de resumir en un libro de estas características.
6-¿Cuál fue la relación de la Península Ibérica con las cruzadas?
En la Península, la Iglesia promocionó la guerra santa a través de la fe y de las recompensas espirituales. Es cierto que el papado supo utilizar esta herramienta en su favor aquí, pero también lo es que hizo lo propio en toda Europa. Al final, la realidad es que la relación que tuvo la Península Ibérica con las cruzadas fue prácticamente accidental. Hubo, sin embargo, muchos caballeros y personajes nobles que se sintieron inmediatamente atraídos por ellas. El principal fue Alfonso I “el Batallador”, que dio territorios a todos aquellos dispuestos a combatir por la fe.
7-En las cruzadas chocaron también dos formas diferentes de combatir…
En este sentido sí eran dos mundos diferentes. Es asombroso ver que, cuando se enfrentaron por primera vez, ambos bandos intentaron aprender del otro. Los musulmanes se toparon con unos jinetes de gruesa armadura y los cristianos, por ejemplo, con una forma de combatir que se basaba en la rapidez, en disparar flechas de forma constante y en la falsa retirada.
8-¿Falsa retirada?
Sí. Los cristianos ya habían utilizado esta estrategia, pero los turcos la tenían perfeccionada. Consistía en avanzar, disparar contra el enemigo, retirarse y volver a atacar igual. Su mayor velocidad hacía que no les pudiesen atrapar. Los jinetes y la infantería se combinaban a la perfección. Y eran, además, muchos más. Los cruzados tuvieron que descubrir cómo contrarrestarla. En este sentido, estos tres siglos fueron de un aprendizaje constante.
9-¿Cómo cambió la tecnología militar en estos trescientos años?
Los conocimientos sobre los asedios avanzaron mucho. Los musulmanes querían conseguir que los sitios de los castillos cristianos fueran más eficaces y aprendieron cómo hacerlo en estos tres siglos. Aunque la tecnología militar, en general, cambió muchísimo de la primera a la última cruzada. En la primera, los soldados iban equipados con cotas de malla que les llegaban hasta los antebrazos y las rodillas; en la última, con armaduras completas. Ejemplo de ello es que Ricardo Corazón de León utilizó una coraza de cuerpo entero y un casco revolucionario que, según las crónicas, no se había visto hasta entonces. Ambas fuentes coinciden en que los soldados que iban equipados así eran indestructibles. Los llamaban erizos porque las flechas se quedaban clavadas en la armadura y no les hacían nada. Pero, al final, había otras formas de acabar con ellos.
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