lunes, 4 de diciembre de 2023

El legado de España. América 1800

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El legado de España en América estaba intacto después de tres siglos, cuando sus territorios se sintieron fuertes para separarse de la metrópoli.Colonisation_1800

Su lengua, su cultura, sus ciudades, sus universidades, la religión cristiana y una nada desdeñable organización administrativa y comercial, quedaban como legado para que un nuevo régimen ganara el futuro.  

A principios del siglo XIX todo el territorio continental de habla española se proclamó independiente de España, siguiendo los pasos que pocos años antes había dado la América anglosajona respecto de Gran Bretaña. Dicho territorio se extendía sin pérdida de continuidad de norte a sur, abarcando casi 14 millones de km², donde vivían aproximadamente 13’5 millones de personas.territorial_growth_1775.svg

Si las trece colonias británicas obtuvieron la independencia en 1783 después de una guerra de siete años, los territorios continentales de los cuatro virreinatos españoles y las tres Capitanías Generales consiguieron hacer efectivas sus proclamaciones de independencia entre 1811 y 1821, después de una guerra de variada intensidad según las latitudes.

Brasil, en paralelo con sus vecinas lo lograría en 1822, siendo Canadá la única que no lo hizo en este período, sino hasta 1864. En un plazo de 40 años pues, con esta última excepción, todo el territorio continental americano y algunas islas del Caribe se emanciparon de Europa.

POBLACIÓN Y TERRITORIO

Las trece colonias británicas, que pasaron de 0,8 millones de km² a más de 2 millones después de la independencia, no eran del todo homogéneas, pues aunque800px-United_States_1795-1796el 80% de la población blanca era de origen inglés, escocés e irlandés, había muchas diferencias entre ellas. La diversidad de estructuras sociales, religiosas, económicas y mentales podía apreciarse con claridad.

El territorio que ocupaba la América española era seis veces más grande que el de la anglosajona, y tenía más del doble de habitantes.

Los periódicos españoles de la época se hacían eco del destacado aumento de población de Estados Unidos, el joven país que en diez años había crecido en más de un millón de habitantes, y ya contabilizaba cinco millones de personas libres en 1800, y casi un millón de origen africano, la mayoría esclavos. Aparte había que sumar los 600.000 indígenas que habitaban el territorio bajo su control.poblacionykm2 1800

Diez años mas tarde, en 1810, Estados Unidos tenía 10 millones de habitantes, de los cuales 1,5 millones eran esclavos negros y los indígenas se habían reducido a 325.000. En el censo de 1890 con todo el territorio continental ya ocupado de costa a costa, la población era de 62.947.714 habitantes de los cuales 248.000 eran indígenas. A estos, la ciudadanía estadounidense no se les concedería hasta 1924.

Inicialmente la mayoría de la población norteamericana constituía una sociedad eminentemente rural, obteniendo muchos granjeros concesiones de tierra en distintos lugares improductivos y áridos, que trataron de convertirlos en fértiles. Cuando no lo conseguían cambiaban su residencia y recorrían el territorio buscando otro lugar.

En la América española, a finales del siglo XVIII, la población se repartía entre los 7 millones de la Nueva España continental (incluida Guatemala) y los casi 5,5 millones que habitaban en América del Sur. Eran mayoritariamente indígenas (46%), con una minoría de blancos (20%), mestizos o mulatos (26%) y negros (8%), la mitad aproximadamente libres. A diferencia de la anglosajona, aquí los elementos indígenas, europeos, asiáticos y africanos se habían mezclado para dar vida a un nuevo pueblo multicultural y multiétnico.

LA ESCLAVITUD

El tráfico de esclavos africanos hacia la América española y Brasil, fue monopolizado inicialmente por comerciantes portugueses y posteriormente por contrabandistas holandeses. Se calcula que entre 1501 y 1641 llegaron a América unos 620.000 africanos. El tráfico masivo no llegó sin embargo hasta el siglo XVIII, y principalmente a manos de ingleses y franceses con destino a sus colonias.

Según Philip Curtin (1969), la importación de esclavos a toda América entre 1701 y 1810 fue de 6,1 millones, repartiéndose de la siguiente forma:

31% a Brasil, 23 % al Caribe británico, 22% al Caribe francés, 15% a la Norteamérica anglosajona  y 9% a la América española

La esclavitud era legal en toda América en 1800, con un número de esclavos negros en la Norteamérica anglosajona de casi 1 millón, elevándose a los 4 millones en 1861-65 cuando fue definitivamente abolida al término de la guerra de secesión.

