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Disfruta de estos preciosos destinos navideños de una punta a otra del globo.
Miles de pueblos maravillosos se esconden en cada recoveco del mundo, pero pocos tienen un encanto navideño como esta selección. Rincones de Europa, América y Asia, donde el invierno invita a un ambiente acogedor aunque frío, se extienden ante nuestros ojos y nos invitan a descansar, a olvidarnos de todo y a pasar una Navidad de cuento.
Eguisheim, Alsacia (Francia)
El color es protagonista de esta villa medieval en pleno corazón de la Alsacia. No es que sea un pueblo que parezca sacado de un cuento, es que en esta región se inspiró Disney para 'La Bella y la Bestia'. Las casas típicas, colocadas formando una elipse, son tal y como se ven en la mítica película: bajas, de piedra, con decoraciones en madera y tejados empinados. Siglos atrás tuvo doble fortificación, pero hoy solo quedan los restos de las dos entradas con las que contaba. En Navidad se llena de luces y mercadillos, con suerte algo de nieve, y mucha magia.
Roros, Trondelag (Noruega)
Esta antigua ciudad minera se fundó en el siglo XVII y cuenta con una de las localidades de edificios de madera más antiguas de Europa, proclamada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El orgullo de su pasado se vislumbra solo con saber el nombre de su iglesia: Bergstadens Ziir, "el orgullo de la ciudad minera" en español. La nieve cubre sus calles en cuanto el frío llama a la puerta, que en Noruega es temprano y duradero, por lo que la Navidad es de cuento. Sin olvidar que los renos se pasean allí casi como lo hacen las vacas en la India.
Mittenwald, Baviera (Alemania)
Un pueblo cuyas fachadas están pintadas con ilustraciones no puede no ser encantador. Goethe dijo de ellas que era como "un libro de imágenes que cobran vida". Muy cerca de la frontera con Austria, es una de las zonas más bonitas de los Alpes bávaros. Se ubica en el valle del río Isar y su nombre significa "en medio del bosque". Quizá sea por la abundancia de madera que se le da tanta importancia a los violines: talleres de artesanos, esculturas, frescos que los muestran, incluso en el campanario de la iglesia.
Castleton, Derbushire (Reino Unido)
Este pueblo inglés tiene todo lo necesario para desconectar del bullicio de la gran ciudad. Cualquiera podría decir que se ha detenido el tiempo al poner un solo pie en Castleton. Con la Navidad las calles se alumbran y se tiñen de blanco y se celebra un certamen de villancicos en Peak Cavern, una de las cuatro cuevas de la localidad, a la luz de las velas, tras el que se invita a los asistentes a vino caliente y mince pies (pastelitos de fruta).
Hallstatt, Salzkammergut (Austria)
No es raro llegar por primera vez y pensar que conoces el pueblo de algo, porque fue la inspiración de Arendelle, el reino de Elsa y Anna en Frozen. Es considerado uno de los pueblos más bonitos del mundo y es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Hasta el siglo XIX la única manera de acceder era en barco o por senderos casi intransitables. Así se ha mantenido intacto con sus antigua casas de madera de mil colores.
Lauterbrunnen, Berna (Suiza)
A los pies de los Alpes suizos se sitúa el pueblo más bonito de Suiza, que un día fue hogar de mercenarios, aunque pronto pasó a ser de los alpinistas. Lauterbrunnen ("solo fuentes") se ubica en uno de los valles más impresionantes de la cordillera, con 72 cataratas y cientos de rincones sobrecogedores. Las montañas de picos nevados son las protagonistas de la zona, con más de 200 kilómetros de pistas de esquí, 100 para excursionistas y 50 de caminos para trineos.
Frías, Brugos (España)
En la Comarca de las Merindades se ubica la ciudad más pequeña de España (título que se le concedió en 1435) y uno de los pueblos más bonitos. Presidida por su impresionante castillo medieval del siglo X, Frías conserva todo su encanto medieval, que crece en invierno, cuando el río Ebro se hiela y el puente se vuelve blanco. Cuenta con casas colgadas -menos conocidas que las de Cuenca- que aprovechan el acantilado rocoso
Shirakawago, Gifu (Japón)
Esta es la aldea más grande de casas de estilo gassho-zukuri del imperio del sol naciente. Pese a ser un país sensible ante los movimientos de tierra, estas construcciones han resistido desde que se construyeron a principios del siglo XIX. Algunas de las casas son privadas, pero otras están destinadas a albergar museos o exposiciones relacionadas con la cultura japonesa de la era premoderna. Las cuatro estaciones se viven aquí en su máximo esplendor, siendo el invierno tal y como nos lo han presentado en los cuentos.
Qaqortoq o Julianehåb, Groenlandia
Esta pequeña ciudad con aura de pueblo de casas multicolores desperdigadas era en el momento de su fundación (1775) un importante centro comercial de ballenas. Por todas partes hay señales de la cultura groenlandesa, con museos al aire libre y encerrados en algunas de las casas. Se puede navegar por su costa y quedarse prendado de sus paisajes, que en invierno combinan a la perfección con la nieve.
Bajo las montañas Sawtooth y a orillas del río Salmon, se organiza un pueblo con unas impresionantes vistas. Hogar de alces y otros animales salvajes, pareciera que nos ponemos frente a un paisaje completamente virgen cuando damos la espalda a la zona urbanizada. Con una de las puestas de sol más bonitas del país, Stanley parece sacado de un cuento cuando de pronto un manto blanco cubre todo el paisaje, al igual que con los otros nueve destinos.
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