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Lugares que despiertan todos los sentidos y nuestra sensibilidad
Abordados por la urgencia climática, cuando viajamos a espacios naturales nos enfrentamos muchas veces al cuestionamiento de nuestra realidad cotidiana, haciendo de la ruta un continuo ejercicio de reconciliación con la Tierra.
El planeta nos lanza estímulos a través de su grandiosidad, permitiéndonos conectar con nuestra esencia y despertando de nuevo nuestra sensibilidad
Es por ello que no podemos dejar pasar el verano sin hacer un repaso de algunos destinos naturales del continente europeo a los que podemos acudir tanto para disfrutar de la experiencia del viaje como para despertar nuestras conciencias.
El Circo de Gavarnie (Francia)
omenzamos con uno de los escenarios naturales más impresionantes del mundo, el “coliseo” o “coloso de la naturaleza”, como se ha venido llamando en numerosas ocasiones.
Un majestuoso macizo perteneciente al Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ubicado en la parte francesa de los Pirineos, en pleno corazón del Parque Nacional del mismo nombre.
Un enorme circo calcáreo de 1700 metros de altura y catorce kilómetros de circunferencia, producto de la acción glaciar y rodeado de dieciséis picos de más de 3000 metros de altitud. Un prodigio de la naturaleza con el aliciente de una de las cascadas más altas de Europa completando una visión impresionante.
La hoya de San Vicente (España)
Partiendo del Parque Nacional de los Picos de Europa, en el sector oriental del Principado de Asturias, el inmaculado río Dobra, libre de toda contaminación, fluye límpido a lo largo de su vertiginoso y corto curso fluvial hasta dar con las aguas del célebre río Sella.
En su discurrir, ocupando una parte del concejo de Amieva, encuentra una de las maravillas naturales de esta región, la hoya de San Vicente, una poza que lleva el color verde esmeralda a su máxima expresión, enamorando la vista y haciendo las delicias de quienes optan por un baño en sus aguas, especialmente durante el verano.
Lago Giola (Grecia)
Damos el salto hasta el mar de Tracia, en la parte norte del mar Egeo, donde nos espera la isla de Tasos, en cuya franja meridional nos espera un lugar que es un todo un regalo de los dioses, una piscina natural, junto a las aguas saladas, cuya imagen parece sacada del Olimpo.
Según la mitología, Zeus creó este maravilloso rincón para su esposa Afrodita, de donde procede su nombre popular de “La Lágrima de Afrodita”.
El lago Giola, según su verdadero topónimo, es una pequeña cavidad en la roca de unos veinte metros de largo por quince de ancho, pulida y alimentada por las olas, de una insuperable belleza.
Parque Nacional de Mljet (Croacia)
Atravesamos la península de los Balcanes y llegamos hasta Croacia para aterrizar en la isla de Mljet, en la costa Dálmata, bañada por las aguas del mar Adriático.
Allí, en la zona oeste de la isla, se extiende el Parque Nacional de Mljet, un espacio natural asombroso con más de medio siglo de protección pública a sus espaldas.
Tupidos bosques mediterráneos, lagos de agua salada, el pequeño islote de Sveta Marija o la Jama o Cueva de Ulises - quien, según la leyenda, fue retenido por la ninfa Calipso en este lugar durante su odisea -, hechizan a todo aquel visitante que se adentre entre sus límites.
Los Cahorros de Monachil (España)
A un puñado de kilómetros al sureste de la ciudad de Granada, la ruta senderista de los Cahorros de Monachil constituye uno de esos descubrimientos que a todo amante de la naturaleza y de los paisajes hipnotizantes le gustaría hallar.
Muy popular en la provincia por su proximidad a la capital, se trata de un recorrido que discurre a lo largo del angosto desfiladero del río Monachil.
Una bellísima ruta, famosa por sus puentes colgantes y cascadas, que es uno de los destinos imprescindibles del entorno natural de esta parte de Andalucía.
Pointe du Raz (Francia)
Allá donde acaba el golfo de Vizcaya y se avecina más al norte el Canal de la Mancha, donde la histórica Bretaña muerde el mar con dos puntas, la de Van y la de Raz, que abrazan la península de Crozon en el departamento de Finisterre, en Francia, encontramos un lugar que hace gala de su territorio y pareciera dar paso al fin de la Tierra.
La Punta de Raz es un lugar apoteósico, donde las fuerzas del mar embravecido golpean las rocas de los acantilados y el viejo faro del islote de la Vieille anuncia la furia de los elementos de la naturaleza antes de chocar contra el borde continental. Un punto de enorme afluencia anual de turistas – está considerado “Gran Sitio de Francia” - pero que ha sido recuperado medioambientalmente para hacernos sentir el alma original de este espectacular lugar.
Parque Nacional de Bialowieza (Polonia)
En el extremo oriental de Polonia, rayando con la frontera de Bielorrusia, se encuentra uno de los últimos bosques vírgenes existentes en Europa, protegido desde hace casi un siglo por la figura del Parque Nacional y preservado por completo de la intervención del ser humano, en algunas de sus áreas, desde hace 400 años.
Sus árboles centenarios, la gran población de bisontes europeos que lo habitan y su gran diversidad, han valido a la conocida como “Selva de Bialowieza” para formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
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