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Aunque habrá que recorrer 40 km, hasta Guadalajara, donde se abrirá la playa artificial más grande de Europa, con 25.000 metros cuadrados de agua, 15.000 de arena y más de 1.000 plazas de aparcamiento. Pero… ¿Es un proyecto sostenible con el medio ambiente?
Este ambicioso proyecto que pretende instalarse en el Corredor de Henares, y que se llamará Alovera Beach, será una playa artificial que estará a menos de 40 minutos de la capital y que será construida por el Grupo Rayet de la mano de Crystal Lagoons, una multinacional especializada en playas artificiales.
Este inmenso oasis contará con cinco zonas diferencias dentro del recinto: la playa en sí, equipamiento deportivo, toboganes de agua y piscinas infantiles. Y para los amantes del deporte también contará con una escuela de vela y diferentes deportes náuticos como kayak, vela y paddle surf.
Según el presidente de Grupo Rayet este proyecto será un “concepto innovador que transformará Alovera, y que será un centro europeo de referencia de actividades al aire libre”.
Pero es lógico y normal que entren ciertas reticencias sobre si este proyecto, aparte de ser espectacular, tendrá efectos adversos a la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente de la zona.
Desde Alovera Beach sostienen que sí, que tendrá un consumo mínimo de agua ya que solo se llenará una vez la inmensa playa y tendrá sistemas anti-evaporación de esta. Sostienen, además, que consumirá la mitad de agua que el riego de un parque convencional y 50 veces menos que el mantenimiento de un campo de golf.
Desde la Dirección General de Economía Circular, que pertenece a la consejería de Desarrollo Sostenible, también ha dado su visto bueno a este proyecto. Emitiendo una resolución en la que constata que el proyecto que será ‘la playa artificial más grande de Europa’ no necesita someterse a una Evaluación de Impacto Ambiental.
Desde esta institución estiman que esta construcción no tendrá efectos significativos en el medio ambiente tal y como se especifica en el proyecto presentado por la empresa Grupo Rayet.
Ahora, solo quedará esperar que termine su construcción y poder ver con nuestros propios ojos si realmente será un proyecto sostenible o no, así como para darnos cuenta de si las promesas de sostenibilidad eran firmes y reales.
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