Este podría ser un ejemplo perfecto de cómo la globalización puede afectar a todo, incluso al arte. Muchos de los viajeros que hayan visitado A Coruña, habrán reparado seguro en A Rosa dos Ventos, la plaza que mira al mar y que está situada al pie de la Torre de Hércules. La plaza es obra del artista y escritor gallego Tono Correa Corredoira (A Coruña 1952). Esta es la historia de cómo esta obra, uno de los símbolos de la ciudad, acabó teniendo una "hermana" en un rincón remoto de la costa de Namibia.
A Rosa dos Ventos le fue encargada al artista Correa Corredoira, uno de los mayores exponentes del arte gallego contemporáneo, hace ya ventidós años. Por aquel entonces, las autoridades quisieron recuperar el hasta ese momento olvidado entorno de la Torre de Hércules y recurrieron a distintos artistas gallegos para que elaboraran varios proyectos para la zona alrededor del Faro, de una gran belleza natural, salvaje y batida por el mar.
A Correa le tocó hacer su proyecto sobre una antigua cantera al pie de la Torre. Inicialmente le pidieron que hiciera un mural. A él no le acababa de convencer la idea y tras mucho pensarlo, vino a su mente la posibilidad de hacer una plaza bajo la mirada del faro, mirando ella también al norte. Así nació A Rosa dos Ventos, que representa la mitología celta del Atlántico Norte. En ella, y a través de los ocho cuadrantes en los que está dividida, se representan los países celtas: Galicia, Escocia, Gales, Cornualles, Isla de Man, Irlanda y Bretaña.
Pronto se convirtió en un símbolo de A Coruña como explica el mismo Correa Corredoira: "La Rosa dos Ventos se ha convertido con el pasar de los años un poco en uno de los emblemas de la ciudad . Está en los folletos de Turismo, en las postales, ha salido en la televisión...incluso ha sido el escenario de alguna película.."
De A Coruña a Namibia
Hasta que un día, ventitantos años después, el artista recibió una llamada de la directora de la Torre de Hércules. Alguien que venía de Namibia y que había visto A Rosa dos Ventos había quedado fascinado y quería una igual en el país africano. Ese "alguien " era Angel Tordesillas, que había sido gerente de Pescanova en Namibia y seguía conectado con el país africano realizando proyectos puntuales. Uno de esos proyectos era la construcción de un Museo Marítimo en una central eléctrica restaurada en la ciudad de Lüderitz, en Namibia. Una plaza como A Rosa dos ventos era justo lo que necesitaba para el paseo marítimo que bordeaba el museo.
Correa Corredoira se quedó un poco sorprendido. A Rosa dos Ventos no se podía repetir así como así y además, él no sabía nada de Namibia. Pero Tordesillas quería "su rosa" así que invitó a Correa durante un mes a conocer Namibia, haciendo un viaje "de prospección" que puso en contacto al artista con un país que le sorprendió y enamoró a partes iguales. El problema era que no se podía replicar A Rosa dos Ventos. La primera, la de A Coruña, miraba al Norte y tenía una simbología celta que nada tenía que ver con el país africano. Había que hacer una nueva Rosa: La Rosa del Sur, con motivos y símbolos que se refirieran al país.
La Rosa del Sur
La Rosa del Sur se levanta en un escenario muy parecido al de A Coruña, en una especie de terraza o plataforma elevada sobre el mar. Es más pequeña que su "hermana" gallega, de unos 12 metros de diámetro frente a los 20 de la coruñesa y está divida en cuadrantes con distintos motivos namibios: el oryx, los antílopes del desierto, la welwitschia Mirabilis, uno de los símbolos del país y que es la planta que chupa el agua de las brumas que vienen del mar..pero sobre todo el artista quiso representar el encuentro entre desierto y mar, ese espectáculo y milagro de la naturaleza.
Meses después de ese primer viaje a Namibia y de trabajar en los proyectos de la Rosa del Sur en su taller en la aldea coruñesa de Vilar de Locrendes, Correa viajó de nuevo al país ya para comenzar a construir la plaza. A sus órdenes, diez oficiales albañiles divididos en grupos que trabajaron junto a él sin descanso. Correa se ayudó de su compañera, Celia, para comunicarse con ellos en inglés. La experiencia fue difícil pero enriquecedora a partes iguales "Algunos sólo hablaban el idioma local, pero aún así lloraron cuando me despedí de ellos. Fueron 40 días de trabajo sin descanso" afirma.
La técnica y los materiales empleados en Namibia fueron los mismos que en A Coruña; mosaico realizado con pavimento vitrocerámico cocido a más de mil grados para aumentar su dureza. El propio Tono nos explica cómo fue el proceso de creación de esta Rosa del Sur: "Cuando los dibujos son más sencillos o lineales pintaba sobre la misma plataforma, cortaba las piezas de cerámica y las iba rellenando sobre la superficie del plato (la placa de hormigón que sirve como base). Si los dibujos eran más complejos y con detalles, los pintaba primero en tableros grandes, y tomando como ejemplo los tableros, se cortaban las teselas. Una vez cortadas se pasaban una a una al suelo de hormigón y se van montando como un puzzle. Las piezas de cerámica se adhieren con cola. Una vez finalizado el mosaico lo último que se hace es "lechar", echar una pasta de cemento líquido que se mete e introduce en las grietas y ayuda a fijar el conjunto" explica el artista.
Parece, por lo que explica Correa, que la experiencia Namibia ha dejado huella en su vida y dejará sin duda rastro en su obra, como lo hacen todos sus viajes . Aunque "hermanas", las dos Rosas nada tienen que ver entre sí. Tono consiguió la cuadratura del círculo, el más difícil todavía: hacer lo mismo sin repetirse, cada plaza con su razón de ser y su identidad, una mirando al Norte, la otra, al Sur. Pocos tienen la suerte de dejar su huella en lugares tan dispares y apartados del mundo . Quizá la Rosa del Sur sea, dentro de unos años, uno de los símbolos de Namibia.
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