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La naturaleza es capaz de crear paisajes únicos como los Alpes, el Gran Cañón, la isla de Socotra y mucho más. Nuestro planeta cuenta con un sinfín de enclaves naturales que dejan sin palabras a todo el que los descubre y que parecen sacados de una historia de fantasía. En España podemos encontrar algunos de ellos como la Selva de Irati, en Navarra, o la playa de las Catedrales, en Galicia.
Pero si viajamos hasta Turquía, descubriremos un país que parece moldeado por los dioses a su gusto, con infinitas creaciones naturales mágicas que hay que ver para creer.
Las piscinas naturales de Pamukkale
Viajamos hasta Pamukkale, una localidad a poco más de 20 kilómetros de la ciudad de Denizli, en Turquía. En este lugar encontraremos un enclave natural único en el mundo que cada año visitan miles de personas para descubrir sus infinitos encantos y maravillarse con la postal que se crea al atardecer.
Este fenómeno se debe a un conjunto de formaciones calcáreas que debido al paso del tiempo han adquirido una curiosa estructura. Pamukkale se creó mediante el carbonato cálcico que procedente de las aguas termales del territorio. Estas aguas contienen altas cantidades de minerales que fluyen libremente por las terrazas blancas de roca que decoran el lugar.
Con el paso del tiempo, la sedimentación se ha encargado de crear estalactitas y estalagmitas que, junto a las piscinas naturales y las terrazas de roca blanca, han dado lugar a una orografía que no podrás ver en otro sitio y que aún tiene muchos secretos ocultos.
En turco, la palabra Pamukkale significa literalmente "castillo de algodón", y ciertamente el topónimo le queda perfecto. Cuando el sol se esconde en el horizonte y el cielo comienza a teñirse de tonos naranjas y rosas, este paisaje refleja los colores del atardecer y se asemeja a una estructura de algodón en la que parece que puedes lanzarte a dormir cómodamente.
Las piscinas de Pamukkale están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y tan solo en algunas está permitido el baño para evitar así dañar una joya geológica con tantos años de historia a sus espaldas. De hecho, bajo sus aguas, podemos encontrar antiguas columnas romanas.
La unión perfecta entre belleza e historia
La belleza de Pamukkale solo podría mejorar con la increíble historia que protagoniza. Se dice que hace más de 2.500 años, el rey Eumenes II de Pérgamo quedó prendado de la hermosura de este enclave y decidió levantar allí una ciudad llamada Hierápolis. Años después, la literatura le otorgaría el nombre de Ciudad Santa, y a día de hoy aún se pueden apreciar los vestigios de la imponente civilización que vivió allí.
Una de sus protagonistas principales es la Piscina Antigua o de Cleopatra, un baño termal natural cuyas aguas permanecen a una temperatura constante de 36 °C y donde se dice que la gobernadora de Egipto se daba largos baños relajantes. Las leyendas cuantan que esta piscina tiene la capacidad de rejuvenecer y por ello Cleopatra se bañaba en ellas, pero para saberlo deberás viajar hasta Pamukkale y descubrirlo tú mismo.
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