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Cataluña es el primer lugar de España donde llegó el ferrocarril. Como es bien sabido, hace más de 125 años se inauguró la primera línea de tren en el país que unía las ciudades de Mataró y Barcelona. Desde entonces, el tejido ferroviario no ha dejado de crecer.
Todo el país ya está conectado en tren, las líneas de alta velocidad no dejan de proliferar y esto hace el transporte de mercancías y personas mucho más fácil. Pero en este desarrollo también han habido altibajos. Las necesidades poblacionales, económicas y culturales han hecho que muchas líneas caigan en desuso y directamente hayan desaparecido.
En Cataluña, donde la red creció a gran velocidad, muchas vías han dejado de funcionar y, en cambio, la infraestructura ha quedado allí. Algunas de ellas se han convertido en un atractivo turístico. De hecho, desde el departamento de Turismo se ha creado la red de las llamadas Vías verdes, que no es más que caminos de montaña que siguen el recorrido de las antiguas vías ferroviarias.
Otra de las zonas abandonadas son las estaciones. Algunas tienen un tráfico cada vez más residual, como las de Portbou o Garraf, por poner dos ejemplos de paradas con escaso tránsito ferrovario. En cambio, hay algunas que están directamente abandonadas. Pero no por ellos carentes de atractivo.
Dónde está la estación fantasma
A una media hora de Barcelona, por ejemplo, y pasada la citada estación de Garraf se encuentra otro apeadero, por el que los trenes pasan a diario, pero nunca se detienen. Algo que sí hacían antes. Se trata de Vallcarca.
Conocido por su cementera y por las excavaciones allí realizadas, este pequeño núcleo industrial, ubicado en la costa catalana, tiene una historia estrechamente vinculada a la industria catalana y al transporte marítimo. Aunque también a la historia de Cataluña. De allí salió buena parte del cemento utilizado en grandes obras como los embalses de Susqueda y Sau, así como en la construcción de edificios de la Universidad de Barcelona.
Su crecimiento e importancia fue tal que en 1913 se construyó el puerto de Vallcarca para facilitar la salida de los materiales producidos en la fábrica de cemento Fradera y en las canteras cercanas. Desde este puerto, buques mercantes transportaban cemento a las Islas Baleares y otros puntos de la península.
El problema era la ubicación. Los conocedores de la zona saben que Vallcarca está situado justo en unos acantilados que dan al mar. Allí se perforó la tierra para la cantera, pero también para construir la carretera que une Sitges con Barcelona, una carretera de curvas aún temida por muchos.
El impacto de la Guerra Civil en la estación
Con semejante emplazamiento, se decidió facilitar el acceso a los trabajadores de la zona que trabajaban en la cementera y la cantera. Así, se erigió una estación de tren que fue de vital importancia para los obreros. Una estación que también tiene su historia.
Durante la Guerra Civil, Vallcarca fue un objetivo militar de gran importancia debido a su infraestructura industrial y portuaria. En 1937, los aviones de las fuerzas fascistas bombardearon la zona, afectando tanto la fábrica como el puerto. En aquel tiempo, la estación de tren de Renfe era el principal medio de transporte para los trabajadores que residían en la colonia industrial y también quedó afectada por los bombardeos.
Una industria de éxito
Pese a todo, la fábrica y la estación se repusieron. Como se dijo, de allí salieron las piedras necesarias para dos de los pantanos más conocidos e importantes de Cataluña. Los problemas, pasadas todas las dificultades, fueron otros.
Las condiciones de vida en Vallcarca eran duras, ya que el polvo de las fábricas cubría la zona y afectaba la salud de sus habitantes. Aunque se intentó mitigar este problema con maquinaria importada de Alemania, el equipo pronto dejó de funcionar.
El ocaso de Vallcarca
A mediados del siglo XX, las nuevas generaciones de Vallcarca se resistieron a seguir trabajando en las precarias condiciones que habían aceptado sus antecesores. Muchos de estos jóvenes dejaron sus hogares, que pertenecían a la fábrica, y buscaron nuevas oportunidades laborales en Sitges. Este cambio generacional contribuyó al abandono gradual de la colonia de trabajadores y al eventual cierre de la estación de tren en 1994.
Las antiguas viviendas de los trabajadores y la estación de tren permanecen desiertas, creando una atmósfera fantasmal, especialmente al caer la noche.
Proyectos de futuro
Aunque la playa de Vallcarca sigue atrayendo a algunos visitantes en verano, el polvo de las canteras puede ser un inconveniente en días ventosos, lo que refuerza la sensación de abandono de este rincón olvidado de Cataluña. Claro que para algunos, eso lo hace precisamente atractivo. El problema es que el mal estado de la infraestructura hace poco recomendable acercarse.
Vallcarca, con sus edificios en ruinas, es un testimonio del pasado industrial de la región y del paso del tiempo. Un lugar en peligro de extinción que, a pesar de su historia, sigue siendo desconocido para muchos.
El multimillonario y magnate mexicano Carlos Slim ha mostrado interés en hacer de Vallcarca un hub audiovisual y viviendas. Su supuesto plan pasaría por ubicar en este enclave (situado en pleno parque natural del Garraf) un gran espacio dedicado a rodajes. Además, el mismo proyecto --que lleva FCC-- incluye la construcción de viviendas en la zona. No obstante, los planes de Slim y FCC se encuentran en punto muerto.
Cómo llegar a la estación de Vallcarca, en Garraf
La manera más sencilla de llegar hasta la estación fantasma de Vallcarca es coger la carretera C-32 en dirección a Sitges. Pasando de largo Garraf, encontrarás la estación, junto a la cementera. Realmente, no hay forma de llegar en transporte público, por lo que si quieres ir en tren, deberás hacer una excursión desde la estación del Garraf hasta la de Vallcarca.
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