En la América continental española el número de esclavos negros suponía el 4% de la población, siendo mayor en las Antillas (Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico). No fue abolida hasta mediados de siglo por parte de las nuevas repúblicas.

En Brasil, la mitad de la población era negra y en su gran mayoría esclavos, siendo abolida la misma en 1888.

EL IDEARIO

Tanto en la América anglosajona como en la española, el ideario político de los líderes que acaudillaron la rebelión contra la metrópoli fue similar, basado tanto en la propia revolución americana (1765-1787), como en la revolución francesa (1789-1799).

James Madison, Thomas Jefferson, John Adams y Benjamín Franklin fueron los principales autores de la Declaración, que proclamaba la igualdad de todos los hombres, el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.colombia 1798

Por su parte Simón Bolívar decía en su Carta a Jamaica en 1815: «Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación… Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse…”

Francisco de Miranda, nacido en Venezuela, uno de los padres y precursor de la Independencia Hispanoamericana, propuso llamar Colombia a toda la América española, desde la margen derecha del río Misisipi en el norte, hasta la Tierra del Fuego en el extremo sur del continente, y establecer su capital en Panamá.

En todo caso, los nuevos Estados de la América española se organizaron siguiendo el modelo político republicano de los Estados Unidos.

LA GUERRA

Siempre dañina para las infraestructuras y para el progreso, tuvo una duración e intensidad equivalentes, siete años en el norte anglosajón y entre cinco y quince años en los territorios españoles. Los siete años de guerra en Norteamérica provocaron amplios trastornos económicos y malestar social, de modo que los niveles de ingresos y riqueza anterior a la guerra no se recuperaron hasta principios del siglo XIX.

En la América española afectó de manera desigual. Las ciudades del centro de México lograron mantenerse libres de sus efectos, pero en general produjo una completa ruina en otras muchas de las ciudades y campos. En general se perdieron capitales y bienes de todo tipo tras la parálisis del comercio y de las actividades productivas.

EL LEGADO CULTURAL

En la América anglosajona el inglés, el holandés y el alemán se hablaban en las colonias, extinguiéndose todas las lenguas propias autóctonas.

En Hispanoamérica, la lengua española se hablaba en todo su territorio, pero era compatible con varias lenguas autóctonas, como el quechua, el aimara, el maya, el guaraní y el náhualt. Ya en 1979, casi trece millones de habitantes hablaban estas lenguas sin escritura.

Del libro de memorias titulado Confieso que he vivido del gran poeta chileno Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura en 1971, extraemos un hermoso párrafo:

Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos…. Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo……. Pero se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo……. Nos dejaron las palabras”.

Aunque más modernas en el tiempo, el número de Universidades en la América anglosajona era similar en proporción a las existentes en la América española, con una tasa aproximada de una por cada 100.000 habitantes. También coincidían en su marcado carácter religioso. Las Universidades estadounidenses eran diez cuando se logró la independencia en 1783:uninorteam

La enseñanza académica de la medicina comenzó en 1765 en Philadelphia, como parte del Pennsylvania Hospital y el College of Philadelphia, luego University of Pennsylvania.

En la América española después del cierre de seis Universidades regidas por los jesuitas en 1767 y sin contar las de Cuba y Santo Domingo, permanecían 12 Universidades al final del siglo XVIII:

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Las cátedras de medicina empezaron sus actividades pronto, mas de 150 años antes que en la América anglosajona. En La Universidad de México desde 1578, la de Lima dotó la cátedra de medicina en 1624, Guatemala en 1681, Quito en 1693, Caracas en 1727,  Santa Fe de Bogotá en 1733, Santiago de Chile en 1756, Guadalajara de Nueva Galicia, en México, a partir de 1791. 

Cátedras de lenguas indígenas existían en todas las Universidades hispanas cuya población la tuviera como materna.

Las imprentas estaban repartidas por todo el continente. En territorio norteamericano la primera imprenta se instaló en 1638 en Cambridge (Massachussets) y luego le siguieron en 1674 Boston y en 1685 Filadelfia. En el siglo XVIII alcanzarían una gran expansión a través de los periódicos. En Canadá la primera imprenta fue la de Halifax en 1751.

