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Esta ciudad resistió el ataque de uno de los conquistadores más poderosos de la historia.
En lo profundo de las montañas de Taurus, en la actual Turquía, se encuentra Termeso, una ciudad que tiene una historia difícil de superar. No solo cuenta con ruinas de una civilización que alguna vez vivió sobre esta gran roca impenetrable, sino que es famosa por ser uno de los pocos lugares que Alejandro Magno no pudo conquistar. Sí, el mismísimo Alejandro que ganó el título de “el conquistador”, tuvo que hacer las maletas y seguir su camino cuando se enfrentó a las empinadas defensas de esta ciudad pisidiana.
Termeso está ubicada a unos 1,000 metros de altura en las montañas, y se encuentra escondida entre barrancos y escarpadas laderas, lo que hace que incluso llegar sea una aventura en sí misma.
Este emplazamiento que es difícil de atacar y fácil de defender, fue una trampa natural que ni el mejor ejército de su época pudo vulnerar. Actualmente, los visitantes deben caminar por senderos y trepar entre antiguas murallas para acceder a la ciudad, sintiéndose así como los guerreros del ejército de Alejandro Magno intentando conquistarla.
Arquitectura que impresiona hasta al emperador más poderoso
No nos sorprende el motivo por el cual un emperador con tanto patrimonio se encaprichó de Termeso. El teatro antiguo, con capacidad para varios miles de espectadores, está tallado en la ladera de la montaña y ofrece vistas que quedan gravadas en la mente de cualquiera: un mar de colinas verdes que se pierde en el horizonte, y un cielo que se extiende más allá de lo imaginable.
La mezcla entre la naturaleza y la arquitectura es tan perfecta que convierte Terneso en un lugar más cercano a un Olimpo terrenal que a una antigua ciudad abandonada.
Los Pisidios: guerreros con orgullo
Los Pisidios eran una cultura con un espíritu indomable. De hecho, ellos fueron la razón por la que Alejandro tuvo que desistir en su conquista. Este pueblo estaba dispuesto a morir antes que ceder su ciudad, y las defensas de Termeso eran tan infranqueables que ni las catapultas ni la infantería de los macedonios lograron hacer mella. Alejandro fue derrotado por aquello que tanto ansiaba poseer: los guerreros pisidios.
Naturaleza y Ruinas entrelazadas
A diferencia de otros yacimientos arqueológicos, en Termeso la naturaleza parece estar en diálogo constante con las ruinas. La ciudad está llena de columnas caídas, templos a medio derrumbar y sarcófagos que se esconden entre arbustos. Los pinos, el musgo y las flores silvestres abrazan las antiguas estructuras, dándole a la ciudad un aire mágico y nostálgico, como si la naturaleza y la historia estuvieran conversando en secreto.
Este motivo que va más allá de la época de Alejandro el Conquistador, deberías visitar Termeso al menos una vez en la vida.
Termeso no es un destino turístico masivo. No encontrarás multitudes ni puestos de souvenirs en cada esquina. De hecho, es todo lo contrario: se trata de un lugar para aquellos que buscan la aventura de descubrir todo aquello que se oculta, de caminar entre las piedras, de ver el horizonte desde lo alto del teatro, y de oír sus propios pasos en un silencio que solo interrumpen los susurros del viento entre las ruinas.
En un mundo donde cada rincón parece estar a solo un clic de distancia, Termeso es uno de esos raros sitios que aún se siente indómito, inexplorado y lleno de secretos. En cada piedra que pisas se siente la esencia de una civilización que se negó a ser conquistada, que defendió su libertad hasta el último hombre y que, hasta el día de hoy, conserva su misterio.
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