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La planta de malvavisco tiene multitud de aplicaciones, entre las que destaca su función emoliente. La larga trayectoria de uso, sobre todo en sus zonas de origen, hacen del malvavisco una de las plantas imprescindibles en muchos hogares.
La planta
Llamada malvavisco (Althaea officinalis), bismalva o altea entre otros, esta planta de origen euroasiático que forma parte de nuestra cultura, tanto medicinal como alimentaria, desde la antigüedad.
Su nombre en latín, Althaea, tiene una raíz griega más antigua, y cuyo significado es algo así como curar, curación o sanar. Esto ya nos da una pista del uso que se le daba al malvavisco.
Pertenece a la familia de las malváceas, la misma a la que pertenecen la malva y el hibisco.
Crece en zonas húmedas, y aunque prefiere climas moderados, presenta una gran tolerancia a las altas temperaturas y a la exposición directa a la luz solar.
Su nombre en inglés, marshmallow, significa, literalmente, malva del pantano.
Morfológicamente, la planta de malvavisco es de tallo erecto y robusto, sin ramificaciones, que puede alcanzar hasta los dos metros de altura, aunque lo habitual es que se quede alrededor de un metro. Toda la planta, excepto las flores, está cubierta por pelos finos y suaves (pubescente). Esto le da cierto tono blanquecino.
Las hojas son relativamente grandes, de hasta 10 centímetros de ancho, lobuladas. Las flores, también grandes, son axilares y de colores suaves, con tonalidades que van del malva al blanco. Todo y que también es posible encontrar malvaviscos de un vivo color púrpura.
Del malvavisco se aprovecha la flor, la hoja y la raíz.
La flor debe recolectarse durante la época de floración, que se produce en los meses de verano.
Por razones obvias, la recolección de las hojas se hará después de la de las flores.
Para recolectar la raíz, más que la época del año, hay que tener en cuenta la madurez de la planta, que debe ser de al menos un par de años.
Esta parte de la planta atrae y retiene mucho la humedad, por lo que el tratamiento para obtener un buen producto pasa por secar al aire las raíces y rasparlas para llegar a su interior.
Propiedades del malvavisco
Como ya hemos señalado, flores, hojas y raíces son las partes aprovechables del malvavisco siendo estas últimas a las que se les saca más provecho. Y es que, aunque la planta en general contiene mucílagos, es en la raíz donde encontramos la mayor concentración. Alrededor del tercio del peso de las raíces lo es en forma de mucílagos, una característica que ha permitido que tenga numerosas aplicaciones.
En la raíz también podemos encontrar algunas vitaminas del grupo B, minerales, pectinas, taninos, lecitinas y ácidos fenólicos entre otros fitoquímicos.
Veamos en qué nos beneficia todo esto.
Afecciones orofaríngeas y respiratorias: las flores y las hojas ayudan a calmar y suavizar toda la zona bucal y faríngea. Molestias que acompañan el resfriado común (irritación de garganta, dolor, inflamación…) pueden tratarse con infusiones de hojas y flores de malvavisco. La raíz, además, potencia esta acción calmante, protegiendo la zona, a lo que hay que añadir sus propiedades como expectorante, facilitando la eliminación de mucosidad. El malvavisco es, además, un buen antitusivo y una de las plantas con mayor capacidad emoliente. Así, en afecciones como resfriados, bronquitis, faringitis o gripe, donde las vías respiratorias se ven afectadas, el malvavisco es un compañero ideal para ayudarnos a la recuperación.
Afecciones digestivas: sus mucílagos suavizan y alivian molestias que afectan tanto a nivel gástrico, por ejemplo, en la gastritis, como intestinal. Ayudan a reparar la mucosa intestinal, ofrecen protección frente a la irritación y previenen el estreñimiento ocasional.
Cicatrizante: no solo a nivel interno el malvavisco puede ejercer sus funciones. También a nivel externo puede utilizarse para proteger nuestra piel y facilitar la cicatrización de pequeñas heridas, rasguños y quemaduras.
Podemos encontrar malvavisco para preparar infusiones (hojas y flores). También es posible adquirir su raíz seca, para la preparación de decocciones. Formando parte de otras mezclas de hierbas para infusionar. Como complemento alimenticio, en jarabes, en caramelos o pastillas para calmar la tos.
Contraindicaciones
Generalmente, el malvavisco se considera una planta segura.
Lo único que se debe tener en cuenta es que, por su gran cantidad de mucílagos, puede afectar los niveles de azúcar en sangre (tomado en gran cantidad), por lo quelas personas con medicación para la diabetes han de vigilar el consumo ya que puede provocar hipoglucemias.
Como sucede con la mayoría de las plantas de uso medicinal, deben abstenerse de tomarla las mujeres embarazadas o en período de lactancia. En este caso por su contenido en betaína (trimetilglicina).
El ingrediente original de las nubes de azúcar
¿Sabías que? Las nubes de azúcar son también conocidas como malvavisco o masmelo (variación del inglés: marshmallow) porque en sus inicios esta golosina estaba hecha con la raíz de la planta, de la que se aprovechaba su gran cantidad de mucílagos.
En la actualidad, aunque se las siga llamando malvavisco o marshmallow, las nubes están hechas con azúcar, gelatina, clara de huevo, jarabe de glucosa y almidón de maíz.
Obtener raíz de malvavisco para preparar este dulce es difícil hoy en día. De hecho, hemos sido incapaces incluso de encontrar la receta original. Lo único que hemos averiguado es que se hacían con el jugo extraído de las raíces, azúcar, clara de huevo y otros ingredientes que le daban sabor.
Otro dato curioso es que las nubes nacen de una receta francesa llamada “Pâte de guimauve” o crema de malvavisco, una crema dulce untable que en un inicio también utilizaba malvavisco en su preparación y que en la actualidad brilla por su ausencia.
Pero si buscamos realmente el origen del uso del malvavisco como dulce, debemos remontarnos al antiguo Egipto, donde lo preparaban mezclando la savia extraída de la planta con miel. Con esta mezcla se elaboraban unos caramelos con propiedades calmantes para la garganta y antitusivos.
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