Las primeras imprentas en la América española se instalaron un siglo antes que en las colonias inglesas:

México en 1539, Lima en 1584, La Paz en 1610, Cuenca (Ecuador) en 1626, Puebla de los Ángeles en 1640, Guatemala en 1660, Paraguay en 1705, Oaxaca en 1720, Santa Fe de Bogotá en 1739, Ambato (Ecuador) en 1754, Quito en 1760, Nueva Valencia (Venezuela) en 1764, Córdoba (Argentina) en 1766, Nueva Orleans en 1769, Santiago de Chile y Buenos Aires en 1780, Guadalajara (México) en 1793 y Veracruz en 1794.

Academias de Bellas Artes existían en México y Guatemala desde 1780, Biblioteca Pública y Observatorio Astronómico en Santafé de Bogotá, Orquesta sinfónica en Caracas.

No faltaban periódicos como la Gaceta de Lima y la Gaceta de México desde 1737, la Gaceta de Guatemala desde 1794, el Mercurio peruano desde 1791 y otros tantos en Bogotá, Buenos Aires y Caracas.

LA RELIGIÓN

La religión colonial en la América anglosajona estaba compuesta por múltiples confesiones, en la que no llegó a dominar ninguna sobre el resto, pero donde la presencia del protestantismo y del puritanismo fue notable. Estaba prohibida la religión católica de «los papistas«; la libertad de culto oficial no llegó hasta después de la Revolución de Independencia.

En la América española, la religión como segundo elemento aglutinante en la configuración de una identidad nacional después de la lengua, era la católica de forma mayoritaria, lo que daba sentido a la unidad entre los territorios. 1790, ca. ‘View OF New York about 1790 Showing Side View of the Great House Built FOR President Washington_,

LAS CIUDADES

Las ciudades norteamericanas mas destacadas en 1800 eran Nueva York (60.515 habitantes), Filadelfia (41.220), Baltimore (26.514), Boston (24.937), Salem (9.457) y Washington (8.144).

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Filadelfia en 1800

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La gran afluencia de personas al nuevo país norteamericano tuvo como consecuencia la superpoblación de algunas ciudades, lo que llevó a muchos habitantes a vivir en barrios humildes mal ventilados y con situaciones insalubres, especialmente en los sofocantes meses de calor.

Las calles de las principales ciudades eran en generalwashingotn-1800incómodas de transitar debido a que la mayoría estaban sucias y sin empedrar, donde muchos vecinos habían construidos sus casas de manera  arbitraria, según les iba conviniendo.

Las ciudades de la América española de la época eran más grandes y estaban más pobladas que las de la América anglosajona; estaban muy bien diseñadas, con la típica distribución en damero. 

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Ciudad de México en 1793

Ciudad de México con 130.000 habitantes en 1793 destacaba por su magnificencia y por la traza urbana levantada por los españoles. Convertida en la gran capital del virreinato de la Nueva España, sería la admiración de los viajeros y el orgullo de sus habitantes,  siendo conocida por las famosas cinco ces: calles, calzadas, caballos, carrozas y canoas.
Se habían tomado nuevas medidas como el alumbrado de las calles, la limpieza y empedrado de las mismas. Se había regulado la llegada de abastos, reglamentado las rondas nocturnas y perfeccionado los planos de la ciudad.

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Lima en 1800

En su ensayo político de 1811 sobre la Nueva España Alexander Von Humboldt dijo:

México es una de las ciudades más bellas que han fundado los europeos en ambos hemisferios, superando claramente a Washington”. La apodó como la ciudad de los palacios.

Lima con 50.000 habitantes en 1790, tuvo un desarrollo urbano en el siglo XVIII marcado por las ideas de la Ilustración sobre la salud pública y el control social.

En ciudades como Buenos Airesbuenos airesbuenos aires 1794(40.000 habitantes), se había introducido la iluminación, la imprenta, el primer teatro y el  empedrado de las calles. Se estableció el Real Colegio San Carlos y se llenó la ciudad de academias, tertulias, sociedades de amigos, jardines botánicos, observatorios, laboratorios y clubes, que precisamente ayudaron a preparar políticamente a los hombres que consumaron las independencias americanas tras la crisis de la monarquía de 1808.

