Guerras y Reinos
Entre tanto, en Roma se hicieron los preparativos para salir a campaña. Papirio se dirigió a Apulia con rumbo a Luceria para liberar a los cautivos que tenían los samnitas. Publilio, por su parte, se quedó en el Samnio para vigilar a las tropas de los enemigos. Los samnitas permanecieron a la expectativa de los dos ejércitos atacantes. Decidieron derrotar primero a los enemigos que estaban en el Samnio y después ir a salvar Luceria.
Las tropas se encontraron en el territorio samnita. El ataque de los romanos fue tan precipitado, que ni siquiera repararon tiempo en desplegarse al completo. Cargaron de manera tan furiosa que desbarataron a los enemigos y los derrotaron. Los samnitas quedaron tan destruidos, que se dispersaron y huyeron a Apulia. Ahí se reagruparon y se dirigieron a Luceria. Publilio los persiguió y los atacó en su campamento, aniquilándolos. Se dice que hasta el botín fue destruido en su mayor parte.
Papirio, el otro cónsul, marchó por la costa de Apulia hacia Luceria. Las ciudades de ahí se mostraron pacíficas. Estaban indispuestas con los samnitas, que vivían en aldeas abiertas entre montañas y que de manera regular descendían para asaltarlas y saquearlas.
Los romanos avanzaron sin contratiempos. Sin esa calma les hubiera sido imposible llegar hasta Arpos, que se convirtió en su base de suministros una vez que se puso sitio a Luceria. Sin embargo, los samnitas interrumpían constantemente las líneas de aprovisionamiento, el cual era lento, pues se tenía a la infantería ocupada en el cerco, cavando trincheras y construyendo parapetos, por lo que la caballería debía encargarse de llevar las provisiones.
La guarnición de Luceria se nutría de las provisiones y refuerzos que les llegaban del Samnio, pero la llegada de Publilio reforzó el asedio contra ellos. Desde entonces fueron los romanos los que interrumpieron los suministros a la ciudad, lo que los llevó a una situación desesperada y solicitaron la ayuda urgente del Samnio.
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