Lo que le ocurrió a Karina Meléndez es tan impactante que, al solo imaginarlo, me provoca escalofríos. Comprendiendo que las decisiones tomadas en momentos de frustración o desesperación pueden tener consecuencias irreversibles, llevándonos incluso a la locura. No obstante, su caso, para expresarlo de alguna manera, se presenta como algo fuera de lo común o singular. Karina, tras un embarazo difícil e inesperado, intentó varias veces no tener al bebé. A pesar de la insistencia de Marcos, su pareja, quien le aseguraba que cuidaría de ambos, ella continuó intentándolo. Desafortunadamente, Marcos falleció de manera repentina en un accidente de tránsito cuando ella apenas estaba en el séptimo mes de embarazo.
Atormentada por el miedo de ser madre, y al encontrarse sola sin posibilidades de empezar de nuevo, decidió tener al bebé, aunque no lo deseaba. Pronto llegaron las noches sin dormir, los dolores y los llantos del niño, lo que llevó a Karina a tomar una decisión que ya había considerado mucho tiempo atrás: "deshacerse del niño". Para ello, tomó al bebé en un canasto, lo cubrió con mantas y lo arrojó a un contenedor de basura, de donde emanaban olores insoportables y plagas de cucarachas.
Con el objetivo de evitar posibles críticas tras su cruel decisión, Karina decidió empacar sus pertenencias y trasladarse a una ciudad diferente, donde pudiera pasar desapercibida, donde no pueda ser reconocida y dejar atrás su pasado tormentoso. Se instaló en un departamento pequeño y estrecho, ya que sus limitaciones económicas le impedían aspirar a algo más. A pesar de sus recursos limitados, organizó las pocas posesiones que llevaba consigo y limpió cuidadosamente su nueva habitación. Al salir temprano en busca de empleo y al regresar, se encontró con su habitación desordenada y algunas cucarachas escasas escondiéndose debajo de la cama. Sorprendida, Karina emitió un grito y procedió a eliminar las cucarachas, limpiando nuevamente su habitación. Al día siguiente, la situación se repitió, pero con más cucarachas sobre su ropa, en el armario y debajo de la cama. Para el tercer día, la situación se volvió incontrolable, con miles de cucarachas invadiendo su habitación y un hedor penetrante llenando el lugar. Desesperada y horrorizada, Karina comenzó a llorar al percatarse de la magnitud del problema. Finalmente, se dio cuenta de que las cucarachas salían en abundancia desde abajo de la cama, y se agachó con una linterna para observar detenidamente lo que estaba sucediendo.
Entonces lo vio, era aquel pequeño que días atrás había abandonado en un contenedor de basura, estaba ahí convertido en una masa viscosa, envuelta en una especie de baba y harapos malolientes, lleno de cucarachas que brotaban desde su cuerpo. Asqueada y horrorizada salió corriendo directamente hasta la estación de policía más cercano y confesó encarecidamente su delito.
Karina recibió una condena de varios años de prisión, pero apenas cumplió un par de días de su sanción, la encontraron sin vida en su celda. Sin embargo, no estaba sola; justo debajo de su cama, se encontraba una masa viscosa y maloliente, rodeada por miles de cucarachas que rodeaban su cuerpo…
Autor: Alexander JR
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