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Plano de Guadalajara en 1800

Guadalajara tenía 35.000 habitantes en 1800, alojados en 335 manzanas perfectamente delineadas, que abarcaban casi 200 hectáreas de terreno. El gran potencial de la ciudad y la región se caracterizaba por tener un comercio interregional intenso y por el desarrollo de nuevas funciones, que propiciaron una fuerte expansión poblacional en los siguientes años. En 1789 se había construido el Hospital de Belén.

Caracas con 32.000 habitantes en 1800, era una ciudad refinada, amante de las artes, de los buenos modales y de la cultura en general.
Es descrita así por el ilustre viajero francés Francisco Depons (1801 -1804): «las casa de los notables de la ciudad están por lo general amuebladas  con decencia y hasta con riqueza. En ellas se ven hermosos espejos, cortinas de damasco carmesí en las ventanas y puertas del interior, sofas y sillas de madera, cuyo asiento de cuero o de damasco va relleno de cerda, trabajado góticamente aunque con excesivos dorados; altos lechos con hermosas colchas de damasco y muchas almohadas de plumas con fundas de ricas muselinas guarnecidas de encaje.»

Humboldt observando Caracas desde las Sueltas, escribió: “situada en un valle ricamente plantado de árboles de café y de frutales de Europa”, lo que dio inmediata noticia de su laboriosidad y progreso.uni caracas

El investigador también interpretó la ciudad de una manera diferente: “granates verdes y rojos…; fragmentos de gneiss…, muchos de un bello rojo y un poco transparentes”; “Caracas, me ha ofrecido también el gneiss vestigios de cobre azulado…”; “vetas de cuarzo… o hierro carbonizado terroso…”. Analizó como ninguno la extensión de su territorio, las producciones indígenas, el avance de su “industria agrícola”, “la grande masa de su población” y el fomento que privilegiaba el litoral.

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Mapa de Arequipa en 1800

Otras ciudades importantes en 1800 eran: Guanajuato (70.000 habitantes), Puebla (68.000), Arequipa (37.241 habitantes), Santiago de Chile (30.000), Santafé de Bogotá (21.464), Cartagena de Indias (20.000), Veracruz (16.000) y Potosí (10.000), entre otras.

LAS COMUNICACIONES

El sistema de diligencias se estaba desarrollando rápidamente, especialmente en Nueva Inglaterra, siendo el centro neurálgico de las comunicaciones la ciudad de Boston. La primera línea entre Boston y Nueva York fue establecida en 1783, iniciándose el servicio para llevar correspondencia el 17 de enero de 1786.

La distancia entre Boston y Nueva York (345 km por terreno llano) era cubierta en cuatro días de viaje, bajo condiciones normales y el de Filadelfia a Nueva York en dos días. Luego con la extensión de los asentamientos y el desarrollo de nuevas regiones se extendió el sistema de transporte por diligencia, aunque hacia 1790 los caminos en regiones alejadas de los centros más importantes no eran más que senderos embarrados y peligrosos en la época de los deshielos y de las lluvias.

Los puentes no eran algo usual en la época, y los pequeños arroyos eran por lo general vadeados. Solo en las grandes ciudades habían sido construidos puentes sobre los ríos más grandes. La obra de ingeniería más importante de la época había sido el puente sobre el Charles River, conectando Boston con Charlestown (actualmente Cambridge). Fue construido en el año 1786, y era el más largo del mundo, siendo su ancho igual al famoso puente de Londres sobre el Támesis.

Los puertos norteamericanos en 1800, todos ellos en la costa Atlántica, eran los de Boston, Newport, Nueva York, Baltimore, Salem, Norfolk y Charleston.

En la América española con un gran número de ciudades instaladas en la costas Atlántica y Pacífico, la comunicación era principalmente marítima a través de una importante red de puertos. Excluyendo los de Cuba, La Española y Puerto Rico, los puertos de la costa Atlántica eran:

Nueva EspañaVeracruzCampecheTlacotalpan, Sisal, Santo Tomás de Castilla y Omoa.

Nueva GranadaCartagena de Indias, Puerto Cabello, La Guaira, Santa Marta, Riohacha, Portobelo y Chagres.montevideo visto desde el cerro. D.Dalin-Sabatier

Río de la PlataMontevideo y Buenos Aires.

