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Canarias en América es la historia de una querencia que comienza con el viaje del descubrimiento, cuando las naves de Cristóbal Colón partiendo desde estas preciosas islas el 6 de septiembre de 1492, no verían otra tierra más que la americana, treinta y seis días más tarde, después de una navegación incierta y rumbo desconocido hacia el oeste.
Como dice Manuel Alvar: «Y no se olvide que América se encontró porque Castilla buscaba en ella la Isla de Canaria por ganar» (entre las distintas interpretaciones de la cláusula VIII del Tratado de Alcazobas de 1480 favorables a los Reyes de Castilla, estaba la de que éstos podían buscar en el Atlántico alguna otra Canaria por ganar).
Canarias se encuentra en medio de la corriente de los Alisios, que llegan hasta América Central y son el último territorio antes de cruzar el Atlántico en la latitud del Trópico de Cáncer (23º 26′ 14″ N).
Una vez terminada la temporada de huracanes (junio-octubre) los mejores meses para cruzar el Atlántico son de noviembre a enero. Las embarcaciones que parten de Canarias en dirección hacia el Caribe o al norte de Brasil, pueden también recalar mas al sur en las islas de Cabo Verde, para hacer aguada o alguna reparación y desde allí seguir un rumbo casi directo de 270º hacia el Caribe con los vientos casi siempre a 180º.
Cuando la flota de Colón en su primer viaje navegaba próxima a Lanzarote, pasados cuatro días desde su salida del Puerto de Palos, se rompió el timón de La Pinta, obligando a prolongar la estancia en las Islas más de lo previsto.
La carabela fue reparada en un lugar de Gran Canaria, mientras Colón con las otras dos naves se dirigió a San Sebastián de La Gomera, donde cambió el aparejo de la Niña y se completaron y refrescaron las provisiones. Allí visitó a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la isla a quien conocía de la Corte. Por entonces la islas de la Palma y Tenerife aún no habían sido conquistadas, lo serían en 1496. Después de un mes por tierras canarias, las tres carabelas partieron desde la isla de la Gomera.
En su segundo y tercer viaje, Colón volvió a recalar en San Sebastián de la Gomera y en el cuarto viaje, el Almirante lo hizo en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, donde al parecer se entrevistó con Antonio de Torres, gobernador de la isla y antiguo amigo suyo.
Ya en el segundo viaje del Almirante, salieron desde Canarias rumbo a América hombres, animales y plantas.
Durante estos viajes, varios naturales de La Gomera se embarcaron en las naves de Colón y es célebre una anécdota que cuenta que uno de estos indígenas canarios persiguió y atrapó en la isla de Guadalupe a una india, tras una veloz carrera que admiró a toda la tripulación.
Desde 1508 los comerciantes españoles recibieron autorización para cargar en Canarias mercaderías no prohibidas para las Indias. La primera licencia se le concedió a La Palma, cuya pujanza comercial era notable durante estos años y desde 1526 también le fue otorgada a la isla de Tenerife.
Así pues, la única excepción al monopolio sevillano fue la de Canarias, sólo las islas podían comerciar con Indias, con la excepción de algunas compañías privilegiadas que actuaban en ciertos ámbitos geográficos muy reducidos, hasta que en 1765 se liberalizó el sistema de puerto único que había regido, para el área del Caribe.
Las primeras disposiciones regias permitieron el comercio con América a La Palma, Tenerife y Gran Canaria, mientras que la real cédula de 20 de septiembre de 1534 las amplió a La Gomera, Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura.
En 1566 les fue reiterado este sistema de privilegios, pero con la obligación de acudir al registro de actividades comerciales en cualquiera de los Juzgados de Indias establecidos en Tenerife, Gran Canaria y La Palma, quedando restringidas, a partir de entonces, todas las salidas comerciales a las tres islas realengas.
Durante la primera mitad del siglo XVI el puerto palmero llegó a ser el más importante del Archipiélago, aunque seguido muy de cerca por el de Garachico en Tenerife. En el siglo XVII, sin embargo, la crisis azucarera y la hegemonía vinícola supusieron el dominio comercial de los puertos tinerfeños de Garachico y Puerto de la Cruz, que concentrarán el mayor número de barcos de la Carrera de Indias.
Más tarde el puerto de Santa Cruz de Tenerife se convirtió en puerto único para las salidas de la propia Isla, marginando a los puertos de Garachico (en la imagen) destruido por la erupción volcánica en 1706 y el de la Cruz, al tiempo que se convirtió también en puerto obligado de retorno para todo el Archipiélago.
