CanalNochesInquietantes
Desde niña, recuerdo a mi abuela contar una historia escalofriante, heredada de su padre. La leyenda hablaba de un grupo de músicos talentosos pero insatisfechos en un pequeño y olvidado pueblo. Soñaban con escenarios grandiosos y multitudes aplaudiendo su arte. Una noche, bajo la luz mortecina de la luna, junto al turbio río que serpenteaba junto al pueblo, Nacho, el más ambicioso del grupo, exclamó entre tragos de licor barato: "Daría lo que fuera por alguien que nos lleve lejos de esta miseria".
Pocos días después, en el baile anual del pueblo, un hombre de estatura imponente y mirada penetrante, vestido como un ranchero adinerado, se acercó a Nacho. Le ofreció la oportunidad de tocar ante una audiencia más grande en una hacienda distante. Deslumbrados por la promesa de fama y fortuna, los músicos accedieron sin sospechar la oscura verdad.
El destino escogido para su actuación no era otro que el martes 13. Al llegar a la enigmática hacienda, se encontraron con un escenario montado bajo un cielo estrellado, frente a una multitud inusualmente grande. Comenzaron a tocar, y mientras las notas vibraban en el aire, el público, compuesto por figuras sombrías, se movía al ritmo de la música.
Pero al iniciar "Caminos de Guanajuato", una atmósfera siniestra se apoderó del lugar. Los músicos, horrorizados, vieron cómo el público se transformaba en criaturas demoníacas, con ojos ardientes y sonrisas macabras. Sus cuerpos se contorsionaban en bailes grotescos, y sus risas resonaban con eco infernal.
Los músicos intentaron detenerse, pero sus manos seguían tocando como poseídas por una fuerza maligna. El aire se llenó de un calor sofocante, y llamas comenzaron a brotar del suelo, consumiendo todo a su paso. En medio del caos, el joven ayudante, paralizado por el terror, logró montar a caballo y huir desesperadamente.
Cuenta la leyenda que el hombre que los contrató era el diablo en persona, buscando almas para su orquesta infernal. La hacienda, ahora en ruinas, se convirtió en un portal al infierno. Aquellos que osan acercarse en noches sin luna cuentan haber visto sombras danzantes y escuchar acordes de música desgarradora emergiendo de las profundidades del monte. Gracias equipo de Noches Inquietantes por leerme.
Dicen que los músicos, ahora esqueletos, continúan tocando eternamente, atrapados en su ambición, condenados a ser la orquesta del diablo, recordando a todos el precio de la avaricia y la sed de fama.
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