En la costa del Pacífico:

Nueva EspañaPanamáAcapulco y San Blas

PerúGuayaquil y El Callao

Río de la PlataSantiago de ChileValparaisoConcepción y Arica.

Pero también existía una red imponente de caminos porcaminos nueva españa 1800vía terrestre cuya función de integración del territorio era obvia. Estos caminos no eran simples allanamientos del terreno, sino verdaderas obras de ingeniería al modo en que lo eran las antiguas calzadas romanas en la propia Península Ibérica: debían tener una anchura determinada (entre 6 y 8 metros), estaban empedrados en muchos de sus tramos y atravesaban numerosos puentes de piedra de los que todavía quedan numerosos ejemplos. Esta rutas comerciales se llamaban Caminos Reales por ser construidos y sostenidos a cargo del erario público.

En Nueva España y Centroamérica, las comunicaciones principales se establecieron entre las dos vertientes oceánicas y entre el lejano Norte y el Sur:

 Camino Real de Tierra Adentrodesde Ciudad de México hasta Santa Fe (2.560 km)

Camino de Anza entre Culiacán y San Francisco (2.000 km)

Camino Real de los Tejas entre Ciudad de México y Los Adaes (Natchitoches) (4.000 km)

Camino de Santa Fe entre Santa Fe y San Luis (1.937 km)

Viejo Camino Español entre Santa Fe y Los Ángeles (4.345 km)

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Camino Real Veracruz-Ciudad de México-Acapulco (Humboldt lo llamó camino de Asia y de Europa)

Camino Real  de Chiapas desde México a Guatemala (1.900 km)

Camino Real de Yucatán entre Mérida San Francisco de Campeche

Camino Real de la Villa de Guadalupe entre la antigua Villa de Guadalupe y Nueva Guatemala de la Asunción (ciudad de Guatemala)camino de cruces

Camino Real de Petapa entre San Miguel Petapa y Nueva Guatemala de la Asunción (Ciudad de Guatemala)

Camino Real, entre Cartago (Costa Rica) y Nicaragua

Camino Real de Cruces entre la ciudad de Panamá Portobelo

En América del Sur, las principales rutas también comunicaron tanto las dos vertientes oceánicas entre sí, como el mar Caribe con los territorios de Sur:

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Camino Real de Bogotá a Honda

Camino Real de Lima a Caracas, pasando por Quito y Santa Fe de Bogotá, atravesando los Andes ecuatorianos (3.000 km)

Camino Real de Santa Fe de Bogotá a Honda atravesando la Cordillera Central hasta río Magdalena (Honda) para enlazar por vía fluvial a Cartagena de Indias.

Camino de los Arrieros entre Caracas y el puerto de La Guaira

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Camino Real al Alto Perú

Camino Real de Lima a Buenos Aires o del Alto Perú  pasando por Córdoba (3.000 km)

Camino Real hacia el Oeste, entre Buenos Aires y Santiago de Chile, pasando por San Luis y Mendoza

Camino Real a Asunción, entre Buenos Aires y Asunción, pasando por Corrientes

Camino Real de Chile entre ValdiviaOsorno y Chiloé

Otros caminos:

En los territorios de los Virreinatos del Perú y del Río de la Plata existieron correos organizados desde 1747. El sistema de caravanas  era utilizado en la conexión con Chile y Perú. La región situada entre el Río Uruguay y el Paraná y que se dedicaba casi exclusivamente a la explotación ganadera, usaba las vías fluviales para su comunicación.

EL COMERCIO Y LA ECONOMÍA

Es curioso observar como la independencia en América fue tan distinta en el norte anglosajón y en el sur español. Norteamérica terminó adoptando un sistema proteccionista y autárquico, mientras que la América española optó por el de Simón Bolívar, librecambista.

Por ello, EE.UU tuvo una economía protegida y proteccionista, hasta que se encontró en una posición lo suficientemente fuerte para abrir sus fronteras a los productos extranjeros. Sus principales ramas de la actividad económica eran entonces la agricultura, las manufacturas, la construcción naval, la minería, la pesca y el comercio.

Aproximadamente el 90 % de su fuerza laboral al final del siglo XVIII estaba relacionada directa o indirectamente con la agricultura. Los principales problemas eran la falta de medios de transporte y los precarios medios de comunicación.

