Descubre la historia que hay detrás de la primera gran derrota que sufrió el rey Sol, Luis XIV, en su lucha por el trono de España para su nieto, y como Europa se salvó de caer bajo el imperio de Francia.
Corría el año de 1700. Carlos II de España, enfermo, designó a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, como su sucesor. Esperaba con ello conservar la integridad de España y sus numerosos territorios en Europa y América. La condición fue su renuncia al trono de Francia. El rey Sol lo aceptó, en apariencia, y tras la muerte de Carlos II, Felipe V fue proclamado rey en enero de 1701.
Luis XIV, sin embargo, comenzó a dar muestras de hacer posible la unión de ambas coronas, lo que inquietó a Inglaterra y las Provincias Unidas. Entre tanto, el emperador alemán Leopoldo I no aceptó el testamento del rey español y buscó colocar a su hijo Carlos en el trono. La guerra estalló cuando en agosto de 1701 los austriacos invadieron Lombardía.
Durante los primeros tres años de guerra la suerte de las armas en Europa Central favorecieron a Luis XIV, quien logró atraer en alianza a Maximiliano II de Baviera con la promesa de cederle territorios. Así fue como el acceso a Viena quedó garantizado.
Las fuerzas de la alianza integradas por Inglaterra, las Provincias Unidas, Prusia, Austria, Dinamarca y otros estados alemanes se apresuraron a impedir que las fuerzas francesas penetraran en Austria. Si la ofensiva francesa tenía éxito, la rendición del emperador estaría garantizada y Francia concentraría sus fuerzas en rendir a las Provincias Unidas.
El duque de Marlborough comandaba un ejército que estaba en los Países Bajos para la defensa de las Provincias Unidas. Fue enviado de inmediato a Baviera para conjurar la amenaza. En una veloz marcha logró llegar hasta el territorio bávaro y se reunió con el comandante de las fuerzas imperiales, el duque de Baden y el príncipe Eugenio de Saboya.
Entre tanto, el duque de Marsin y el elector Maximiliano de Baviera recibieron los refuerzos del duque de Tallard. Habían logrado reunir unos 56 000 soldados y buscaron aniquilar a las fuerzas aliadas. En agosto salieron de su base y cruzaron el Danubio en donde las fuerzas de la alianza les salieron al encuentro a la altura de Hochstadt.
El enfrentamiento que siguió se riñó con ferocidad por ambas partes, aunque las fuerzas de la alianza fueron las que emprendieron la ofensiva. Tras numerosos asaltos lograron derrotar al centro francés y tras rendir la derecha e izquierda se hicieron con la victoria. Viena había sido salvada y con ellos el equilibrio de Europa.
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