Por tanto, desde el primer momento las islas se convirtieron en una eficaz estación de aprovisionamiento en el camino hacia las Indias. Todos los grandes conquistadores y descubridores de nuevas tierras y mares en el Nuevo Mundo, pasaron por las islas Canarias, desde Cristóbal Colón hasta Yáñez Pinzón, Ojeda, Bastidas, Diaz de Solís, Magallanes, Elcano, Pedrarias, López de Villalobos, Orellana, Cabeza de Vaca etc. Incluso las que partieron desde la Coruña como la expedición de García Jofre de Loaisa recalaron en las islas.
A mediados del siglo XVI, la población del conjunto de las Islas Canarias no superaba los treinta y cinco mil habitantes, que se concentraban principalmente en las islas de Tenerife y Gran Canaria.
Tenerife era la isla más poblada con una población entre nueve y diez mil habitantes, de los que unos dos mil quinientos serían descendientes de los antiguos guanches y aborígenes de otras islas, especialmente grancanarios y gomeros, y esclavos africanos, tanto berberiscos como negros, y el resto eran peninsulares y grupos de genoveses, flamencos, franceses y judíos. A finales del XVI la población ascendía a algo más de veinte mil habitantes.
En Gran Canaria a principios del siglo XVI vivían menos de tres mil habitantes en la isla, población que aumentará hasta las ocho mil personas en torno a 1550, crecimiento debido a la inmigración desde la Península y a la importación de esclavos desde África y por supuesto al crecimiento natural, todo ello al amparo de la expansión de la economía azucarera. Pero a principios del XVII la población cae hasta los seis mil habitantes, siendo superada por la isla de La Palma. Las causas fueron las destructivas invasiones piráticas de los años 90, las epidemias, las malas cosechas y la emigración causada por la crisis económica desencadenada con el fin del ciclo azucarero.
El resto de las islas presentaban los siguientes registros poblacionales a finales del siglo XVI: La Palma 5.580 habitantes; Fuerteventura 1.900 habitantes, La Gomera 1.265 habitantes; El Hierro 1.250 habitantes y Lanzarote menos de mil.
Durante cuatro siglos, la agricultura constituyó el soporte económico fundamental de las islas, siendo una parte destinada al abastecimiento interno y otra a la exportación, representada por el cultivo de la caña de azúcar y el vino.
La rentabilidad del azúcar canario se mantuvo hasta que este cultivo se introdujo en América y comenzó a ser exportado hacia Europa. El menor coste de la producción americana determinará a mediados del siglo XVI el hundimiento del sector azucarero, afectando gravemente a la isla de Gran Canaria.
Existió durante estos dos siglos un comercio generalmente ilegal con América, dado el control que la Casa de Contratación ejercía en todo tipo de transacción comercial con el continente americano. Entre los navegantes canarios que participaron en este comercio marítimo transcontinental destaca el corsario Amaro Rodríguez Felipe (en la imagen) más comúnmente conocido como Amaro Pargo. Su participación en la carrera de Indias comenzó en el bienio 1703-1705. Fue capitán de la fragata El Ave María y las Ánimas, navío con el que navegó desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife hasta el de La Habana.
A partir del segundo viaje, ya se transportaron desde las Islas con destino a los primeros territorios recién descubiertos en el Caribe, plantas útiles o diversos animales como ganado vacuno y porcino llevados desde la propia isla de La Gomera. Colón pensaba que se aclimatarían en las nuevas tierras más fácilmente que los criados en la península.
Según relata Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias lib. 1, cap. LXXXlII: «De las ocho puercas que compraron en La Gomera, se han multiplicado todos los puercos que hasta hoy ha habido y hay en todas las indias y que han sido y son infinitos«.
El comercio indiano de Canarias se inició en embarcaciones despachadas desde la Península, pero pronto aparecieron los envíos directos de las islas. Desde estas zarpaban pequeñas armadas que se lanzaban en seguimiento de las flotas. Las despachaban los jueces de Indias residentes en el Archipiélago y ellos mismos examinaban a los pilotos.
De Canarias saldrán para Indias los primeros plátanos, ñames, caña de azúcar, gallinas, becerros, caballos y cerdos. Fernández de Oviedo vio por primera vez los plátanos en el convento de franciscanos de Las Palmas, desde donde, según el mismo historiador, fueron llevados en 1516 a la Española. De esta isla pasaron a las demás Antillas y al continente americano. En cambio los camellos que llegaron al Nuevo Mundo no llegaron a reproducirse. A su vez desde América llegarán a las islas, plantas americanas de todas las especies y que se adaptaron perfectamente en el Archipiélago: papas, tomates, tabaco, maíz, piteras, tuneras, etc.