En los Estados del norte predominaba el trabajo libre; la agricultura solía ser de subsistencia y el cultivo principal era el trigo. En los Estados del sur existían grandes plantaciones que se dedicaban a producir tabaco, arroz y, más tarde, algodón para el mercado europeo, sobre la base del trabajo de los esclavos.

El final de la Guerra en las 13 colonias encontró a las finanzas en una situación deplorable. No existía prácticamente metálico, y la mayor parte del comercio, sobre todo en el interior era llevado a cabo a través del trueque. Todas las monedas en circulación eran foráneas, y en muy mal estado de conservación. La más común era la «milésima de Dollar español» (Spanish Milled Dollar) o pieza de un octavo, obtenida del comercio con las Indias Occidentales.

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Real de a ocho, acuñado en Potosí en 1768

Luego de la Revolución americana esta moneda fue la unidad de cuenta reconocida. Las principales monedas de oro en uso, eran las Guineas francesas, los Moidores portugueses y los Doblones españoles. Eran casi inexistentes las fracciones de moneda, por lo que usualmente las monedas de plata se cortaban en mitades o en cuartos para facilitar el cambio. En el año 1785, el Congreso adoptó el Dollar de Plata y sus divisiones decimales, como la moneda de base, en paridad con el Duro español, adoptando como símbolo la $, estilizando las columnas de Hércules del escudo español.

55 dolares estadounidenses (españoles) de 1779
55 dolares estadounidenses (españoles) de 1779

El Real de a ocho (Spanish Dollar) se empleó como unidad de cambio en USA hasta 1857 y fue más popular que el propio dólar norteamericano por sus ventajas: menor peso y mas fino, pero con mayor cantidad de plata. Además de habitual en las 13 colonias, cotizó en la Bolsa de Nueva York  hasta 1997.

En 1800 la América española era un mercado que consumía del exterior, manufacturas, alguna maquinaria y algunos alimentos. Era en gran medida autosuficiente y exportaba algodón, añil, grana, cacao, tabaco, cuero, palos tintóreos y metales preciosos.

Disponía de una importante industria de base como las tintóreas, madereras y salineras para obrajes, construcción de barcos y salazón de carnes y pescados, respectivamente.

Los bienes de consumo industrializados eran la loza y la cerámica, el mobiliario, las medicinas, la joyería, las bebidas alcohólicas, los derivados del sector alimentario, graso y curtidos.

Existían industrias para la producción de azúcar, frutas en conserva, maíz, quesos, velas, jabones, zapatos, badanas, suelas y sillas de montar.

Poseía una producción agropecuaria y una minería notables y una producción ganadera en todos los Virreinatos.

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Guanajuato, líder en producción de plata.

En 1804 México acuñaba el 66% de la producción mundial de plata y Perú casi el resto. Nueva Granada producía oro y se había empezado a producir platino y cobre. La producción y exportación de oro desde este Virreinato mostraba unas tendencias muy expansivas, estancándose después de la independencia.

Desde hacía años, salvo en los períodos de guerra se comerciaba abiertamente con los centros de producción industrial de Inglaterra y Francia.

Contra la visión de los criollos de la época y de la historiografía tradicional, de que la opresión española impedía todo progreso económico, prácticamente todos los territorios de la América española tuvieron un alto crecimiento desde la segunda mitad del siglo XVIII. La política borbónica de reducción de impuestos a la minería, y los subsidios a otras materias primas contribuyó a este auge. Las necesidades crecientes de los mineros fueron atendidas por la agricultura, las artesanías y las «ropas de la tierra», que hizo desarrollar el comercio intrarregional.

En 1800 México producía algo más del 50% de bienes y servicios que los EEUU (en la década de 1870 la cifra había descendido a un 2%). En 1804, existía un comercio floreciente en Nueva España. En Ciudad de México existían 107 pulperías o tiendas de abarrotes, que vendían vinos de Castilla, La Rioja y Málaga; vinagre castellano, aceitunas de Sevilla, canela de Ceilán, cacao de Caracas, clavo de Filipinas, así como botones, velas, paños finos, terciopelos y sedas europeas y asiáticas. Del Extremo Oriente procedían los muebles y cajas de laca, porcelanas y marfiles; gran demanda tuvieron las chaquiras y lentejuelas, abanicos de seda con varillas de plata, oro, marfil, carey o madera, los mantones de Manila y los paliacates de algodón.

