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Viena no es solo una de las principales ciudades del centro de Europa, sino que la capital de Austria es una de las urbes más fascinantes de todo el continente. Historia y arte se respiran en cada rincón, y por ello no es de extrañar que miles de turistas viajen cada año desde España para conocer los encantos de esta impresionante metrópoli en la que se combinan preciosos edificios con conciertos y espectáculos continuos.
Además, los hoteles no suelen suponer un enorme desembolso para los turistas, por lo que es perfecta para hacer un viaje de fin de semana. En Viena podrás adentrarte en fascinantes construcciones para después deleitarte con toda la oferta musical y artística de una de las ciudades más importantes de todo el planeta en ese sentido.
Día 1 en Viena: los emblemas de la ciudad
En Viena no hay tiempo que perder, ya que la cantidad de sitios que se deben visitar es innumerable. Por ello, puedes salir pronto del hotel para dirigirte a la Stephansplatz y adentrarte en la Catedral de San Esteban, uno de los grandes símbolos de la ciudad austríaca. Erigida en el siglo XII, combina a la perfección el románico con los primeros retazos del gótico, siendo uno de los templos más bonitos que puedes ver en la ciudad.
Tras maravillarse con el espléndido interior de la catedral, puedes encarar la calle Kärntner, contigua al templo, y andar 10 minutos hasta otra de las maravillas de Viena: su ópera. Este espectacular edificio neorrenacentista de finales del siglo XIX es uno de los más importantes del mundo en el ámbito operístico, y por ello debe ser una de las paradas obligatorias en el itinerario. Además, a apenas unos metros se encuentra el Musikverein, conocido por albergar el Concierto de Año Nuevo.
Después de retomar las fuerzas con un wiener schnitzel y tomar un café en uno de los establecimientos típicos de la ciudad, hay que visitar la Karlsplatz, una de las plazas más simbólicas de todo Viena y en la que se encuentra otro de los templos más importantes de la urbe, la Iglesia De San Carlos Borromeo, uno de los mayores ejemplos de arquitectura barroca y rococó de todo el centro de Europa.
A pocos metros de la magnífica iglesia se encuentran la última parada del primer día en Viena: la primera no puede ser otra que el Palacio Imperial, un descomunal edificio que acogió a la dinastía Hasburgo durante siglos, incluida a la mítica emperatriz Sissi. Además, allí se encuentra la Biblioteca Nacional de Austria, una de las más bonitas de todo el planeta. De vuelta al hotel, podrás pararte durante unos minutos a escuchar las melodías de los músicos callejeros que hay por la urbe.
Día 2 en Viena:
Muy cerca del Palacio Imperial se encuentra el Museo de Historia del Arte, y no hay mejor manera de empezar el segundo día en Viena. El resto de la mañana puedes dedicarlo a alejarte un poco del casco urbano y adentrarte en el maravilloso Palacio Schönbrunn, cuyos jardines no dejarán indiferente a nadie. Tras pasear por sus estancias y sus increíbles espacios verdes, es hora de volver a la ciudad para aprovechar las últimas horas en esta fascinante urbe.
Una de las últimas paradas del viaje debe ser, sí o sí, el espectacular Parlamento, al que da la bienvenida una imponente estatua de Atenea. Por último, y antes de despedirte de Viena, hay que dirigirse de nuevo hacia el Palacio Imperial, aunque se debe girar unas calles antes para poder visitar la Iglesia de los Capuchinos: a priori, puede que este curioso templo no tenga mucho que ofrecer, pero justo debajo de él está la Cripta Imperial, donde están enterrados todos los emperadores.
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