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La localidad austriaca destila su esencia artística de forma serena a ambos lados del río Salzach.
Visitar Salzburgo en otoño puede dar cierta sensación de entretiempo, a medio camino entre los festivales culturales del verano y el Adviento, cuando se llena de mercadillos, luces y decoraciones navideñas. Sin embargo, es el momento ideal para centrarse en descubrir la esencia de la ciudad austriaca de manera más pausada, recorriendo a pie sus calles plagadas de arte barroco y dejándose impresionar por su romántico marco alpino. Y, con un poco de imaginación, el visitante puede retroceder a la época de los príncipes-arzobispos, cuando la localidad competía con la misma Roma.
El mejor lugar para comenzar la exploración, como suele ocurrir, se encuentra en todo lo alto. Se trata de la fortaleza Hohensalzburg, construida en el año 1077, a la que se puede acceder a pie o en el funicular que parte de la calle Festungsgasse. No solo es el emblema de Salzburgo, sino también el mayor castillo totalmente conservado de toda Europa Central y un punto desde se obtiene una vista de 360 grados sobre la ciudad y sus alrededores. Otro punto a favor es que fue levantada para proteger al principado y a los arzobispos de los ataques enemigos y cumplió con su cometido: durante esa época la ciudad nunca fue conquistada por tropas extranjeras.
En su interior se ubican diversos museos, así como la armería, y en su tercer piso se encuentran las habitaciones principescas, cuyo mobiliario se mantiene sin cambios desde hace más de 500 años. Impresiona la imitación del cielo nocturno, con estrellas doradas sobre un fondo azul celeste, y la estufa de cerámica del conocido como el Cuarto Dorado. Asimismo, se puede llevar una visita panorámica que termina en el mirador de la Reckturm, donde se obtiene la mejor vista.
A ambos lados del río
La vista sobre la ciudad sirve para comprobar de manera gráfica que la ciudad está partida en dos por el río Salzach, cosa que también servirá de referencia al visitante para proseguir la visita. El casco antiguo histórico se sitúa al lado izquierdo, donde se encuentra la Geburtshaus, la casa natal de Wolfgang Amadeus Mozart, a quien Salzburgo debe buena parte de su identidad cultural.
También se encuentra en esta área el impresionante DomQuartier (barrio de la catedral), donde el esplendor barroco se muestra elevado a la máximo potencia. Además de las vistas exteriores, se puede visitar con una sola entrada hasta cuatro museos: la antigua residencia y sede de los príncipes-arzobispos, la Catedral, los Kunst- und Wunderkammer (gabinetes de curiosidades) y el Museo de San Pedro.
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