Nueva España exportaba tanto a Asia como a Europa y a otros dominios americanos plata en barras, en moneda y en piezas de orfebrería; grana cochinilla, añil y palo de Campeche para el teñido de telas; carey y perlas de la Baja California; objetos de hierro forjado, cerámica de Puebla, Guanajuato y Nueva Galicia; textiles de algodón y lana, chocolate, vainilla y recipientes de vidrio.

Los graneros del Potosí, constituidos para las economías del Río de la Plata, lograron insertarse tempranamente en los circuitos mundiales de comercio de cereales, cueros, sebo y carnes curadas.

Fue notable la eficiencia del sistema fiscal español en sus colonias, acompañado por un sistema monetario estable: el peso de plata español fue la divisa internacional de la época y el dólar de plata estadounidense contenía la misma ley de metal para hacerlo intercambiable (Marichal, 2006).

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Real Seminario y Escuela de Minería, construido entre 1797 y 1813. Ciudad de México.

Para favorecer la explotación de los yacimientos mineros y el beneficio de los metales se emitieron las Reales ordenanzas de minas (1783), que propiciaron la fundación del Real Seminario y de la Escuela de Minería.

De gran importancia fueron las leyes destinadas a permitir el libre comercio entre las distintas provincias y reinos de América y con otras naciones europeas (1778) para lo cual abrió al comercio 13 puertos de España con 27 de Indias. Además se dispuso el fin del monopolio que mantenía el Galeón de Manila en el comercio con Oriente, y se inició la apertura al «comercio neutral», es decir, con países como Dinamarca, Suecia y Estados Unidos (1797).

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Puerto de Buenos Aires en 1823. Autor desconocido.

En México, Perú y Bolivia la economía minera era relevante y en Argentina el puerto de Buenos Aires tenía una posición privilegiada. En Chile existía una potente economía agropecuaria y agrícola, así como producción de plata y cobre.

En la América española, cuando se produjo la independencia, la condición de los indígenas americanos era notablemente superior a la del proletariado europeo; en 1800, los mineros mejicanos eran los mejores pagados del mundo después de los de Silesia, y su agricultura era la más productiva tras la francesa, multiplicando por 1.8 cada hectárea de la de Castilla. Humboldt escribió: «el minero novohispano es un hombre libre y el mejor pagado que he conocido«

Según Rafael Dobado : «Entre 1800 y 1820, los trabajadores no cualificados de diversos sectores productivos y lugares de la América española disfrutaban de niveles de vida medios o altos, si se miden por la capacidad de compra de los salarios en términos de grano, carne y azúcar. Eran más altos que en muchas partes del mundo, incluyendo Asia y algunos países europeos, aunque no mas que en los EEUU«.

La Independencia tuvo un costo económico muy alto. La separación de España no trajo, como soñaban los liberales el auge comercial al eliminarse las restricciones mercantiles. La producción decreció, virtualmente se perdieron los antiguos mercados, el crédito escaseó y la renta per cápita tardó en recuperarse.

Desapareció el monopolio comercial y, por tanto, el proteccionismo, con el consiguiente empobrecimiento de muchas regiones, incapaces de competir con las industrias de Europa.

Para Leandro Prados: «el imperio español contaba con un sistema integrado de gobierno sobre sus territorios americanos que minimizaba los costos de administración de enormes extensiones y regiones de poblamiento relativamente escaso, lo cual se complementaba con un sistema monetario estable que servía como la divisa internacional de la época» (Prados, 2006).

Entre 1800 y 1850, México perdió el 30% de su PIB por habitante y Nueva Granada el 11%.  Los países mas afectados por las guerras de independencia fueron México, Perú y Colombia.

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Puerto de Valparaiso. 1830

Entre 1820 y 1850 los países menos afectados obtuvieron crecimientos positivos del indicador de PIB por habitante como Chile que aumentó un 20.4% y Argentina un 5.8%.

Los situados destinados a las puertos fortificados como La Habana y Cartagena dejaron de llegar, paralizando la otrora intensa actividad mercantil que disfrutaban con los gastos en construcciones y muelles y con la actividad de las milicias, suspendiéndose por completo el comercio con España.

