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Un Cubano Por El Mundo
En el corazón del lujoso barrio de Kensington en Londres, se encuentra un emblema de la historia musical: Garden Lodge, la última residencia de Freddie Mercury, que ahora busca nuevo dueño. La vivienda, cuya venta ha sido fijada en más de 35 millones de euros, no es solo una estructura de ladrillos y mortero; es un santuario que ha albergado la genialidad y los últimos días del icónico líder de Queen.
Freddie Mercury, una figura que revolucionó la música y el espectáculo, compró Garden Lodge en 1980, marcando el comienzo de una década que lo vería crear algunos de sus trabajos más memorables en este refugio personal. La mansión fue testigo del artista en su intimidad y creatividad, lejos del ojo público y del estrellato que lo acompañaba constantemente.
Mercury diseñó cada rincón de la casa con su inconfundible estilo, llenándola de obras de arte, colores vibrantes y espejos art deco. Cada habitación habla del carácter extravagante y apasionado del artista, desde el gran salón donde reposaba su piano hasta el jardín de estilo japonés, un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. Los muros de la residencia, que alguna vez estuvieron adornados por la famosa puerta verde cubierta de mensajes de fans, han sido testigos silenciosos de la vida y legado de Mercury.
Tras la muerte de Freddie Mercury en 1991, la casa pasó a su íntima amiga Mary Austin, quien ha preservado y cuidado la propiedad durante más de tres décadas. Sin embargo, llega el momento de pasar el testigo, de permitir que nuevos recuerdos se formen entre sus muros, mientras se mantiene viva la esencia de Mercury.
La venta de Garden Lodge no es simplemente una transacción inmobiliaria; es la transferencia de un trozo de historia cultural y musical. Quien sea el próximo propietario no solo adquirirá un lugar de residencia, sino que también se convertirá en guardián de un legado, un pedazo del alma de una leyenda de la música.
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