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A más de 400 grados, el pozo de Darvazá lleva ardiendo desde hace más de 40 años.
El pozo de Darvazá se encuentra en el desierto de Karakum, en el asiático país de Turkmenistán. Se trata de un antiguo cráter de gas, cerca de la pequeña aldea de Darvazá, conocido popularmente como las puertas al infierno. Este pozo tiene una longitud de 69 metros de diámetro y 30 metros de profundidad, a una temperatura aproximada de 400 grados. A pesar de ser un cráter, su origen no fue un fenómeno natural. Se creó tras un accidente en 1971, durante unas obras en las que los soviéticos buscaban gas.
Esta es la versión más extendida de la creación del cráter, aunque el hermetismo de las autoridades del país y los soviéticos no ha ayudado nunca a la reconstrucción de una versión oficial.
Aunque décadas después parece obvio que nunca sabremos al 100% lo que ocurrió, la teoría más extendida afirma que un grupo de geólogos soviétivos estaba realizando perforaciones en este punto para buscar petróleo.
Justo en el punto donde se encuentra el cráter, decidieron montar un pesado equipo de extracción porque tenían la certeza de que bajo el desierto había grandes reservas de petróleo. Sin embargo, fallaron en sus cálculos y lo que estaban excavando era realmente una gran bolsa de gas natural. Al iniciar las perforaciones, el terreno colapsó y se hundió bajo los pies de los trabajadores. Esto dejó a la vista una enorme cueva subterránea de gas metano, dejándola al descubierto en forma de cráter.
Al presenciar como la tierra engullía toda su maquinaria y hasta a algunos compañeros de trabajo, el resto de trabajadores fueron conscientes de que se habían equivocado y realmente habían encontrado una reserva de gas natural, que liberaría a la atmósfera gas metano de forma ininterrumpida.
Conscientes de que esto podía suponer un gran problema de intoxicación para poblaciones cercanas, optaron por prenderle fuego a la reserva con la intención de que todo el gas acumulado se consumiera en cuestión de unos pocos días, con el fin de minimizar el impacto de sus malas decisiones.
Sin embargo, esto no fue así y aún hoy en día, 52 años después, el cráter sigue ardiendo de forma continua. Por el momento, los núcleos urbanos más cercanos no se han visto afectados, por lo que no parece que esto suponga un problema para ellos.
Sin embargo, no hay documentos oficiales que acrediten que esta versión es totalmente cierta, pues esta historia ha sido difundida gracias a las declaraciones anónimas de algunos de los trabajadores que estuvieron implicados en las excavaciones.
El cráter de Darvazá no supone a día de hoy ningún peligro, siempre y cuando te mantengas a una distancia prudente del mismo. De hecho, este fenómeno ha atraído visitantes a la zona, que buscan contemplar este curioso lugar que ofrece un espectáculo peculiar, especialmente por la noche.
Al estar en mitad del desierto, no hay luz artificial que ilumine la zona, motivo por el que al anochecer, este cráter se convierte en un gran foco de luz gracias a sus llamas perpétuas. Es en este momento, cuando todos los alrededores están a oscuras y el cráter sigue escupiendo fuego, es cuando el lugar se convierte en una especie de puertas al infierno.
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