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Suele creerse que el culto al Santo Grial desarrollado en la Gran Bretaña medieval tiene raíces totalmente cristianas. Sin embargo, el culto al cuenco sagrado y a la vez mágico de origen celestial es mucho más antiguo. Se trata de una idea iraní y los motivos iraníes son bastante notables en el ciclo artúrico.
En 2000, Scott Littleton y Linda Malcor publicaron en Nueva York y Londres un libro que causó verdadera sensación «De Escitia a Camelot: Reevaluación radical de las leyendas del Rey Arturo, los Caballeros de la Mesa Redonda y el Santo Grial«. Los autores exploraron los paralelismos entre las epopeyas legendarias sobre cierto cuenco sagrado de los antiguos britanos y los narthos, que los investigadores remontan a los antiguos habitantes de las estepas del Mar Negro: los escitas, sármatas y alanos, y demostraron convincentemente la base escita-sármata de la mayoría de los principales elementos del ciclo artúrico.
Los ecos de las leyendas iranias y escitas de que un cuenco de energía -el Grial- fue entregado a la humanidad para mantener la vida son más bien una imagen pronunciada, una especie de primer cuadro de todas las teorías de los griales.
Según se entiende, el Santo Grial -o el Árbol de la Vida, o la Piedra Blanca-combustible- es ese cordón umbilical energético que conecta la Tierra con el Cielo.
El Grial es, en efecto, un objeto. Bastante tangible y material. Y las mejores mentes de todos los tiempos se han visto cautivadas por su búsqueda. Muchos creían que el Santo Grial era el cáliz en el que fluyó la sangre de Jesús en la cruz. Otros dicen que es la copa de la que Jesús bebió -y dio a beber a los discípulos- la Copa de la vida.
Pero al mismo tiempo, muchas -si no todas- de estas grandes mentes y aventureros de todos los tiempos y pueblos olvidan que en las antiguas leyendas estamos hablando de un objeto milagroso no creado por las manos de las personas, sino de Dios. Es el Santo Grial que generaciones de buscadores han estado buscando.
«Hay teorías que afirman que este grial de piedra es la Gran Muralla Submarina – la Muralla de Efraín».
Esta «antigua estructura de piedra», como la llaman a regañadientes los científicos, podría ser la Piedra Angular de la Tierra, y es su Grial sagrado, sobre el que Dios habló a Job, consolándole en su dolor.
Fragmento de la Gran Muralla Submarina. Imagen: Google Earth
El Grial no es necesariamente un cuenco que pueda esconderse en una bolsa y arrastrarse a alguna parte. Se puede encontrar, pero no se puede robar. Se puede intentar esconderlo – pero no se puede esconder semejante punzón en ninguna bolsa. En él, en este Grial, en este Altar de piedra, como una espada en una vaina de piedra, está la Espada del Muro. Una espada sobre la que todo se romperá, pero que nadie podrá romper.
Aquí está, la verdadera espada del último rey Arturo. En algunos lugares, el cuenco, estas vainas de piedra, fueron destruidas – pero la espada no fue removida. Nadie puede levantarla, nadie puede extraerla de una piedra, de una vaina de piedra, excepto el elegido.
Extraer esta última espada significa revelarla al pueblo
Al final de los tiempos, como se afirma en el libro del Apocalipsis, se anunciará con tanta fuerza que existe un Creador que se compara con el grito ensordecedor de un ángel del Cielo a todo el mundo:
«A toda nación, tribu, lengua y pueblo; 7. y dijo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio, e inclinaos ante el que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.» Apocalipsis 14:6-7
Esto sucede cuando la gente está literalmente «contra la pared» – cuando ya no pueden ocultar el Santo Grial Blanco, no creado por la mano humana.
La «Gran Muralla Submarina»
Curiosamente, es la Gran Muralla Submarina la que cumple todos los criterios asociados a las leyendas del Santo Grial. El Grial, o Copa sagrada, según las leyendas, fue la copa que Jesucristo dio a beber a los discípulos en la Última Cena, y también la copa en la que se vertió parte de la sangre de Jesucristo colgado en la cruz.
El hecho es que la Gran Muralla Submarina está estrechamente relacionada con el simbolismo bíblico del Altar como cuenco sagrado, en el que se vertía el vino del sacrificio en el Altar del Santuario al menos dos veces al día, por la mañana y por la tarde, en relación con el sacrificio del Cordero:
«Ofrece un cordero por la mañana, y trae otro cordero por la tarde.
