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Más allá de su particular estatus jurídico, la isla ha ejercido un papel destacado en la historia compartida entre Francia y España
La Isla de los Faisanes, situada cerca de la desembocadura del río Bidasoa, ha tenido históricamente una extensión oscilante a causa de las crecidas de las aguas. En la actualidad, su superficie se encuentra en cerca de 2.000 metros cuadrados a través de distintas obras acometidas en los últimos años. Algo que no evita que este banco de arena, a medio camino entre Irún y Hendaya, siga siendo el condominio más pequeño del mundo.
Según un acuerdo firmado en el tratado de Bayona de 1856, la Isla de los Faisanes pasó a un régimen de soberanía compartida entre España y Francia por la que cada país la administra seis meses al año. El objetivo original era evitar que la isla se convirtiera en un territorio no legislado, y poner fin a las diferencias entre los pescadores de las dos riberas del río Bidasoa. Así, desde finales del siglo XIX, los dos países cedieron la jurisdicción y orden de la isla a los dos comandantes de las Estaciones Navales ribereñas de Fuenterrabía-Hondarribia y Hendaya. Dichos comandantes son hoy en día representados por los comandantes Navales de Bayona y San Sebastián; dándose el relevo al frente de la jurisdicción de la isla la mitad del año cada uno.
Una fórmula política parecida a la de Andorra, que también tiene una doble jefatura de Estado compartida. Estos son el copríncipe episcopal, obispo de Seo de Urgel, y el copríncipe francés, el presidente de la República Francesa como heredero de los derechos del Conde de Foix. No en vano, la fórmula de soberanía compartida entre dos o más países tiene otros ejemplos por todo el mundo. Por ejemplo, la ciudad marroquí de Tánger tuvo una soberanía compartida internacional entre Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Portugal, el Reino Unido y la URSS; y Sudán (actual Sudán del Norte y Sudán del Sur) estuvo bajo la soberanía compartida que ejercieron sobre ella los ingleses y egipcios.
Un lugar de gran importancia histórica
Más allá de su particular estatus jurídico, la Isla de los Faisanes ha ejercido un papel destacado en la historia compartida entre Francia y España. Durante los numerosos conflictos militares de los siglos XVI y XVII, la isla –considerada tierra neutral– sirvió para el intercambio de prisioneros entre ambos países. Además, el lugar también ha sido tradicionalmente empleado para la recepción de infantas, tanto españolas como francesas, que eran conducidas hasta la isla para ser escoltas al país donde debían contraer matrimonio.
Pero, sin duda, el hecho más importante ocurrido en la isla fue la firma del tratado de la Paz de los Pirineos en 1659 que supuso el final definitivo de la Guerra de los Treinta Años, que todavía mantenía encendidas las hostilidades entre España y Francia. En el centro de la isla se alza un monolito con una inscripción conmemorativa de la reunión entre Felipe IV y Luis XIV, que el pintor Diego Velázquez retrató en un famoso lienzo.
Como aposentador real, Velázquez se encargó de preparar el alojamiento del séquito y de decorar el pabellón donde se produjo el encuentro. El pintor sufrió con las largas jornadas de trabajo y con el trato con gentes groseras. A su regreso a Madrid, agotado y enfermo de viruela, vivió sus últimos días.
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