Como ya decíamos, al miedo se le conocen dos únicos antídotos: la inocencia y el amor. Nacemos, vivimos y morimos entre esas dos fuerzas. Temer o amar. El miedo intentando aniquilar el amor. El amor batallando contra el miedo. Imaginamos el amor como el estado más puro al que podamos aspirar. Una emoción sin mancha que nos salvará. Pero ese amor ,esa emoción con mayúsculas se vende cara. Toda nuestra vida es la persecución interna de esa paz.
Quizás en ese largo proceso, en ese viaje sólo nos queden finalmente dos acompañantes: el miedo y el amor. Y ahí, efectivamente, sólo el amor, el gran amor, nos salvará.
Quizás en ese largo proceso, en ese viaje sólo nos queden finalmente dos acompañantes: el miedo y el amor. Y ahí, efectivamente, sólo el amor, el gran amor, nos salvará.
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