Te descubrimos el curioso origen del tapeo en España, una religión gastronómica que ha traspasado fronteras.
La tapa es ese pequeño aperitivo que en muchos sitios sirven junto al refresco o cerveza que hemos pedido. En España el tapeo es algo que prácticamente todos hemos practicado alguna vez en la vida, pero alguna vez te habías preguntado de dónde viene esta tradición. La historia del tapeo viene de muy lejos, y hoy te vamos a contar la curiosa forma en que nació esta costumbre.
Si viajamos al pasado para buscar el origen de la tapa, encontramos dos leyendas. Una de ellas se remonta a la época de Alfonso X El Sabio, que decidió ordenar servir en los mesones de Castilla una pequeña ración de comida para mitigar los efectos del vino y que así los efectos del alcohol no afectaran de más a los clientes. Aunque esta es una de las versiones de la historia, no es la más extendida. De hecho, la leyenda alternativa está mucho más extendida y cuenta algo totalmente diferente.
La otra historia no tiene protagonista definido: cuenta que el mismo Alfonso X, Fernando II o quizá Alfonso XIII (o incluso Fernando VII, en 1823, estando preso por las Cortes Generales pero con un régimen algo laxo), realizó una parada en el mesón Ventorrillo El Chato, aún hoy en activo (desde 1780), en la playa de Cortadura en la bahía de Cádiz.
Lo que sí parece clara es la leyenda: el rey quiso degustar uno de los famosos vinos de Jerez y se sentó en una mesa que había junto a la puerta. Sin embargo, una ráfaga de viento, un levante al que los gaditanos están más que acostumbrados, levantó el polvo del camino y para evitar que este entrase en la copa, el monarca decidió poner una loncha de jamón sobre la copa a modo de tapa. Esto dejó sorprendido al encargado del local, que desde entonces decidió usar este sistema en todas las bebidas que se servían. Sobre cada copa de vino o jarra de cerveza se colocaba una cuña de queso o la rodaja de algún embutido, para evitar que el polvo o algunos insectos cayesen en la bebida.
Poco a poco, esta costumbre se fue asentando y extendiendo por nuestro territorio, viviendo una evolución muy clara, pues el concepto que tenían de tapa en aquella época no es el mismo que tenemos ahora. Ese pequeño bocado que se colocaba sobre las copas y jarras fue evolucionando hasta tener una identidad propia, empezando a servirse en raciones ligeramente más generosas junto a la bebida.
Hoy en día, las tapas se usan como una herramienta de promoción para atraer comensales. El hecho de servir una pequeña porción de comida hace que muchos clientes opten por un local de este tipo antes que por otro que no sirve más que lo que se pide.
Sin embargo, las tapas muchas veces tienen truco y buscan que consumas más bebida. Una tapa que contenga pan, algún embutido o tenga una textura densa como la ensaladilla, hará que te entre más sed y por tanto tengas la necesidad de pedir más bebida. Con la bebida te llegará una nueva tapa que te secará la boca, te dará más sed y puede que pidas una tercera consumición.
Por estos motivos, las raciones de tapas se miden siempre al milímetro y se piensa muy bien en qué tipo de alimentos se sirven, buscando siempre la mayor rentabilidad posible. Por tanto, nuestra costumbre del tapeo se la tenemos que agradecer a los grandes monarcas que gobernaron España en el pasado. Es muy posible que sin esa loncha de jamón sobre una copa de vino o esa ración de comida para mitigar los efectos del vino, ahora mismo no existieran las tapas, no disfrutaríamos de ellas y tampoco serían un referente de la cocina española a nivel internacional.
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