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Cuatro parques naturales espectaculares para ver en esta época del año
Hemos dejado atrás el verano con la playa, los helados y el calor, pero hemos dado la bienvenida a una de las estaciones que más paisajes melancólicos nos dejará: el otoño. ¿Qué puedes hacer en otoño además de ver una película en casa? Disfrutar de los mejores parajes con sus cálidos paisajes y sus hojas caídas.
La Fageda d’en Jordà: Sin duda es uno de los sitios por excelencia que has de ver en otoño ya que es un bosque de hayas que crece sobre la colada procedente del volcán Croscat. Es una de las 28 reservas naturales que hay en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.
Las Rocas Encantadas: Se encuentra en Sant Feliu de Pallerols, en la Garrotxa. El camino más accesible para llegar es el que sale del Santuario de La Salut. Hay muchas leyendas sobre estas rocas y algunas de ellas se fundamentan en hechos reales. No existe constancia de que el demonio viviera en la zona en el siglo XV, ni de que ningún ángel bajara a atar las rocas de las montañas, pero sí que es cierto que entre los siglos XIV y XV se produjeron terremotos de gran intensidad; y que en la ladera de la montaña que da a Les Planes d’Hostoles hay un montón de rocas de grandes dimensiones apiladas unas contra otras, hecho que da nombre a estas rocas encantadas.
El bosque pintado: Se encuentra en la Conca de Barberà en el Parque Natural de Poblet, en el municipio de Vimbodí y Poblet. Las pinturas murales de los árboles, obra de Genís Colell, son quizás lo que más atrae a los niños, deseosos de ir descubriendo esos árboles pintados diseminados por el bosque. Lo más maravilloso es que en cada pintura mural hay un panel en el que se explican las características de la seta pintada.
El bosque de Gerdar: Situada en las vertientes meridionales de la cordillera de los Pirineos en la que destacan cimas altísimas que superan los 3.000 metros, en el Pallars Sobirà. Se trata del abetal más importante de la península Ibérica y de los más relevantes del sur de Europa. Tiene la singularidad de ser una masa forestal sin fragmentación y un ecosistema forestal muy bien conservado; y en superficie, con 774 hectáreas, es el abetal más grande de la vertiente meridional de los Pirineos. La grandiosidad de los abetos y la frondosidad del bosque son claramente visibles desde la carretera y constituyen un hábitat muy relevante por su fauna alpina y forestal.
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