domingo, 4 de junio de 2023

Canal Historia y Cultura : Andalucía no tiene historia propia.





Este es el primer mito que nos cuentan en la escuela. Partiendo de la base de que en ninguno de los ciclos formativos se estudia la historia de Andalucía, sino la historia de España en Andalucía nos podemos hacer una idea del tratamiento que en los libros de texto escolar se da a nuestra historia.
La historia de Andalucía nos la cuentan como un conjunto de sucesos que no tienen conexión unos con otros y en los que tampoco han intervenido los andaluces. Este es un caso único en la historia de la humanidad. Somos el único pueblo del mundo que no ha intervenido en su historia y Andalucía es la única entidad geográfica que no ha tenido un pueblo autóctono que fuera capaz de desarrollar una historia y una cultura propias.
Desde la prehistoria a nuestros días, nos cuentan la historia de Andalucía como la de una sucesión de pueblos que ocupan el Sur peninsular y que progresivamente van dando paso a otros pueblos y así sucesivamente hasta nuestros días. Apenas nos hablan en la historiografía oficial de los primeros pobladores de Europa en Orce (Granada), o de la cultura de los sepulcros Cupuliformes como los Millares en Almería, Cueva de la Pastora en Sevilla, Cueva de Menga en Málaga o la Cueva de los Murciélagos en Granada, y mucho menos la identifican como los prolegómenos de las sucesivas civilizaciones andaluzas que dieron lugar a otras civilizaciones como la del Argar en el levante andaluz, basada en la metalurgia del cobre y que fue la antecesora directa de la gran civilización andaluza de la Edad Antigua: Tartessos.
Tartessos es el gran ausente de nuestros libros de historia. A pesar de las citas históricas en documentos griegos y romanos, así como citas bíblicas y los descubrimientos arqueológicos realizados en diversas zonas andaluzas, no existe, o se le quiere minusvalorar, relegando este hecho civilizatorio a unas muy pocas ciudades sin conexión entre ellas, y sin formar una unidad política y territorial.
Pero estas civilizaciones no las consideran como civilizaciones andaluzas, sino como unos hechos de periodos prehistóricos sin conexión con la Andalucía posterior ni con su cultura ni con sus pobladores. Se produce una ruptura para dar paso a la historia “real” de Andalucía, unas invasiones de griegos, fenicios, romanos, vándalos, visigodos y árabes, hasta que por fin los auténticos dueños de nuestra tierra la “reconquistan” para la cristiandad.
Los griegos ocupan Andalucía sin oposición por parte de la población autóctona, porque a pesar de ser la tierra más rica de Europa, por lo visto, no había andaluces y con facilidad consiguieron ocuparla. Pero de la noche a la mañana estos griegos fueron sustituidos por fenicios. Alguna abducción colectiva por parte de extraterrestres se debió producir para que una población pudiera ser sustituida por otra. Pero no acaba aquí la acción de esos extraterrestres abductores: los Fenicios también son abducidos y sustituidos por los Romanos.
Y aquí nos quedamos, en Roma, la esencia de España y de la Cristiandad. Aquí están nuestras raíces, en la civilización que los Romanos nos legaron. Ave César, te estaremos eternamente agradecidos por darnos tu luz. De aquí en adelante ya conocemos el resto de la historia… invasión de las tribus germánicas que se hacen cargo de los restos del Imperio Romano, la invasión de los temibles árabes en el año 711 y que en tres años y con 11,000 hombres conquistan toda la Península Ibérica excepto unos montes del Norte donde se refugian un puñado de cristianos al mando de Don Pelayo y que inician la “Reconquista”, culminándola en el 1492. Después ya sabemos que expulsan a los moros y repueblan Andalucía con Castellanos y Gallegos.
A grandes rasgos y de forma muy escueta, esta es la historia que nos han contado, una historia en donde los andaluces no existimos, no hemos existido nunca y por lo tanto no somos un pueblo acreedor de unos derechos históricos. Pero lo peor no es que nos nieguen unos derechos históricos como pueblo, sino que los andaluces ni siquiera los reclamamos. Y no los reclamamos porque nos hemos creído la historia que nos han contado. Nos hemos creído que esta tierra no es nuestra, que somos descendientes de castellanos y gallegos y cántabros y franceses y alemanes…No tenemos la escritura de nuestra tierra y por ello somos temerosos de que nos la puedan quitar. Mejor callar y pasar desapercibidos.
Pero la historia de Andalucía, nuestra historia, es otra muy distinta de la que nos han contado los conquistadores con una clara intención de adormecer al pueblo andaluz, de desconectarlo con su pasado y con su cultura, asimilándolo a una historia que no es la suya y que le impide coger las riendas de su futuro.
Desde épocas remotas ha existido una conexión cultural y poblacional entre las diferentes culturas que se han originado en Andalucía. Desde los primeros poblamientos a los que podemos considerar pertenecientes a una civilización como los “Sepulcros Cupuliformes” representados por los Millares en Almería, pasando por el “Argar” y Tartessos hasta nuestros días, no ha sido otra cosa que la evolución de una misma cultura en un mismo espacio geográfico que va desde la zona levantina de Almería hasta las costas Atlánticas de Huelva y el Algarve.
Y no podíamos terminar con los mitos sobre la “ahistoricidad” de Andalucía sin hacer referencia a esos periodos históricos en los que inciden los historiadores “asimilistas” para desprendernos de una Identidad colectiva. Me estoy refiriendo a los Griegos, Fenicios y Romanos.