A América también se exportaba desde las islas vino, vinagre, conservas de pera, membrillo, frutos secos, etc. Y se importaba cacao, tabaco, palo de Brasil y muebles. Las leyes de libre comercio del siglo XVIII constituyeron un estímulo a los intercambios comerciales con aquel continente.
Si bien la emigración de canarios hacia América fue constante desde el momento del descubrimiento, será a partir del siglo XVIII cuando ésta adquiera mayor importancia; respondía a necesidades estratégicas de la Corona española, siempre amenazada en América por ingleses, franceses y portugueses.
Los canarios se trasladaron a América entonces de forma numerosa durante dicho siglo, cuando el Reglamento Real de 1718 abrió siete puertos del Nuevo Mundo al trafico con las Islas. Tuvo especial relevancia, al liberalizar las relaciones comerciales entre Canarias y América, aunque imponía la condición de enviar a aquel continente, cinco familias canarias de cinco miembros por cada cien toneladas de mercancías exportadas. El reglamento real institucionalizaba una práctica obligatoria llevada a cabo desde 1678. A este tipo de emigración se le conoce como tributo de sangre.
De esta forma, y con personas procedentes de Canarias, se fundó Montevideo, para frenar la expansión portuguesa desde el sur de Brasil hacia el estuario del Río de la Plata. La ciudad nació de un pequeño poblado de indios tape y emigrantes canarios radicados en torno a un fuerte construido en 1724 por orden del gobernador español de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala. El 20 de diciembre de 1724 se confeccionó un padrón de habitantes y, finalmente, el 24 de diciembre se trazó un plano delineatorio y se la designó como San Felipe y Santiago de Montevideo, nombre que posteriormente sería abreviado en Montevideo. Según el padrón oficial, en sus orígenes estuvo compuesta por cincuenta familias de origen canario. (En la imagen, pintura de Eduardo Amézaga: «Desembarco de las primeras familias canarias en Montevideo«)
También se fundó San Antonio en Texas, necesario para consolidar el dominio español al norte del Río Grande y contribuyeron a fundar y poblar ciudades como Buenos Aires, Caracas y La Habana. Así mismo se establecieron canarios en Florida, Cuba, Puerto Rico, Luisana y California.
Aún es visible en Luisiana y en San Antonio en Texas, la existencia de comunidades hispanohablantes, descendientes de los primitivos canarios, hoy estadounidenses, que mantienen contactos con la tierra de sus ancestros y manifiestan el orgullo de ser isleños.
Con los canarios llegaron al Nuevo Mundo muchas de las tradiciones y festejos de las islas, entre ellos la festividad de Nuestra Señora de la Candelaria, que es celebrada cada año por los canarios tanto en las propias islas como en otras partes de la América española. Actualmente la Virgen de Candelaria está presente en toda la América Hispana, siendo la segunda advocación mariana más venerada en América tras la Virgen de Guadalupe, celebrándose su festividad el 2 de febrero. (En la imagen, la talla de la Virgen en Tenerife)
En Argentina se celebra la fiesta en la localidad de Candelaria (Misiones) que lleva el nombre de su Patrona, tomado de las antiguas reducciones Jesuíticas (capital de los treinta pueblos guaraníes que incluía a Paraguay, Argentina y Brasil). También se celebra en las ciudades de Humahuaca (Jujuy), Villa de Leles (Tucumán), Chicligasta (Tucumán) y Guaminí (Buenos Aires).
En Bolivia se celebra en las ciudades de Potosí, Aquile (Cochabamba), Rurrenabaque (Beni), Samaipata (Santa Cruz), Azurduy (Chuquisaca), y Tarija (La Angostura). En la ciudad de Coroico es su patrona pero se celebra el 20 de octubre.
En la ciudad de Oruro, en devoción a la Virgen de la Candelaria del Socavón se celebra el Carnaval de Oruro, declarado por la UNESCO «Obra Maestra del patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. En 1583 en Copacabana (La Paz) fue tallada la imagen de la Virgen de la Candelaria de Copacabana por Francisco «Tito» Yupanqui y además el Templo de Copacabana (en la imagen) es el segundo templo más antiguo de Hispanoamérica.
En Chile la Virgen de la Candelaria es venerada principalmente por los mineros del norte del país, donde es su patrona, siendo su centro la ciudad de Copiapó.
Muy venerada también en la isla Mancera (Valdivia), en el pueblo de Mincha (Canela) y en las ciudades de Osorno y Carelmapu en el sur de Chile.
