CanalNochesInquietantes
En el mismo manicomio donde Doña Carmen había vivido su macabra Navidad, se contaba otra historia de terror que ocurrió años después. En una fría noche de diciembre, los pacientes y el personal se preparaban para celebrar la Navidad. Entre ellos estaba Lucas, un paciente joven con una mirada perdida y un comportamiento inquietante.
Horas más tarde, cuando las luces del árbol se encendieron, los pacientes y el personal se reunieron para admirar la decoración. Fue entonces cuando se dieron cuenta de algo horrendo: entre las ramas del árbol, colgando como si fueran adornos, estaban los ojos de varios pacientes y enfermeros, meticulosamente extraídos y atados con cintas rojas y verdes.
El pánico se apoderó del manicomio. Gritos y caos llenaron los pasillos mientras todos buscaban a los responsables de aquel acto despiadado. Fue en ese momento de confusión y miedo cuando encontraron a Lucas, sentado tranquilamente en una esquina, observando la escena con una sonrisa perturbadora.
Lucas había estado obsesionado con "ver la verdadera belleza de la Navidad", y en su mente distorsionada, creía que al recolectar los ojos de las personas, podía capturar esa belleza. La tragedia sacudió al manicomio, dejando una marca imborrable en su historia.
Desde entonces, cada Navidad en el manicomio se vive con un aire de cautela y miedo. Las luces del árbol parecen parpadear con un brillo siniestro, y algunos juran que, en la oscuridad de los pasillos, aún pueden ver la figura de Lucas, sonriendo en las sombras, recordando la Navidad más aterradora que el manicomio haya visto jamás.
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