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En el Parque Natural de la Sierra de Urbasa-Andía se esconde la Navarra más mágica. Allí se puede caminar por el «Bosque Encantado», un frondoso hayedo bello todo el año, pero que en otoño se viste de ocres y amarillos para exhibir toda su magia.
En la sierra de Urbasa, cuando el otoño hace acto de presencia, la belleza de sus parajes naturales se potencia aún más con la atmósfera misteriosa y brumosa que durante miles de años ha cubierto sus bosques de hayas. Estos predominan en el parque, cubriendo hasta un 70% de suelo, aunque también se encuentran tejos, enebros y pinos. Desde la caseta de información del parque, que se sitúa en la zona norte, se inician diversas rutas senderistas por esta bella sierra navarra.
la senda del HAYEDO ENCANTADO
La excursión por este frondoso bosque navarro no tiene dificultad y regala rincones llenos de encanto. En otoño, cuando empieza a llegar el viento sur hego haizea, el verde que habitualmente cubre Urbasa se transforma en un manto alfombrado de tonos ocres, rojizos y amarillos. La caminata invita a reconocer personajes mágicos que abrazan rocas cubiertas de musgo y ramas que se entrelazan entre las copas. La senda está señalizada con balizas de madera que se adentran entre hayas enormes con formas, grosores y alturas distintas. La primera parte de la caminata de unos 2 km, se conoce como el sendero de Morterucho. Llana y tranquila, en otoño pone en el suelo un manto de hojas caídas sobre el que se camina.
Este inicio de paseo está lleno de encanto y de encantamiento también, por las formas fantasiosas que adquieren troncos, ramas y formaciones rocosas que en conjunto crean un paisaje laberíntico y fantasioso. La «Haya de Limitaciones» es una de las más buscadas de la reserva, con su enorme y redondeada copa, siete brazos impresionantes y raíces que se elevan medio metro del suelo, creando huecos misteriosos donde se cobijan tritones y ranas bermejas. Declarada Monumento Natural, se halla en el raso de Artziarri, en el monte Limitaciones. En la reserva también habitan ardillas, tejones y gatos monteses, y aves misteriosas el cárabo, que juega a mimetizarse con el entorno.
Tras esos kilómetros iniciales, quieres deseen continuar subiendo por la sierra, la senda continúa, empinándose algo y dejando el hayedo a un lado, en dirección a la cima de Urbasa desde la que se abren vistas al valle de la Sakana, sobrevolado por aves rapaces.
UN ORIGEN DE LEYENDA
La fama legendaria de este hayedo de Urbasa se remonta a una historia popular que se contaba hace muchos años y que aseguraba que allí habitaban unos gigantes que aterrorizaban a los pastores y pobladores de las aldeas cercanas. Se dice que en realizad no tenían maldad, que se limitaban a convivir con la naturtaleza. Pero una noche de tormenta, en un arranque de terror, la gente se lanzó al bosque para acabar con aquellos seres. El padre gigante, intentando salvar a su hijo pequeño de aquella jauría humana, lo escondió en lo más profundo del bosque. Por desgracia, cuando todo acabó y regresó para buscarlo, ya no estaba allí.
Desde entonces se dice que deambula por el bosque con juguetes de niños del valle para atraer a su retoño. Esta leyenda no es la única que habita en la zona. La tradición asegura que otros seres de la mitología del norte peninsular, como Basajaun, Mari o Sugaar, también habitan en Urbasa. Sea cierto o no, lo real es que en esta sierra sí habitaron pastores y cazadores hace ya miles de años. El pastoreo se mantiene en pleno siglo XXI.
DEL HAYEDO A LA SAL Y EL AGUA
El paseo por el Hayedo Encantado de Urbasa forma parte de otro itinerario más largo que también discurre por esta reserva navarra que destaca por las recias hayas que sombrean sendas. Se trata de la Ruta de los Montañeros, conocida como el Camino de Sal porque era utilizada para transportar este producto entre las localidades de Salinas de Oro y Estella, distante 20 kilómetros. Otro itinerario muy populares es la senda de 7 km que acerca al nacedero del río Urederra, un maravilloso rincón natural declarado Reserva Natural, del que brota el manantial que le da vida.
UNA ATALAYA HACIA EL PASADO
La visita por Urbasa puede concluir subiendo al Balcón de Pilatos que, asomado desde el Alto de Urbasa (927 m), está considerado el mejor mirador de la reserva. Desde él, las panorámicas abarcan una inmensidad a la redonda, y también el poso histórico que se acumula en sus venerables laderas. Estos testimonios se manifiestan en forma de menhires y dólmenes, y hasta en delicadas ermitas como la de Santa Marina. Todos hablan del poblamineto de esta montaña navarra desde hace siglos, y también de su ancestral condición de lugar mágico y sagrado.
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