En Colombia es la patrona de la ciudad de Medellín, fundada originalmente como Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín. También es patrona de las ciudades de Cartagena de Indias, Magangué, Guarne, Antioquía, Riosucio (Caldas), Candelaria (Valle del Cauca), Morroa (Sucre), Suaita (Santander), Bagadó (Chocó), Certeguí, Paimadó, Tagachí, Beté, Banco (Magdalena), Chita (Boyacá), Garagoa (Boyacá), Garagoa, La Capilla (Boyacá), Santo Domingo de Silos (Norte de Santander) y en Casa de Tabla (Magdalena).
En Costa Rica lo es en las ciudades de Esparza, Puntarenas, Cantón de Palmares y Alajuela.
En Cuba en las ciudades de Camagüey y San Fernando de Camarones.
En Ecuador en Alangasí (Quito).
En El Salvador es la patrona de Sonsonate, Jucuarán (Usulután), del Barrio Candelaria del centro histórico de San Salvador.
En Estados Unidos, en la ciudad de San Antonio fundada por canarios, su catedral se llama de Nuestra Señora de la Candelaria y Guadalupe.
En Filipinas en la ciudad de Jaro se venera a la Virgen de la Candelaria en la Catedral y Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Candelaria. También en Silang se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria.
En Guatemala la Virgen de la Candelaria es la patrona de las ciudades de Chiantla, Colotenango y Jacaltenango del departamento de Huehuetenango, Teculután (Zacapa), Cunén (El Quiché) y Masaya (Escuintla). (en la imagen, la talla en la Parroquia de la Candelaria en Ciudad de Guatemala)
En Honduras es la patrona en las ciudades de Lempira, Sabanagrande, Francisco Morazán, Villa de San Francisco y El Paraíso (Jacaleapa).
En México es la patrona de las ciudades y pueblos de Campeche, Salvatierra (Guanajuato), Carrizalito (Irapuato), Pueblo Nuevo (Guanajuato), Los Saucitos (Tecoanapa, Guerrero), Cintalapa (Chiapas), Ocosingo (Chiapas), Tecomán (Colima), Tlapala, Tonatico, Quitupan (Jalisco), Villa Purificación (Jalisco), Hacienda de Cabezón (Ameca), Santa Marí de Tule (Oaxaca), Tlacotalpan (Veracruz), Valladolid (Yucatán), Tekal de Venegas (Yucatán) y Villa de Seris (Hermosillo, Sonora).
En Nicaragua en Diriomo (Granada) y en la colonia Américas N.º 1 (Managua).
En Panamá en las ciudades de La Concepción (Bugaba, Chiriquí), Pinogana (Darién) y en Los Higos (Pedasí, Los Santos).
En Perú en las ciudades de Puno, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Huaripampa (Huancayo), Cabana Sur Lucanas, Tacna, Moquegua, Sócota (Cutervo), Huaro de Urcos (Cuzco), Torata (Moquegua, Mariscal Nieto), Inclán (Tacna) y en la provincia de Jauja.
En Puerto Rico en las ciudades de Mayagüez, Lajas, Manatí y Coamo.
En la República Dominicana en la antigua Villa de San Carlos (Sano Domingo) y en Sabana Grande de Boyá (Monte Plata).
En Uruguay se celebra en Punta del Este (Maldonado), en conmemoración del desembarco el 2 de febrero de 1516, del piloto mayor del reino de Castilla, Juan Diaz de Solís y la celebración en tierra firme de la primera misa en el Río de la Plata. La actual bahía de Maldonado fue llamada de Nuestra Señora de la Candelaria, justamente en homenaje a la Virgen en el día de su fiesta.
En Venezuela es la patrona de la ciudades de Cagua, Bailadores, Cantaura, Turmero, San Diego, Valle de la Pascua, Puerto Cumarebo y del estado de Anzoátegui.
Muchos canarios se enrolaron en las diferentes expediciones, la mayoría marinos, soldados y aventureros. Un grupo importante estará formado por maestros de los ingenios azucareros, tan necesarios en el área del Caribe, al implantarse allí las explotaciones de caña de azúcar. En la segunda mitad del siglo XVI, serán familias campesinas las que viajarán a América, en busca de tierras fértiles para su cultivo.
Hubo muchos canarios ilustres en América como no podía ser menos, y otros no tanto o casi desconocidos, pero al ser los primeros que se aventuraron en el Nuevo Mundo merecen ser recordados; estos son los mas relevantes en orden cronológico:
SIGLO XVI
Francisco de Niebla, (Tenerife), nacido en 1520, pasó a las Indias con el adelantado Pedro Fernández de Lugo. En América, intervino en la conquista de Bogotá, marchando posteriormente a Perú, donde entró a las órdenes del virrey Blasco Núñez de Vela. Perseguido por Gonzalo Pizarro cayó derrotado en la batalla de Añaquito.