Ni griegos ni fenicios fueron unas potencias conquistadoras. Ninguna crónica histórica existe sobre la conquista de Andalucía por unos o por otros. Las relaciones de estos pueblos con Andalucía se basaban en los intercambios comerciales y culturales entre pueblos libres. Andalucía, o Tartessos, como se denominaba al pueblo que ocupaba lo que hoy denominamos Andalucía, como cuentan las crónicas griegas o por los descubrimientos arqueológicos, era una tierra con una cultura avanzada en aquella época, con una actividad minera y agrícola importante. Los asentamientos tanto griegos como fenicios no eran posesiones tomadas “manu militare”, sino puntos de intercambio comercial con los pueblos locales.
Otro de los mitos que intencionadamente nos ha llegado ha sido el de la fundación de innumerables ciudades andaluzas por griegos, fenicios o romanos. Como en Andalucía no existía ninguna civilización, los restos civilizatorios que se han encontrado son atribuibles a estos pueblos que “invadieron” Andalucía. No quieren, se niegan a tener en cuenta que los modelos culturales existentes en esos tiempos en las riberas del Mediterráneo eran similares en muchos aspectos, entre ellos el de la construcción. Que en Andalucía se encuentren construcciones similares a las encontradas en Grecia o en Túnez, no quiere decir que estuvieran construidas por gentes venidas de estos pueblos. La cultura andaluza en estos tiempos ya tenía los suficientes conocimientos técnicos para construir ciudades, herramientas, carros, barcos, etc…
Imaginaos que dentro de 500 años unos arqueólogos encuentran en Andalucía edificios similares a los que encuentran en EEUU datados en la misma época, o que encuentran Mcdonals…Nos podrían contar los historiadores españoles o norteamericanos que hace 500 años los norteamericanos invadieron Andalucía y construyeron edificios y ciudades. Nos podrían hablar de la cultura norteamericana como la predominante en Andalucía 500 años atrás.
La historia de los Romanos en Andalucía es bastante diferente a la de los griegos o fenicios. A pesar de que nos quieran convencer de que nuestra cultura e idioma fueron un legado Romano y de que sobre Roma se fundamenta, la realidad es que la acción Romana sobre Andalucía fue una invasión en toda regla, a través de un ejército poderoso. Tras innumerables batallas y tres siglos de resistencia consiguieron los romanos la conquista y pacificación de Andalucía. Pero los Romanos no se encontraron en Andalucía un pueblo inculto al que hubiera que enseñar sistemas de cultivo o de explotación minera. Todo lo contrario. La producción agrícola y minera de Andalucía hizo que la relación de la metrópoli con esta fuera un tanto especial, concediendo a la Bética prerrogativas que no tenían otras partes del Imperio Romano. El interés Romano no era civilizatorio, sino de explotación de los ricos recursos naturales de Andalucía y la obtención de estos mediante la cultura de un pueblo que ya entonces tenia siglos de civilización.
Tal y como pasó con griegos y fenicios, no hubo un traspaso de población desde la península Itálica hasta la Bética. Los Romanos, al igual que después los Castellanos, trajeron a Andalucía Legiones y administradores, funcionarios y jueces, pero la base poblacional y la mano de obra que construía acueductos, edificios o extraia el mineral de las entrañas de la tierra o cultivaba la ya rica tierra andaluza no era Romana, era andaluza. Me hace mucha gracia y a la vez me da mucha pena cuando en alguno de los alejados pueblos de las sierras andaluzas alguien dice: este puente es Romano. Como si obreros de Roma hubieran venido a Andalucía a construirnos puentes, como si los andaluces de la época no tuvieran los suficientes conocimientos técnicos para construirlos.
El interés de los sucesivos gobiernos de España desde la conquista de los Reyes Católicos por borrar toda la huella islámica de Andalucía, hizo que se le atribuyera a Roma toda la herencia cultural andaluza, construyendo un puente desde el Imperio Romano hasta los Reyes Católicos, dejando debajo 800 años de historia andaluza. La acción de eliminación de la huella andalusí llegó a tal grado que hasta la lengua que hoy en día llaman español ha sido manipulada de forma bárbara para atribuir al latín la mayoría de vocablos por esta lengua utilizados. Diego de Guadix, en su “Recopilación de algunos nombres arábigos”, en el siglo XVI ya nos advertía del trabajo de la Iglesia en la “latinización” del idioma castellano, convirtiendo en “latinos” muchos vocablos derivados del árabe. A pesar de esa acción aniquiladora, más de 3000 vocablos son reconocidos como procedentes del árabe.
Blas Infante fundamentaba su ideología política y los derechos del pueblo andaluz en la continuidad histórica y poblacional de un mismo pueblo sobre una misma unidad geográfica:
“El Regionalismo andaluz, como ya hemos dicho y vamos a ver enseguida, no fue obra de alguien, sino un resultado natural expresivo de la Historia de Andalucía”
“Los regionalistas o nacionalistas andaluces nada vinimos a inventar: nos hubimos de limitar, simplemente a reconocer en este orden lo creado por nuestro pueblo, en justificación de nuestra Historia”
Falsear la historia es muy fácil cuando existe un interés para ello y se tienen los medios suficientes: el control de la educación y de los medios de comunicación.
Angel Ganivet, el poeta “granaino” decía: “En España hay dos naciones, una al Norte, España y otra al Sur, Andalucía”. Y así han actuado desde el Estado español, como si este axioma fuera cierto -en el fondo saben que lo es- y por ello la única cultura completamente masacrada en la Península Ibérica ha sido la andaluza. La única historia borrada del imaginario colectivo de un pueblo ha sido la andaluza. El único pueblo asimilado por completo a sus conquistadores ha sido el andaluz. Por algo será…posiblemente porque nunca, ni por historia ni por cultura ni por lengua, como he escrito muchas veces, HEMOS SIDO MUCHAS COSAS, PERO NUNCA DEJAMOS DE SER ANDALUCES.
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