Los bandeirantes son una de las figuras más polémicas de la historia del Brasil, pues su papel en el establecimiento y consolidación de los dominios portugueses en América fue de carácter estratégico, no obstante, también incurrió en algunos de los episodios más macabros de la historia brasileña.
Estos bandeirantes eran bandas conformadas en su mayoría por indígenas Tupí, mestizos y negros comandados por sus respectivos curacas, jefes y los marineros portugueses que hacían de capítanes. La audacia de estos grupos y su innegable pericia los hizo remontar ríos y selvas, llegando a acceder a zonas muy remotas y agrestes de la Amazonía. En un principio se dedicaron al comercio de esclavos indígenas, extraídos de manera forzada de las comunidades amazonicas, como los guaraníes, y posteriormente se dedicaron a actividades más acordes a un sedentarismo, como la minería y la agricultura, siendo de hecho uno de las principales actividades que hicieron posible la creación de enclaves y asentamientos portugueses más allá de las costas.
Sin embargo, al ser considerados como piratas por la Corona española, se les combatió sin descanso. De hecho, órdenes religiosas como la Compañía de Jesús, se encargaron de entrenar militarmente a los indígenas guaraníes para que se defendieran de las incursiones de los bandeirantes, lo que generó conflictos no solamente entre europeos, sino también entre los indígenas que se vieron obligados a tomar partido por uno y otro bando.
Estos bandeirantes no solamente llegaron a los territorios que actualmente son el Paraguay, Uruguay y Bolivia, sino que incluso llegaron al Virreinato del Perú en el siglo XIX, dónde influyeron de manera negativa en las poblaciones indígenas, pues fueron vistos como "demonios blancos" que venían del oriente a raptarlos y asesinarlos.
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