Los de Pizarro lo condenaron a la horca, de la que se salvó gracias a la amistad que le unía a uno de los capitanes del caudillo extremeño. Años mas tarde, ya libre, acudió con Hurtado de Mendoza a la conquista de Chile (1557), donde moriría a manos de los indios.
Francisco Bahamón de Lugo, nacido en La Laguna y enrolado en las huestes de Fernández de Lugo, de quien era sobrino, le tocó enfrentarse con los pizarristas de Gonzalo Pizarro junto a un nutrido grupo de canarios reclutados en las Islas por el licenciado La Gasca, que había sido nombrado visitador en Perú para someter a los alzados de la rebelión de los conquistadores andinos. Reconocidos sus servicios a la Corona, fue gobernador de Puerto Rico (1564-1568) y gobernador de Cartagena de Indias (1572-1574) donde acabó sus días mientras la defendía del corsario inglés Francis Drake.
Baltasar de Castilla, hijo del Conde de La Gomera, que murió en el garrote a manos de los pizarristas cuando huía de Cuzco. Castilla portaba en el pecho al ser detenido una relación completa de todos los alzados fieles a Pizarro.
Sebastián de Castilla, hermano de Baltasar, fue el jefe de la sublevación de los Charcas contra el capitán Hinojosa. El canario que, como Lope de Aguirre, soñaba con ser rey del Perú, fue muerto por el hermano de Hinojosa.
Leonor de Bobadilla, hermana de Baltasar y Sebastián, casada en Perú en segundas nupcias, con Lorenzo Mexía de Figueroa, caballero de la isla del Hierro, que formaba parte de la expedición del Adelantado a Santa Marta.
Antonio de Chávez. Gobernador de Cuba (1547-1550). Acompañó a Pizarro y dispuso la emancipación de los indios de toda servidumbre.
En Venezuela, Martín Fernández de Quiñones tomó parte en la conquista de Trujillo (1557) y el Valle de la Grita, en la zona continental.
José de Anchieta, San José de Anchieta (La Laguna 1534-Brasil 1597), conocido como el Padre Anchieta, fue un misionero jesuita y destacado lingüista, médico y arquitecto. Se le considera el padre de la literatura brasileña. (en la imagen)
Tomé Cano (Garachico 1545-Sevilla 1618), piloto de la Casa de Contratación de la Carrera de Indias (1569), capitán de Mar, científico e ingeniero naval.
Rafael Bencomo murió en el extremo sur del continente, en Chile, que había acompañado a Pedro de Valdivia hasta aquellas tierras. El isleño tuvo una muerte atroz en manos de los indios araucanos del caudillo Caupolicán.
Juan de Aguilar, nacido en Gran Canaria, obtuvo de Felipe II una cédula particular «para levantar gente de guerra» con destino a Chile. Aguilar venció a los indios en Hualqui, Millaraque y en el Cerco de Arauco. En la Cuesta de Andalicán, bajo el mando del gobernador Rodrigo de Quiroga, volvió a repetir sus hazañas, al poner a los indios en fuga. Olvidadas las glorias pasadas y, ya como caballero de la Orden de Cristo, Aguilar se asentó en Sevilla en 1594 dónde murió.
Fueron canarios los que contribuyeron a poblar la región de Venezuela y en la espeluznante expedición de los Marañones en el Amazonas en 1560.
Adriano de Padilla y Zerpa, de Gran Canaria, Gobernador de Nueva Andalucía (1576).
Diego de Sopranis Suárez, nacido en Telde en 1663, nombrado capitán general de la isla de Trinidad y la Guayana.
Juan de Jaraquemada y Codina, también canario nacido en 1563, fue capitán general en Chile (1611).
Antonio Bernader, joven isleño qué llegó a Cuba de soldado, fue Capitán general de la Florida y vencedor de los holandeses en Honduras.
Guillén de Las Casas. Gobernador del Yucatán entre 1577 y 1582.
Luis López de Azoca y de Nava. Tinerfeño. Teniente general de Chile (1584). Alcalde del Crimen de Lima, alcalde supernumerario del Crimen de México. Murió en Ciudad de México en 1610.
SIGLO XVII
Durante los siglos XVII y XVIII numerosos canarios viajaron a Ultramar con la expresa misión de poblar y fundar ciudades. Los lugares de destino se extienden desde Texas y Luisiana en el Norte hasta la región del Uruguay y Argentina en el Sur. Sin embargo, será la América bañada por el Caribe a donde los canarios arribarán con mayor intensidad, especialmente a Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Venezuela.
