Fueron el último gran sistema de fortificaciones de la antigüedad y uno de los más complejos y elaborados de la historia.
Constantino mandó construir las primeras murallas en el siglo IV d.C. A lo largo de más de mil años se continuaron mejorando las defensas de la ciudad.
La ciudad creció con rapidez y fue necesario construir otra muralla externa, obra que llevó a cabo Teodosio, que les da su nombre.
Estás murallas fueron inexpugnables para los sitiadores medievales y salvaron al Imperio romano oriental durante los asedios de los ávaro-sasánidas, árabes, rusos y búlgaros, entre otros. Resistieron 24 asedios durante su historia, de los cuales cinco tuvieron éxito, catorce no fueron concluídos y cinco se levantaron por mutuo acuerdo.
El advenimiento de los cañones de asedio de pólvora hizo a las murallas vulnerables, aunque se podían reparar entre la recarga de cada cañón.
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