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Praga, una ciudad preciosa, una de las joyas de Europa que nos hará desconectar, disfrutar y conocer otra cultura. Con algo más de un millón de habitantes, Praga es una metrópoli que podremos descubrir en un fin de semana con precios más bajos que la mayoría de ciudades europeas.
Atrapados en un cuento
El centro histórico de la ciudad puede recorrerse cómodamente a pie, sin grandes desplazamientos. Pasear por sus plazas y callejuelas es un auténtico placer que podemos disfrutar por nuestra cuenta o acompañados de un guía. Por supuesto que no podemos perdernos sus monumentos emblemáticos, como el Ayuntamiento, con su impresionante fachada que acoge el reloj astronómico, símbolo de la ciudad. En esta misma plaza de principal de la Ciudad Vieja se hallan también la Iglesia de San Nicolás y la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn.
Cruzando el río Moldava por el puente de Carlos, con sus 3 torres y 30 estatuas dejamos atrás la Ciudad Vieja para adentrarnos en la Ciudad Pequeña, Malá Strana, y subir hacia el Castillo. Pese a su nombre, no se trata de un castillo propiamente dicho, sino de un conjunto de hermosos palacios y edificios conectados por pequeñas y pintorescas callejuelas, con la Catedral de San Vito y el Callejón del Oro, una callejuela con casitas de colores que fueron tiendas de orfebres y que hoy albergan comercios de artesanía.
Día de cultura y museos
Algunos museos de Praga los podremos ver gratis dependiendo del día en que los visitemos. Por ejemplo, la National Gallery tiene entrada libre el primer miércoles de cada mes. Un lugar interesante donde ver obras desde el medievo hasta nuestros días.
Por su parte, el Museo de Artes Decorativas abre gratis todos los martes de 5 a 7 de la tarde. Se trata de un edificio neo-renacentista con exposiciones de vestidos, muñecos, cerámica, cristal de Bohemia y artes gráficas.
El Museo Nacional, en la plaza de Wenceslao, se puede visitar gratis el primer lunes de cada mes. El interior del edificio ya merece la pena la visita con su estilo neo-renacentista con impresionantes escaleras de mármol.
Regateando en los mercadillos
Aunque no suelen aparecer en las guías de viajes, los mercadillos de Praga también son lugares de interés. Uno de los más antiguos es el Mercado de Havelská, en el barrio de Staré Mesto. Allí podremos encontrar desde productos típicos de la cocina checa a todo tipo de souvenirs: tazas, imanes, bolsos, camisetas y las típicas marionetas de madera.
El mercado de las Pulgas, que se instala todos los sábados es otro de los más famosos. Similar al de otras ciudades europeas, como el de París, permite regatear para obtener gangas a buenos precios.
Pivoneando por la ciudad
Si Praga es una lugar que debemos visitar al menos una vez en la vida, no podemos dejar la ciudad sin haber saboreado sus famosas cervezas, pivo en checo. Además de la variedad y calidad de la oferta, se trata de la capital europea en la que resulta más barato salir de cañas.
U Fleku, en la calle Tomasska, 2, es uno de los locales más antiguos, con música en vivo, donde ofrecen uno de los mejores goulash, estofado de carne’. Traspasar las puertas de esta cantina nos transportará a la Edad Media, ya que fue fundada en 1499 y ha seguido activa desde entonces ininterrumpidamente.
Para los hipster, Karlin es la zona ideal. Sus bares, sus restaurantes, sus tiendas, sus galerías de arte componen la visión más alternativa y menos conocida de Praga. Este era un antiguo polígono industrial reconvertido en atracción para los más modernos. Y puestos a hablar de modernidad, no podemos abandonar Praga sin visitar la Casa Danzante.
Praga es una de las capitales europeas más bellas que existen y en un viaje a ella te enamorarás perdidamente de sus calles, iglesias, puentes y monumentos, una verdadera joya que se descubre en una pequeña escapada de 4 días.
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