Francisco Guillen del Castillo, natural de La Laguna, alférez en la Armada de don Fadrique de Toledo al Brasil (1625), y en la flota de Nueva España para donde le despachó el Virrey con un aviso. Había servido en Acapulco, cuando los holandeses amenazaban aquel fuerte.
Silvestre Balboa y Troya, (1563-1649) nacido en Las Palmas y conocido como el primer poeta de la lírica cubana y, quizá, de la antillana.
Luis de Bethancourt y Figueroa chantre de la catedral de San Francisco de Quito, obispo electo de Popayán que no aceptó. Murió en Perú en 1655.
Los hermanos Juan Martin Ximénez de Béthencourt y Cristóbal Martin de Béthencourt (Las Palmas 1582) naturales de-las islas Canarias, que se establecieron en Córdoba del Tucumán, eran hijos de Cristóbal de Béthencourt y María de la O Ximénez, y nietos de Melchor Verde de Béthencourt y Catalina Martin de Llerena, que fueron tronco de la rama Verde de Béthencourt en Tenerife.
Francisco Diaz Pimienta (La Palma 1594-Barcelona 1652) General y almirante de la Real Armada de Indias e ingeniero naval en La Habana. (en la imagen)
Francisco Dávila Orejón y Gastón, oriundo de familia de La Gomera nacido en Amberes en 1620, fue gobernador de La Habana (1663) y Venezuela (1673).
Pedro de Ponte y LLerena, nacido en Garachico en 1624, fue nombrado gobernador y capitán general de Tierra Firme y presidente de la audiencia de Panamá en 1681.
Pedro Betancor García (San Pedro de San José, apóstol de Guatemala) (Tenerife 1626-Santiago de los Caballeros en Guatemala 1667, popularmente conocido como el hermano Pedro, santo hermano Pedro o san Pedro de Vilaflor. Religioso terciario franciscano y misionero español fundador de la orden de los Betlemitas y del primer hospital de convalecientes y de la primera escuela popular para niños y adultos en la que se hacía aceptaban personas de todas las razas y sexo. Podían asistir por igual niños y niñas, blancos, indígenas, negros y mestizos.
José Francisco de Arce (La Palma1651–Lago Mandioré, Matto Grosso do Sul, Brasil 1715). Jesuita (SI), profesor de Filosofía (1679-1681) en el Colegio Máximo de Córdoba del Tucumán y misionero (1682-1688) en la reducción guaraní de San Ignacio Guazú (Paraguay), donde hizo los últimos votos el 15 de agosto de 1686. Después se le envió al recién fundado colegio de Tarija (actual Bolivia), desde donde se querían establecer misiones entre los chiriguanos. Superior (1690-1692), comenzó su labor con la ayuda de cristianos guaraníes de las reducciones del Paraná- Uruguay. Fundó los pueblos de Presentación y San Ignacio de Tariquea en 1691. En 1696 Arce pidió ayuda al gobernador de Santa Cruz, que envió un contingente de ciento treinta soldados, los cuales, unidos a los trescientos chiquitos de San Javier, derrotaron a las dos “banderas” de mamelucos (mestizos de portugués e india) y a sus aliados, los guarayos, muchos de los cuales se acogieron luego a la misión.
Diego de Sopranis Suárez, nacido en Telde en 1663, nombrado capitán general de la isla de Trinidad y la Guayana.
Brigadier Marcos Francisco de Béthencourt y Castro, nacido en Icod de los Vinos en 1663, fue gobernador y capitán general de la provincia de Caracas (1701-1707).
Pedro Benítez de Lugo nacido e La Orotava en 1667, gobernador y capitán general de la isla de Cuba.
Antonio José Álvarez de Abreu nacido en La Palma en 1683, eminente jurista y gobernador interino de Caracas. (en la imagen)
Antonio Hernández de Betancurt, que con su mujer e hijos formó parte de !a expedición que partió de Tenerife para establecerse en Cumaná hacia el 1680.
Francisco de Vera. Presidente de la Audiencia de Santo Domingo.
SIGLO XVIII
Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo, tinerfeño de Garachico. Militar, gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela entre los años 1699 y 1705.
La familia Bencomo, como otras muchas familias Canarias, aportó su tributo de sangre en el poblamiento de América, como: Diego Bencomo, en 1707 embarca para La Habana como cirujano del navío San José, alias Los dos Leones; Domingo Martín Bencomo, hizo un viaje a la Habana, del que regresó en la fragata Nuestra Señora de la Rosa, que llegó a Santa Cruz el 13 de septiembre de 1773. Posteriormente, regresó a América, pues en 1788 figuraba como vecino de Coro; Eusebio Bencomo, su esposa Francisca Vizcaína y los hijos de ambos, Nicolás, Francisca Juana, Rosa y María Bencomo. Fueron una de las muchas familias tinerfeñas que pasaron a repoblar Santo Domingo, con los emigrantes que llegaron en enero de 1737 a la población del Puerto de Plata.