La independencia económica fue una utopía, ya que las nuevas naciones cayeron en la mas absoluta dependencia de ingleses y franceses, de la que no saldrían hasta la llegada del nuevo patrono norteamericano.

ORGANIZACIÓN Y ADMINISTRACIÓNamerica-latina-en-1800

La monarquía española se transformó profundamente durante el siglo XVIII cuando la casa de Borbón acentuó la centralización absolutista. Influida por la ilustración francesa, la fisiocracia y el mercantilismo, la Corona ejecutó amplias reformas fiscales y comerciales, tanto en España como en sus territorios americanos. Con ello fortalecieron y concentraron su poder, obtuvieron buenos resultados económicos y algunos avances científicos como la expedición botánica y el pago de expertos que introdujeron mejoras tecnológicas en la minería.

La estructura institucional del Imperio español con sus múltiples conexiones por medio del idioma, las leyes, las costumbres y la familia demostró una organización insólitamente poderosa. Si se puede decir que el ordenamiento político y la regulación económica limitaba parcialmente las oportunidades de los hispanoamericanos de participar en la expansión del comercio atlántico, también hay que reconocer que los protegía de los rigores del capitalismo mercantil que regía dicho comercio.concepcion, chile

EL FUTURO

Las guerras de emancipación destruyeron instituciones políticas erigidas en el transcurso de 300 años de gobierno imperial. «A pesar de todos sus defectos, ese estado imperial, a diferencia de las colonias británicas en Norteamérica, había creado un marco indispensable para la vida colonial» (John H. Elliott).

La desaparición del aparato estatal español dejó un vacío que los países independizados no estaban preparados para cubrir. Las burguesías liberales que dirigieron o apoyaron los movimientos de independencia, no estaban en condiciones de organizar sistemas de poder capaces de sustituir a la antigua potencia.

No hubo cambios en la estructura administrativa, ni tampoco mejoras sociales de las llamadas castas: criollos, mestizos, morenos, ni para los indígenas ni para los esclavos negros. La independencia no fue unida a ninguna mejoría económica ni social ni administrativa.

Para Gonzalo Anes, en la América española después de la independencia, no se respetaron preceptos constitucionales que, como en Estados Unidos, asegurasen el respeto a la propiedad privada y tampoco consiguieron establecer una justicia independiente que garantizara el cumplimiento de los contratos.

Una característica común es que con la independencia, tanto en Angloamérica como en la América española, se intentaron hacer confederaciones de países, pero solo triunfaron en la primera; en el sur a pesar de tener como modelo el ensayado en el norte con éxito, fracasaron. Una de las causas es sencilla de explicar: Las trece colonias eran pequeñas comparadas con el vecino y poderoso Imperio español en América, y tanto Francia como su antigua metrópoli con el poder naval intacto, no dejaban de ser una amenaza, y por ello necesitaban unirse.independencias
El Imperio español por otra parte había llegado a su final y los movimientos independentistas debido a su natural efecto disgregador fueron la causa de su fragmentación en los países nacientes.

Bolívar llegó a comprender que se trataba de una empresa continental; que el imperio español, siendo una entidad continental, sólo podría ser remplazado con un esfuerzo de todo el continente. Deseó reinventar el concepto (conocido desde hacía 300 años), dotándolo de reglas nuevas y formas modificadas, pero tras el exterior modernizado quería mantener los eslabones esenciales que habrían hecho del imperio español una entidad política tan duradera.

Es esta tradición hispánica de un solo sistema gobernante, una organización económica integrada y racionalizada, y una omnipresente matriz cultural, la que imbuye la comprensión bolivariana del poderío y el potencial de una América unida.

Simón Bolívar: «Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria». «Seguramente, la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración»

Nadie que se considere amigo de la verdad puede negar que España  llevó una fe, una lengua, una cultura compleja y rica al Nuevo Continente; sin que nación alguna se le parangonara, se preocupó por evangelizar a los pueblos donde se asentó y por otorgar a los naturales una dignidad y unos derechos de los que carecían los súbditos de otros pueblos de la Tierra.

En todo caso, España, además de crear nuevas sociedades hispanas y de haber impuesto en América su concepto de civilización y su insoslayable fe cristiana, había conseguido la autofinanciación de sus territorios americanos y había dejado intacta toda la riqueza de sus tierras, sus mares y sus gentes, para que un nuevo régimen ganara el futuro.

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