Y su libación será de un cuarto de hin por cada cordero; en lugar santo derramaréis la libación al Señor como ofrenda.
Ofrece otro cordero por la tarde, con la misma ofrenda de cereal que por la mañana, y con la misma libación con él, ofrécelo en olor grato al Señor.»
Debería estar claro para todos que el sacrificio del cordero, que se ofrecía diariamente, mañana y tarde, representaba el sacrificio de Jesucristo. Y este sacrificio se ofrecía sobre el Altar, que representaba simbólicamente la Piedra Angular de la Tierra. Todos los días se derramaba vino sobre el mismo Altar como símbolo de la sangre derramada por Jesucristo.
El concepto bíblico de la piedra angular del mundo – Eben Shetiya – como una verdadera y larga piedra angular del mundo, está simbólicamente representada por la piedra del Altar del templo. En el libro judío del Zohar I.231, la piedra fundacional del mundo se describe de la siguiente manera:
«El mundo no fue creado hasta que Él tomó cierta piedra – una piedra llamada Eben Shetiya, la Piedra Fundamental del mundo. El Santo Bendito (Dios) la tomó y la arrojó al abismo (mar), y se asentó de arriba abajo, extendiéndose desde ese punto. Este es el centro de todo el mundo, y sobre este centro descansa el Santo de los Santos, como está escrito: ¿o quién puso la piedra angular de él? (Job 38:6). Su piedra angular es, como está escrito: la piedra probada, la piedra angular, la preciosa (Isa. 28:16), o de manera similar: Él se convirtió en la cabeza del ángulo
(Sal. 119:22)».«Ven y comprende: Esta piedra fue creada a partir del agua, el fuego y el aire, cristalizando de todos ellos y convirtiéndose en una sola piedra. Esta piedra se alza sobre el abismo; a veces las aguas fluyen de debajo de ella, llenando el abismo. Esta piedra se erige como un símbolo en el centro del mundo».
Matt, El Zohar: Edición Pritzker, 3.396-7.
El Santo Grial
Pero alguien dirá que Jerusalén, donde se encontraba el Templo, está lejos del lugar por donde pasa la Gran Muralla Submarina. Es cierto. Pero Dios dispuso el mundo de tal manera que dondequiera que se colocara el Altar, se conmemoraran en ese lugar dos hechos principales de Dios: la creación del mundo y la salvación del mundo en Jesucristo en la cruz.
Recordemos que ya en las primeras regulaciones sobre el altar, incluso antes de la construcción del santuario y del templo, se ordenaba a los patriarcas ofrecer sus sacrificios y verter el vino, como en una copa, sobre piedras sin labrar. Curiosamente, inmediatamente después de la aparición de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios al pueblo, el Señor recuerda a Moisés lo que dijo repetidamente a los patriarcas:
«Pero si me haces un altar de piedras, no lo construyas de piedras labradas, porque en cuanto pongas tu azuela sobre ellas, las profanarás».
Éxodo 20
Presta atención al hecho de que la gente «puso su azuela» sobre la Gran Muralla bajo el agua – numerosos baches, rastros de destrucción artificial son prueba de ello. Pero el núcleo de la Muralla sigue siendo indestructible.
Conclusiones
En las Sagradas Escrituras se construyeron altares de piedra en diversos lugares, pero todos ellos podían simbolizar la Gran Muralla, y estaban misteriosamente, pero de forma real, conectados con el Santo Grial de la Tierra. Sólo el vino y el agua del sacrificio se vertían en el Altar como anticipo de la sangre y el agua que salían del costado traspasado de Jesucristo.
De lo que se ha dicho aquí, queda claro que era el Altar el que servía como única copa en la que se vertía el vino del sacrificio, que simbolizaba la sangre del Cordero – Jesucristo, que murió por la creación.
Miles de personas llevan casi dos mil años buscando el Santo Grial, ya que era con la posesión y aparición de esta copa con lo que se asociaba la adquisición del reino, la felicidad y la fe. Resulta interesante que, según la mayoría de las leyendas sobre el Santo Grial, éste sólo se desvelará al final de los tiempos y será su descubrimiento lo que provocará grandes cambios en el mundo: la llegada del «reino del pueblo de los santos», como llama a esta época el profeta Daniel. Así será.
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