Lorenzo Felipe de la Torre Barrio y Lima, nacido en La Laguna, fue minero en Perú desde al menos 1724, e inventor y autor de la obra «Arte ó cartilla del nuevo beneficio de la plata en todo genero de metales fríos y calientes» (1738).
En 1731 llegaron a San Antonio Béjar (Texas) quince familias canarias vía Tenerife y Veracruz:
Juan Leal Goraz y familia (7 personas). Lanzarote. Primer alcalde de San Antonio de Tejas.
Juan Curbelo y familia (8 personas). Lanzarote.
Juan Leal, El Mozo, y familia (7 personas). Lanzarote.
Antonio Santos y familia (8 personas). Lanzarote .
José Padrón y familia (4 personas). La Palma-Lanzarote. De esta familia nació María Rosa Padrón, la primera descendiente de Canarias que vino al mundo en San Antonio.
Manuel de Niz y familia (3 personas). Gran Canaria.
Vicente Álvarez Travieso y familia (2 personas). Tenerife.
Salvador Rodríguez y amilia (3 personas). Tenerife.
Francisco de Arocha y Esposa (2 personas). La Palma.
Antonio Rodríguez y Esposa (2 personas). Gran Canaria.
José Leal y Esposa (2 personas).
Juan Delgado y Esposa (2 personas). Lanzarote.
Hermanos: José, Marcos y Ana Cabrera (3 personas). Lanzarote.
Juan Granadilla/Granados y familia (7 personas). Lanzarote.
Delgado y Familia (8 personas). Lanzarote.
Además, también se unieron los hermanos Martín e Ignacio Lorenzo de Armas y los hermanos Felipe y José Antonio Pérez, procedentes de Tenerife.
Domingo Pantaleón Álvarez Abreu, nacido en La Palma en 1683, obispo de Santo Domingo (1737) y de Puebla de los Ángeles (1743).
Juan Francisco León, El Hierro 1692 – Cádiz 1752. Capitán poblador y juez del valle de Panaquire en Venezuela.
Miguel Anselmo Álvarez de Abreu y Valdés, nacido en La Laguna en 1711, ocupó el obispado de Puebla (1751) y el de Antequera en Oaxaca.
Antonio Aniceto Porlier y Sopranis, nacido en La Laguna en 1722. En 1757 es nombrado fiscal protector de indios de la Real Audiencia de Charcas y fiscal en la Real Audiencia de Lima (1769).
Francisco Jabier Machado y Fiesco, nació en la ciudad de La Laguna en 1730. Secretario de la visita general de Nueva España encargada a José de Gálvez (1765- 1772). Ministro y contador general del Supremo Consejo de Indias.
Juan de Vinatea y Torres, natural de La Palma y que alcanzó también cierto renombre. Corregidor de Piura en el Perú. Cuando los ingleses del Centurión saquearon el puerto de Paita, en 1741, Juan de Vinatea juntó las milicias de su Distrito y marchó catorce leguas, haciendo huir a los ingleses, que embarcaron precipitadamente después de incendiar el lugar.
José González Rivas, arzobispo de Lima.
SIGLO XIX
Ya en el siglo XIX, esta corriente humana se dirigió preferentemente a Cuba y Puerto Rico, aunque tampoco lo dejaron de hacer a Venezuela y en menor medida a Uruguay y México. Los canarios participaron también en las guerras civiles hispanoamericanas que desembocaron en las independencias, bien tomando partido por los ejércitos del rey o por las fuerzas insurgentes.
Luis Gonzaga de la Encina, nacido en Las Palmas y obispo de Arequipa (1810-1816).
Domingo de Monteverde y Ribas San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), 1773 – San Fernando (Cádiz), 1832. Jefe de escuadra, capitán general de Venezuela 1812-1813. (en la imagen)
Francisco Tomás Morales Alfonso. Carrizal, Agüimes (Las Palmas), 20.XII.1781 – Las Palmas de Gran Canaria (Las Palmas), 5.X.1844. Capitán general de Venezuela y Mariscal de campo en los ejércitos del Rey hasta 1823.
Juan Bautista Antequera y Bobadilla (La Laguna 1823-Murcia 1890). Almirante de la Armada con varios destinos en América.
La presencia humana en el Nuevo Continente es tan notoria que ya en los primeros años del siglo XIX Simón Bolívar en un manifiesto decía: «peninsulares y canarios». Son frecuentes los topónimos canarios en América: Candelaria, en Puerto Rico; Realejo, en Nicaragua; Gomera, en Guatemala, etc. Es rara la familia canaria que no tiene parientes en América .
Allí quedaron varias poblaciones con nombre canario, como Nueva Tenerife, levantada en el curso bajo del río Magdalena o Las Palmas, erigida muy cerca, frente a la anterior. Trozos de historia canaria repartidos por los páramos americanos.
En Puerto Rico la herencia canaria más evidente se puede detectar hoy día sobre todo en el léxico. Palabras como «cachete» (mejilla), «ensoparse, enchumbarse» (mojarse), «cuarto»» (dormitorio), «fósforo» (cerilla), «cocotazo» (golpe en la cabeza), «trapiche» y guarapo» (referido a la industria azucarera), entre otras son utilizadas en el habla coloquial en la isla caribeña.
Se considera que Venezuela es el país del mundo con la mayor población canaria y es común decir tanto en las islas como en el país americano que «Venezuela es la octava isla de Canarias».
A principios del siglo XIX, es en este territorio donde es mas significativa e influyente la población originaria de Canarias. Allí el sinónimo de isleño, es diferenciado del español y del europeo por los naturales americanos; los canarios eran tomados por un igual porque consideraban que eran diferentes de los españoles peninsulares, tratados como criollos (blancos nacidos en América), por pertenecer a una provincia separada de la Península por el mar al igual que ellos.
La República de Venezuela que se proclama en 1813 es impulsada entre otros, por las clases poderosas y oligarcas que pretenden la independencia de una España peninsular en horas bajas; paradójicamente era un momento de bienestar económico local indudable, debido entre otras cuestiones a que la Corona protegía la economía de todo el imperio español. También los canarios pertenecientes a este grupo social dominante, apoyaron en un principio los cambios políticos promovidos por la élite.
En cambio para los pequeños comerciantes canarios el nuevo gobierno era peor que el anterior, pues temían por sus bienes, amenazados tanto por onerosas derramas como por la inestabilidad económica y política; por todo ello pronto empezaron a desear el restablecimiento del antiguo régimen.
Un hecho curioso va a animar a que la mayoría de los canarios se decanten del bando real. Pocos días después de la proclamación de la República, acontece la llamada «Insurrección de los isleños», en las inmediaciones de Caracas: «sesenta personas naturales de las islas Canarias se reunieron en los Teques montados en sus mulas, armados de trabucos, cubiertos sus pechos con hojas de lata y gritando ¡Viva el Rey y mueran los traidores!».
Es por tanto significativo que, mientras que los canarios de origen mas humilde apoyaron a partir de entonces el bando del Rey, los integrados en la oligarquía siguieron optando por la independencia.
Hasta la actualidad los canarios en América han seguido destacando en todos los campos, especialmente en Venezuela, donde todavía existe el Hogar Canario‑Venezolano de Caracas. Son también muchos los que con ascendencia canaria figuran como grandes personajes, entre ellos los venezolanos Andrés Bello y los ex-presidentes de la República Rómulo Bethancourt y Rafael Caldera.
De igual manera que los canarios trasplantaron allí, sobre todo en Venezuela y Cuba, sus costumbres y habla, así también los indianos que retornaban venían cargados de muchos modos lingüísticos o americanismos. Canarias debe parte de su singularidad a la presencia de lo americano en su modo de vida.
Después de la independencia de las repúblicas hispanoamericanas continentales muchos españoles americanos leales al Rey de España se refugiaron en Cuba y Puerto Rico, y mas tarde a partir de la segunda mitad del siglo XIX, será Cuba el principal país receptor con más del 80% de los emigrantes procedentes de las islas Canarias.
En Cuba aparecieron, a finales de siglo numerosas publicaciones como El Heraldo de Canarias (1897, La Habana), El Eco de Canarias, La Voz de Canarias, Las Canarias (La Habana, 1896) y Las Afortunadas (La Habana, 1893) aparte de asociaciones de signo benéfico como la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola de La Habana (1872).
El ciclo se cierra cuando Estados Unidos ataca a España en 1898 en el Caribe y en el Pacífico y se apodera de sus territorios. Muchos españoles residentes en Cuba y Puerto Rico se instalaron entonces en las Islas Canarias bien por sus orígenes familiares o por el clima y estilo de vida más parecido; ese fue el caso de un ilustre marino casado con un cubana y con varios hijos nacidos en Cuba, que fue comandante del crucero Conde de Venadito durante el ataque estadounidense a la isla, el capitán de fragata Esteban de Arriaga y Amézaga, quien se trasladó junto a su numerosa familia a la isla de Tenerife.
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